Este 18 de febrero, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, y el ministro de Interior (e), Gustavo García Figueroa, enviaron una comunicación al Congreso, pidiéndole, con un mensaje de urgencia, que debata el proyecto de ley a través del cual se busca prohibir el fracking en Colombia.
El documento fue enviado a Efraín Cepeda, presidente del Senado; a Jaime Raúl Salamanca, presidente de la Cámara de Representantes; a Marcos Daniel Pineda, presidente de la Comisión Quinta del Senado, y a José Octavio Cardona, presidente de la Comisión Quinta en la Cámara.
Como señalan los ministros de Ambiente y del Interior, el proyecto de Ley 150 de 2024 es gran relevancia para el Gobierno Nacional y por eso solicitan que se lleve a cabo una deliberación conjunta en las comisiones.
En su carta, recuerdan que ese proyecto de ley es “fundamental para alcanzar las metas del Estado colombiano en materia de reducción de emisiones para hacer frente a la crisis climática, e impedir la ocurrencia de riesgos graves sobre la salud humana, la fauna y la flora local, el agua subterránea, entre otras afectaciones advertidas por la ciencia asociadas al fracking y a los yacimientos no convencionales”.
En palabras muy resumidas, además de prohibir el fracking, el proyecto de ley busca prohibir toda exploración y explotación de hidrocarburos en cinco tipos de yacimientos no convencionales, tal y como se lee en la carta enviada por Muhamad y Figueroa: las lutitas, las areniscas bituminosas, los hidratos de metano, el gas asociado a mantos de carbón y as areniscas y carbonatos apretados.
Luego de que se conociera la petición del gobierno, José Octavio Cardona, presidente de la Comisión Quinta en la Cámara, señaló que desde allí están “listos para atender, debatir, decidir y votar la solicitud que ha llegado de parte del señor Presidente Gustavo Petro”.
Sin embargo, es posible que no sea tan sencillo que este proyecto de ley prospere. Ya el año pasado, por ejemplo, el que había sido impulsado por el gobierno y, especialmente, por Susana Muhamad, terminó hundiéndose, luego de quela Comisión Quinta de la Cámara de Representantes no agendara el tercer debate.
La ministra siempre ha insistido, como dijo en aquel entonces, en que esta técnica “afecta no solamente los suelos porque ocupa espacios que deberían ser para la agricultura, que deberían ser para los humedales en grandes cantidades. Tiene altísimo riesgo de contaminación por ese cóctel de químicos usados para romper la roca y sacar el gas al agua subterránea, recurso absolutamente estratégico en la transición climática de Colombia”.
En la otra cara de la moneda, la industria ha señalado que esa técnica es uno de los caminos para que haya energía a mejores precios para los colombianos y para que el país tenga mejores reservas de crudo. En este artículo están expuestos de forma más amplia los diferentes argumentos que se han puesto sobre la mesa.
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