Cultivar tabaco para cigarrillos gasta más agua que cultivar tomate o papa
En comparación con otras actividades agrícolas, como el cultivo de maíz e incluso el pastoreo de ganado, el cultivo de tabaco tiene un impacto mucho más destructivo en los ecosistemas, alerta la Organización Mundial de la Salud, ya que las tierras de cultivo de tabaco son más propensas a la desertificación.
Que fumar cigarrillos afecta la salud humana es una certeza a la que ha llegado la ciencia con el paso de los años, pese a que hoy millones de personas los siguen consumiendo. Lo que aún no está tan claro son los efectos que tiene la industria tabacalera en otros aspectos de la vida en la Tierra, como el medio ambiente. Un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud arroja luz sobre algunos de esos impactos, estimando, por ejemplo y entre otros, la tala de bosques necesaria para la producción y venta de cigarrillos.
Cada año se fabrican unos 6 billones de cigarrillos, que se comercializan en unos 300.000 millones de paquetes compuestos de papel, tinta, celofán, papel de aluminio y pegamento. La agencia de salud de la ONU señaló que en la producción de tabaco se destruyen 600 millones de árboles y 200.000 hectáreas de tierra cada año. Los árboles talados para dar paso al cultivo del tabaco representan el 5% de la deforestación mundial: un área de aproximadamente la mitad del tamaño de Cabo Verde (4.033 km²) desaparece cada año. La tierra utilizada para cultivar tabaco es sometida a un uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes, lo que le resta capacidad para cultivar otros cultivos, como alimentos, ya que el tabaco agota la fertilidad del suelo.
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En comparación con otras actividades agrícolas, como el cultivo de maíz e incluso el pastoreo de ganado, el cultivo de tabaco tiene un impacto mucho más destructivo en los ecosistemas, dice la OMS, ya que las tierras de cultivo de tabaco son más propensas a la desertificación. Pero no es el único impacto ambiental.
Más de 22 mil millones de toneladas de agua se usan al año para cultivar tabaco. La OMS estima que el tabaco requiere hasta ocho veces más agua que, por ejemplo, los tomates o las papas. Por cada kilogramo (kg) de tabaco que no se produce, consume y desecha, se pueden cubrir las necesidades de agua potable de una persona durante todo un año.
Aún así, dice el informe, es probable que estas estimaciones del uso del agua estén subestimadas, pues no se tiene en cuenta el impacto contaminante de las colillas de cigarrillo. Si una colilla puede contaminar un promedio de 100 litros de agua, otros 100 billones de litros de agua serían consumidos por el ciclo de vida del producto del tabaco cada año, dice la OMS, asumiendo, de manera conservadora, agrega, que solo el 25% de los 4 billones de colillas arrojadas a la basura cada año llegan al agua.
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Todo este ciclo del tabaco, desde el cultivo hasta el manejo de los desechos, contribuye al calentamiento global, liberando 80 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al medio ambiente cada año, el equivalente a conducir 17 millones de automóviles a gasolina cada año. La mayor parte del costo ambiental de esta industria recae en los países de renta baja y media, donde el agua y las tierras de cultivo se utilizan para plantar tabaco en vez de alimentos, que a menudo se necesitan con urgencia.
La OMS también señala los riesgos que tienen los cultivadores de tabaco. Hasta el 25% de los cultivadores de tabaco, dice, se ven afectados por la llamada “enfermedad del tabaco verde”, que es un envenenamiento por nicotina, una enfermedad causada por la absorción de nicotina a través de la piel al manipular las hojas de tabaco: “Un cultivador de tabaco que planta, cultiva y cosecha tabaco puede absorber tanta nicotina como la que se encuentra en 50 cigarrillos. Además de las exposiciones directas, los cultivadores de tabaco a menudo traen exposiciones dañinas a sus hogares en sus cuerpos, ropa o zapatos, lo que lleva a exposiciones dañinas secundarias para sus familias”.
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La OMS celebra el Día Mundial Sin Tabaco cada 31 de mayo, fecha en la que informa al público sobre los peligros del consumo de ese producto y las prácticas comerciales de las empresas tabacaleras, así como del trabajo de la Organización para combatir lo que ha denominado la epidemia de tabaquismo.
Que fumar cigarrillos afecta la salud humana es una certeza a la que ha llegado la ciencia con el paso de los años, pese a que hoy millones de personas los siguen consumiendo. Lo que aún no está tan claro son los efectos que tiene la industria tabacalera en otros aspectos de la vida en la Tierra, como el medio ambiente. Un reciente estudio de la Organización Mundial de la Salud arroja luz sobre algunos de esos impactos, estimando, por ejemplo y entre otros, la tala de bosques necesaria para la producción y venta de cigarrillos.
Cada año se fabrican unos 6 billones de cigarrillos, que se comercializan en unos 300.000 millones de paquetes compuestos de papel, tinta, celofán, papel de aluminio y pegamento. La agencia de salud de la ONU señaló que en la producción de tabaco se destruyen 600 millones de árboles y 200.000 hectáreas de tierra cada año. Los árboles talados para dar paso al cultivo del tabaco representan el 5% de la deforestación mundial: un área de aproximadamente la mitad del tamaño de Cabo Verde (4.033 km²) desaparece cada año. La tierra utilizada para cultivar tabaco es sometida a un uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes, lo que le resta capacidad para cultivar otros cultivos, como alimentos, ya que el tabaco agota la fertilidad del suelo.
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En comparación con otras actividades agrícolas, como el cultivo de maíz e incluso el pastoreo de ganado, el cultivo de tabaco tiene un impacto mucho más destructivo en los ecosistemas, dice la OMS, ya que las tierras de cultivo de tabaco son más propensas a la desertificación. Pero no es el único impacto ambiental.
Más de 22 mil millones de toneladas de agua se usan al año para cultivar tabaco. La OMS estima que el tabaco requiere hasta ocho veces más agua que, por ejemplo, los tomates o las papas. Por cada kilogramo (kg) de tabaco que no se produce, consume y desecha, se pueden cubrir las necesidades de agua potable de una persona durante todo un año.
Aún así, dice el informe, es probable que estas estimaciones del uso del agua estén subestimadas, pues no se tiene en cuenta el impacto contaminante de las colillas de cigarrillo. Si una colilla puede contaminar un promedio de 100 litros de agua, otros 100 billones de litros de agua serían consumidos por el ciclo de vida del producto del tabaco cada año, dice la OMS, asumiendo, de manera conservadora, agrega, que solo el 25% de los 4 billones de colillas arrojadas a la basura cada año llegan al agua.
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Todo este ciclo del tabaco, desde el cultivo hasta el manejo de los desechos, contribuye al calentamiento global, liberando 80 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al medio ambiente cada año, el equivalente a conducir 17 millones de automóviles a gasolina cada año. La mayor parte del costo ambiental de esta industria recae en los países de renta baja y media, donde el agua y las tierras de cultivo se utilizan para plantar tabaco en vez de alimentos, que a menudo se necesitan con urgencia.
La OMS también señala los riesgos que tienen los cultivadores de tabaco. Hasta el 25% de los cultivadores de tabaco, dice, se ven afectados por la llamada “enfermedad del tabaco verde”, que es un envenenamiento por nicotina, una enfermedad causada por la absorción de nicotina a través de la piel al manipular las hojas de tabaco: “Un cultivador de tabaco que planta, cultiva y cosecha tabaco puede absorber tanta nicotina como la que se encuentra en 50 cigarrillos. Además de las exposiciones directas, los cultivadores de tabaco a menudo traen exposiciones dañinas a sus hogares en sus cuerpos, ropa o zapatos, lo que lleva a exposiciones dañinas secundarias para sus familias”.
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La OMS celebra el Día Mundial Sin Tabaco cada 31 de mayo, fecha en la que informa al público sobre los peligros del consumo de ese producto y las prácticas comerciales de las empresas tabacaleras, así como del trabajo de la Organización para combatir lo que ha denominado la epidemia de tabaquismo.