Sebastián Bohórquez trabaja como médico veterinario de Cormacarena, la Corporación Regional Ambiental del Meta, desde hace siete años. Todos los días recibe llamadas para rescatar animales silvestres en peligro, llevarlos a los centros de fauna y velar por su recuperación y regreso a su hábitat natural. (Lea Fernando Vela, un homenaje al médico ambientalista)
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El pasado 14 de junio recibió una llamada inesperada y bastante particular: una mujer reportó un animal que “nunca había visto” durmiendo dentro de su casa.
Cuando Bohórquez llegó a la casa de Alexandra Semma, en Restrepo (Meta), se encontró en medio de dos muebles -hecho una bola, como si estuviera protegiéndose a sí mismo- un erizo africano (Atelerix albiventris), un animal endémico del África subsahariana que es común encontrar en países como Senegal, Mauritania, Sudán y Zambia.
Al examinar al animal, que puede medir entre 15 o 20 centímetros, Bohórquez se dio cuenta de que tenía amputada una pata y que la herida se había infectado. Al parecer, el erizo habría escapado de alguna casa cercana. Aunque lo llevaron al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre de Los Ocarros, en Villavicencio, e intentaron curar sus heridas, el animal falleció a los tres días de ser rescatado.
Cuesta entender cómo es que un animal que es nativo de un continente que se encuentra a 6.633 kilómetros de Colombia haya terminado debajo de una cama en el Meta, pero las autoridades demuestran con cifras que es más común de lo que podría pensarse. Aunque no hay una cifra nacional clara, las Corporaciones Regionales de Caldas, Meta y Risaralda han recuperado 12 erizos de tierra solo en el primer semestre de 2021. Por su parte, la oficina de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional reporta que en 2019 recuperaron 23 ejemplares de esta especie, 17 en 2020 y en lo corrido de 2021 han incautado siete.
El coronel Jhon Harvey Alzate Duque, director de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional, explica que estos animales son ingresados al país sin los documentos que exige la ley y responden a modas traídas de otros lugares, donde su tenencia como mascotas está en aumento. El principal medio por el cual son comercializados estos animales son las redes sociales, donde pueden costar entre $200.000 y $400.000.
Aunque el oficial asegura que la entidad a su cargo hace continuamente seguimientos a las páginas web utilizadas por los traficantes para promover la comercialización de este tipo de fauna y que, además, utilizan agentes encubiertos o virtuales para contrarrestar de manera contundente esta modalidad de tráfico, los traficantes siguen encontrando maneras de hacer que estas especies terminen en algunos hogares colombianos viviendo como mascotas.
Criar, comerciar o tener estos animales es un delito contemplado en el artículo 328 del Código Penal Colombiano. Alzate explica que las personas que incurran en este acto ilícito podrían pagar entre 48 y 108 meses en prisión y tendrían que asumir una multa de entre 133,33 y 15.000 salarios mínimos legales vigentes. Esto representaría, actualmente, una cifra entre $121 y $13.600 millones.
Un riesgo para la fauna nativa que se debe prevenir
Los expertos entrevistados por El Espectador, coinciden en que al ser una especie exótica, cuyo tráfico ha aumentado en los últimos años, aún no están tan claras las consecuencias de su inmersión en los ecosistemas del país, pero también alertan que cualquier especie exótica que se introduzca al medio natural representa riesgos.
Una médica veterinaria, especialista en fauna silvestre y que prefirió no ser citada, explica que las posibilidades son muchas. “Los individuos que llegan a un ecosistema natural pueden sencillamente morir al no poder obtener alimento, porque se enferman o son cazados por otro animal, o pueden llegar morir naturalmente al cabo de un tiempo sin poder reproducirse, o pueden llegar a reproducirse y formar pequeños grupos que igualmente pueden morir después y, finalmente, podría ocurrir el escenario más preocupante: llegar a tener una gran capacidad de reproducción y expandirse a costa de la biodiversidad nativa, convirtiéndose en especies invasoras.”
Como no es posible saber a ciencia cierta, ni con total certeza, qué va a pasar, la profesional asegura que “lo mejor es prevenir la introducción de especies exóticas que luego tratar de remediar el problema, pues esas soluciones son, por lo general, difíciles de lograr por completo y traen consigo altos costos ambientales, económicos y sociales. Solo por citar los casos más conocidos para Colombia, están el caracol africano, la rana toro, el pez león y los hipopótamos.” (Lea: Hipopótamos en la sala: ¿qué más se necesita para actuar?)
Bohórquez explica que, aunque en el país sí hay algunos animales exóticos que pueden tenerse como mascotas de manera legal, el caso de los erizos representa un alto riesgo para los ecosistemas del país y las especies nativas, debido a las altas tasas de natalidad y reproducción que tienen.
Además, el veterinario asegura que pueden generar o causar afectaciones como consumo de la flora, depredación, introducción de enfermedades y competencia con las especies endémicas, ya sea por espacio o por alimento. “Muchas especies que provienen de otros países son portadoras de enfermedades que no son propias de especies nativas. Eso podría representar un riesgo para la fauna silvestre al propagarse y afectarlas”, añade.
Un estudio publicado en el portal ScienceDirect en abril de 2015, explica cómo lo que alertan los veterinarios ya ha ocurrido en otros países. El documento afirma que en Japón, donde es común la tenencia de los erizos africanos como mascotas, encontraron un parásito zoonótico en cuatro ejemplares de esta especie.
Se trata del Cryptosporidium, que puede afectar a mamíferos como terneros, caballos e incluso seres humanos, y del que se contagió el vendedor de una tienda de animales.
Además, el erizo europeo (Erinaceus europaeus), que también pertenece a la familia de Erinaceidae, como el erizo africano y que tiene comportamientos similares, está causando graves problemas ambientales en Nueva Zelanda.
La especie fue llevada por colonos a este país y debido a que no tiene depredadores naturales, se ha reproducido prósperamente y está amenazando a especies de lagartos nativos y de aves.
Aunque las realidades de estos países son distintas a las de Colombia, son algunos ejemplos de lo que especies exóticas como estas pueden causar en un ecosistema al que no pertenecen.
¿Qué hacer si conoce del comercio o tenencia de esta especie?
Las autoridades ambientales reciben este tipo de denuncias por vía telefónica o por correo. Ante la Policía Nacional se puede denunciar al 123, al correo dipro.arpae@policia.gov.co o a través de la página web de la Policía Nacional. Además, cada una de las corporaciones regionales que existen en Colombia reciben estas denuncias y tienen una ruta para darles un tratamiento adecuado.
“Toda especie exótica que es recuperada puede ser llevada a zoológicos o bioparques, donde se tendrán para exhibición o educación. Aunque la legislación colombiana estipula que podría utilizarse la eutanasia en estos especímenes para asegurarse de que no representen un peligro para la biodiversidad o el patrimonio natural, hasta el momento no se ha realizado ese procedimiento con ninguno de los animales recibidos”, explica Bohórquez.
Es importante recordar que al ser animales exóticos y no tener un ecosistema propio en el país, los erizos decomisados y rescatados están condenados a vivir en cautiverio por el resto de sus vidas. “Es por eso que frenar el tráfico de esta especie es importantísimo y que los colombianos tengan claro que no deben tenerlos como mascotas es esencial, ya que estos pertenecen a otros lugares del mundo donde podrían tener una vida plena y no representarían un riesgo para nadie”, asegura el veterinario.