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“Enfrentamos un negacionismo de las causas estructurales del cambio climático”

La colombiana Paola Arias estará al frente de uno de los grupos de científicos encargados de elaborar el informe más importante sobre cambio climático en el mundo. En entrevista con El Espectador explica su nuevo rol y por qué cree que este fenómeno es el colapso del modelo económico que sostiene a la humanidad.

Sergio Silva Numa

07 de septiembre de 2025 - 06:02 p. m.
Paola Arias es profesora de la Universidad de Antioquia y PhD en Ciencias de la Tierra. /Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia.
Foto: Paola Arias
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Hace unas semanas, el Ideam publicó un post en Instagram con una noticia que cayó muy bien en los círculos científicos del país: siete colombianos habían sido elegidos para participar en la elaboración del nuevo informe más importante de cambio climático en el mundo. Desde que empezaron a presentarse en la década de 1990, esos documentos se han convertido en la mejor guía para entender hacia dónde vamos, dónde estamos parados y qué podemos hacer para frenar los difíciles momentos que se avecinan.

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El nombre de ese grupo ya es muy popular: IPCC, que traduce Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. En el último ciclo de evaluación (el sexto) reunió 243 científicos de todo el mundo. Entre ellos estaba Paola Arias, profesora de la Universidad de Antioquia y PhD. en Ciencias de la Tierra. Esa vez participó en un capítulo relacionado con el ciclo del agua y el cambio climático, y en el Resumen Técnico y el Resumen para Tomadores de Decisiones. (Puede ver: ¿Sepultó Trump las finanzas verdes? (Análisis))

Pero en esta oportunidad, Arias tendrá una responsabilidad mucho mayor: coordinará todo un grupo de trabajo, que evaluará los aspectos físicos del sistema climático y el cambio climático y nos ayudará a entender las consecuencias de este fenómeno en las diferentes regiones del planeta. El Espectador conversó con ella para entender mejor ese nuevo rol, los cambios que tendrá este informe y los desafíos que se avecinan.

Está, de nuevo, en el IPCC, donde había participado en el sexto reporte. ¿Cuál es su rol esta vez?

Sí, en el sexto reporte yo fui una de las autoras que escribió ese capítulo sobre el ciclo del agua y cambios actuales y futuros. Mi rol fue aportar en la escritura del documento y tuve que coordinar una sección en el resumen técnico y en el resumen para tomadores de decisiones. Ahora, en este séptimo ciclo, voy a estar coordinando un capítulo del Grupo de Trabajo 1. Será el capítulo 7, que se va a centrar en las proyecciones regionales de cambio climático; o sea, qué se podría esperar en términos en las distintas regiones del mundo. Entonces, mi rol no solo consistirá en escribir y aportar, sino que tendré una labor de coordinación; voy a ser directa responsable del capítulo y tendré que coordinar a los autores en las distintas regiones del mundo.

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¿Tienen alguna fecha prevista para que esté listo el reporte?

Sí, se espera que entre 2028 y 2029 esté listo todo el séptimo ciclo y las contribuciones de los tres grupos de trabajo.

¿Cuál es la ruta que sigue el IPCC para elegir a los científicos que participan en el informe?

El IPCC es un panel intergubernamental, es decir, que tiene representación de los diferentes gobiernos. Son más de 190 países del mundo que tienen, cada uno, un punto focal. En el caso de Colombia es el Ideam. Por medio de él hay comunicación con el IPCC. Entonces, cuando ya se aprueba cuál va a ser el contenido de los grupos de trabajo, se hace un llamado para autorías y ahí el IPCC hace la convocatoria a los puntos focales, que, a su vez, identifica científicas y científicos para postularlos. Esas postulaciones las puede hacer el punto focal, organizaciones observadoras o miembros del buró del IPCC. En este caso, que no pasó en el sexto reporte, el Ideam abrió una convocatoria pública y recibieron hojas de vida bajo ciertas condiciones. Luego, postuló un listado de personas y ya es el IPCC el encargado de hacer la selección, según los capítulos, los temas, la experticia de las personas postuladas, el género, la región. Arman, básicamente, un rompecabezas, buscando garantizar, en la medida lo posible, un balance.

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¿Hay algún campo de estudio, algún área nueva, en la que el IPCC se involucre esta vez y que no lo haya hecho en los reportes anteriores?

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Se logró que quedaran temáticas explícitas que no habían estado desarrolladas en el anterior reporte. Al menos, en principio, este reporte contendrá información mucho más orientada hacia asuntos de inequidades entre regiones. Eso es algo que usualmente lo ha manejado el grupo 2, porque es el que se encarga de analizar asuntos de vulnerabilidad, adaptación o impactos. El grupo 3, que es el de mitigación, cubre algo de esto, pero en realidad su enfoque, no ha tenido la perspectiva de cómo la mitigación afecta a los ecosistemas o cómo afecta lo social. Por ejemplo, hay un montón de cosas que están pasando con la minería para la transición energética o con el desarrollo de energías renovables, que siguen enfoques extractivistas y colonialistas. Pero esos enfoques, el grupo tres no los ha mirado en detalle.

Lo mismo ha sucedido en el grupo 1, en el cual yo estoy. Muchas veces se cree que es súper neutral, porque trabajamos temas relacionados con la física, el clima, etc., pero para poder estudiar esa física del clima necesitamos modelos, necesitamos información, necesitamos experticia. Además, el sur global no tiene los mismos recursos que el norte global y, cuando vas a estudiarlo, observas muchas brechas que son resultado de inequidades. Y eso es algo que se busca discutir en este reporte. Eso quedó explícito.

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Que haya, en esta oportunidad, siete personas de Colombia al mismo tiempo en el reporte (en el ciclo pasado fueron tres), es un avance muy importante porque significa presencia desde todos los temas. Cuando hay poca representación de una región, muchas veces no se visibiliza. Como científicas y científicos tenemos valores, contextos, diferentes experiencias y miradas distintas.

¿Es una de las veces en las que hay más científicos de Sudamérica, en comparación con los anteriores reportes?

Creo que de Sudamérica quedamos una cantidad similar a la que hubo en el reporte pasado; al menos en el grupo 1. Pero sí creo que hay una mayor diversidad, porque, por ejemplo, en el grupo 1 tenemos gente de Bolivia, que no habíamos tenido; de Uruguay; de Perú, que tampoco habíamos tenido en el reporte pasado. Entonces, sí se mejoró la representatividad regional. La masa crítica, digamos, va creciendo en estos temas en Sudamérica y, en general, en Latinoamérica y el Caribe. También se ha hecho un trabajo fuerte por mejorar la diversidad de género, al menos en lo binario (hombre – mujer). Es un trabajo que se ha logrado gracias a las vicepresidencias que están en los grupos de trabajo de nuestra región.

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En Colombia es importante resaltar que el Ideam se puso en la tarea de abrir una convocatoria pública para recibir hojas de vida. Y esta es la mayor cantidad de personas que hemos tenido hasta el momento.

El informe de 2023 era una advertencia de que las cosas se estaban poniendo difíciles. La temperatura de la superficie del planeta alcanzó los 1,1° Celsius por encima de las temperaturas industriales entre 2011 y 2020 y las emisiones de gases efecto invernadero estaban disparadas. Lo peor es que estos han seguido aumentando. En este esfuerzo, ¿usted hoy ve el vaso medio lleno o medio vacío?

Esto es la suma de todas las partes. Proveer evidencia científica es fundamental porque la ciencia es una de las herramientas para, precisamente, informar para la toma de decisiones a nivel gubernamental. Pero pasa por los intereses y las voluntades políticas, que están permeadas a todo nivel. Finalmente, parte de estas negociaciones se dan en el contexto de las COP. Ahí, el IPCC no tiene un rol de decisión. Es un rol de informar, pero nunca decisorio. Entonces, yo creo que requerimos de mucha más acción climática y de involucrar a muchas partes. La ciencia es un pedacito, pero no podemos caer en esa idea de que solo la ciencia es la que puede o la que debe informar. Hay muchísimas formas de conocimiento. Y, precisamente, en este reporte se va a buscar incluir otras formas de conocimiento. Es decir, no solo el conocimiento que está publicado en revistas científicas o en documentos de orden gubernamental, sino que se pueda también recurrir a otros saberes. Eso será todo un reto.

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Al final, aquí hay un asunto de muchos intereses económicos y políticos. A mí hoy me preocupa mucho el camino que estamos siguiendo en términos de la mitigación, porque creo que hemos carbonizado el discurso del clima: o sea, que esto del cambio climático es un asunto que obedece meramente a que hay unos gases en la atmósfera que tenemos que eliminar de alguna forma, pero olvidamos toda la sinergia que hay: que esos gases no llegaron de cualquier manera a la atmósfera sino a través de unas dinámicas sociales y unas dinámicas de poder que, de hecho, se están exacerbando en el contexto de la mitigación. Por ejemplo, piense en esas grandes empresas que están extrayendo minerales para la transición energética y si están generando deforestación. O en cuáles tierras se están extrayendo esos minerales. Pues, en gran parte, del sur global y es una actividad que continúa bajo las mismas lógicas colonialistas, extractivistas y mercantilistas. Entonces, yo creo que en esa bandera de descarbonizar la atmósfera se están perpetuando muchas inequidades. Incluso, se están exacerbando.

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Eso está muy atado a una idea que usted ha mencionado en algunas oportunidades: el cambio climático es el colapso del modelo económico que sostiene a la humanidad.

Claro. Lo que pasa es que cuando pensamos en el cambio climático desde un aspecto físico —y, bueno, sabemos que han aumentado unas concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que eso se debe a quema de combustibles fósiles y que eso se debe a cambios de usos de suelo—, entonces, vemos un montón de asuntos que, finalmente, tienen que ver con las maneras que se establecieron de forma hegemónica para lo que llamamos “desarrollo”. Por ejemplo, hay una huella enorme de inequidad en esas emisiones: no provienen de todos los países del mundo, ni de todas las personas del mundo. Un porcentaje bajísimo de la población mundial es la que genera la mayoría de las emisiones. Son emisiones de lujo, no son emisiones de supervivencia. Y eso lo ha privilegiado el libre mercado, el modelo económico actual.

Ahí hay un asunto que hay que analizar profundamente. El corazón de esta crisis y de la crisis de la pérdida de biodiversidad está arraigado en inequidades estructurales del sistema.

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Hay un negacionismo del cambio climático, que ya no solo se refiere a que no existe el cambio climático, sino que es un negacionismo de las causas estructurales del cambio climático y de lo que esas causas estructurales implican, en términos de las acciones que deberíamos emprender. Entonces, reducir las brechas de inequidad, de desigualdad, de injusticia, es un punto clave para encontrar estrategias para el cambio climático. Y los derechos humanos están en el corazón de eso. Pero si ve el Acuerdo de París, el texto nunca nombra derechos humanos. Es más, el agua que es fundamental para el clima, para la adaptación, para la mitigación, para muchas tecnologías que necesitan enormes cantidades de agua o compiten por usos de agua en ecosistemas y sistemas humanos, no son puntos centrales del Acuerdo de París. Pero, bueno, el Acuerdo de París es lo mejor que se ha podido hacer hasta el momento. Ya han pasado 10 años desde que se firmó, pero, claramente, los avances son muy lentos.

El científico del clima Johan Rockstrom dice en algunas de sus conferencias que una de las cosas que más le preocupa es el aumento de la temperatura de la superficie del océano. ¿Qué es lo que más le inquieta a usted cuando hablamos de cambio climático?

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Lo que está ocurriendo como consecuencia de esos aumentos de temperatura oceánica: el retroceso de las zonas glaciares, particularmente en zonas más polares, en el norte, en el Ártico, en Groenlandia, en la Antártida. Esas naciones insulares, en su mayoría, son muy vulnerables. Ya están viviendo cambios bastante rápidos por el aumento del nivel del mar, porque cuando hay episodios de tormentas, de vientos fuertes, el agua puede entrar a mayores profundidades en la costa y puede haber contaminación de acuíferos por aguas salinas.

El cambio climático no solo es un cambio físico sino lo cultural. Por ejemplo, piense en el caso de la Sierra Nevada de Santa Marta: ese retroceso glacial tiene unas implicaciones físicas preocupantes y graves, pero también está lo que representa para las comunidades indígenas que viven en esa región. Por eso insisto en que quienes son más vulnerables por esas construcciones sociales, económicas y políticas son quienes están viviendo un mayor impacto del cambio climático, pero tienen menos recursos para adaptarse; para poder hacerle frente a esto. En términos de derechos humanos, la afectación es enorme. El cambio climático es un asunto que puede exacerbar un montón las inequidades y las injusticias.

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¿Cómo alguien que vive en Medellín o Bogotá, donde estamos llenos de privilegios, puede contribuir a enfrentar el cambio climático?

Lo primero es que debemos asumir una responsabilidad de formar una visión crítica de lo que está ocurriendo: hay que informarnos, leer sobre estos temas y atar cabos. Algo que también hay que hacer de forma inmediata es reflexionar sobre nuestros propios consumos: cómo consumimos, qué consumimos. Obviamente, eso es una vorágine y todas las personas estamos metidas en este sistema, unas más que otras. Pero podemos reconocer, desde esos privilegios, que en esta pirámide hay, en la base, ecosistemas vulnerables, seres humanos vulnerables y nosotros, que estamos en ese lugar, debemos preguntarnos qué cambios deberíamos hacer.

Seguramente muchos científicos van a decir que no, pero creo que los activismos informados y con criterio, y los pensamientos críticos son súper importantes. Incluso, en el sexto reporte del IPCC, se muestran evidencias de cómo ese activismo ha venido generando algunos cambios locales. Y desde la ciencia tenemos que promover nuestra propia visión crítica; no podemos considerar que somos personas apolíticas, que somos neutrales; es imposible ser neutral. Esas son reflexiones que tenemos que hacer, aunque en algunas áreas del conocimiento, como las ciencias físicas, eso es muy debatido.

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Por Sergio Silva Numa

Editor de las secciones de ciencia, salud y ambiente de El Espectador. Hizo una maestría en Estudios Latinoamericanos. También tiene una maestría en Salud Pública de la Universidad de los Andes. Fue ganador del Premio de periodismo Simón Bolívar.@SergioSilva03ssilva@elespectador.com
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