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Las abejas amazónicas sin aguijón, conocidas como las especies de abejas más antiguas del planeta, se convirtieron en los primeros insectos a los que se les otorga derechos en el mundo. Dos sentencias en Perú, se convirtieron en las primeras en declarar, tanto a estas abejas, como a sus hábitats, sujetos de derechos.
La primera ordenanza (33-2025-CM) fue emitida en la municipalidad provincial de Satipo. En esta se específica que estos insectos tienen derecho a existir y a mantener un número saludable de sus poblaciones; a condiciones climáticas ecológicamente sostenibles; a un medio ambiente sano y libre de contaminación y de otros impactos antropocéntricos que les causan daños físicos y a la salud. También señala que las abejas y sus hábitats deben gozar de un espacio libre de especies invasoras.
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“La Naturaleza es un todo… Los derechos reconocidos en esta Declaración no solo tienen por objeto garantizar la salud de las abejas amazónicas sin aguijón sino también del Amazonas como un todo, incluyendo la salud de sus componentes, todos los cuales poseen, como mínimo, los derechos fundamentales para existir, prosperar y evolucionar”, señala la ordenanza.
Recientemente, el 22 de diciembre, la municipalidad provincial de Loreto- Nauta, también se unió a la iniciativa, y se convirtió en la segunda región en adoptar esta estrategia de conservación.
Según un estudio publicado en la revista científica Ecología Aplicada y en el que participó el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), entidad del Ministerio del Ambiente, más del 50 % de los hábitats de las abejas sin aguijón, específicamente de Melipona eburnea y Tetragonisca angustula se encuentran hoy en zonas de alto riesgo de deforestación en la Amazonía.
Entre las principales amenazas para estas especies están la tala de árboles que sirven de hábitat de anidación para las abejas, la extracción ilegal de madera y la expansión de la frontera agrícola.
Según los especialistas, dice el Ministerio de Ambiente de este país, cuando se destruyen los árboles que sirven de nido, las abejas quedan sin la posibilidad de reproducirse y de mantener vivas sus colonias. Se rompen las redes de polinización, se reduce el intercambio genético y, en consecuencia, se pone en riesgo la estabilidad de los ecosistemas amazónicos. Este problema afecta tanto a la biodiversidad, a la conservación del bosque, como a las comunidades indígenas, que dependen de la meliponicultura para obtener miel, medicinas naturales y una fuente de ingresos.
“La abeja sin aguijón nos proporciona alimento y medicina, y es necesario darla a conocer para que más personas la protejan. Por eso, esta ley que protege a las abejas y sus derechos representa un gran avance para nosotros, ya que valora la experiencia vivida de nuestros pueblos indígenas y la selva tropical”, dijo Apu Cesar Ramos, presidente de EcoAshaninka de la Reserva Comunal Ashaninka, al diario The Guardian.
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