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Los indígenas no fueron escuchados por el Gobierno, otra vez

Las cuatro comunidades ancestrales de la Sierra Nevada, que viajaron dos días para llegar a Valledupar, se quedaron esperando el diálogo pactado para el pasado 23 de noviembre. Siguen sin escuchar sus voces.

Juliana Jaimes @julsjaimes

26 de noviembre de 2019 - 09:27 a. m.
La delimitación, conocida como “Línea Negra”, nació como separación ancestral de los pueblos indígenas. / Óscar Pérez - El Espectador
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Vestidos de blanco, con poporo en mano, el artefacto en el que se guarda la cal para mambear las hojas de coca que consumen durante el día, cerca de 100 indígenas se quedaron esperando una vez más. Vieron las cinco sillas vacías ubicadas en la parte frontal del salón de Valledupar, en donde había quedado de estar la ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, para hablar con los cuatro pueblos ancestrales de la Sierra Nevada de Santa Marta. (Lea: Indígenas piden suspender licitación ecoturística del Tayrona por falta de consenso)

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A las 9:30 a.m. del sábado 23 de noviembre aparecieron los delegados del Gobierno. “Lamentablemente, por las circunstancias que todos conocemos, el paro nacional del jueves pasado desembocó en unos acontecimientos bastante delicados en temas de orden público. El presidente Iván Duque le ordenó a la ministra quedarse en Bogotá acompañando a los demás jefes de cartera en esta situación”. Fueron las palabras con las que Manuel Aljure, director de Asuntos Indígenas y Minorías, rompió el silencio y se pronunció ante la comunidad ancestral que los esperaba. Los murmullos de descontento sonaron, muchos de los indígenas tuvieron que viajar hasta dos días para llegar allí. Incluso se escucharon las burlas de algunos a quienes no se les hizo raro el desplante.

Las sillas que 10 minutos antes estaban vacías, fueron llenándose con representantes del Gobierno: asesores de la Dirección de Ordenamiento del Ministerio de Cultura y de Asuntos Étnicos de la Agencia Nacional de Tierras, miembros del Diálogo Social del Ministerio de Agricultura, el director del ICAN e integrantes del Grupo de Conflictos del Ministerio de Interior, entre otros. Antes de que Aljure procediera a leer el orden del día y dar inicio formal a la reunión, José Luis Chimoskero, del cabildo gobernador wiwa, tomó el micrófono en nombre de los cuatro pueblos indígenas de la Sierra. Su respuesta fue contundente. Sin la presencia de ministros no había reunión. “Entendemos la situación que se está dando en el país, pero nosotros también hemos hecho un gran esfuerzo para llegar a este encuentro”, apuntó.

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La reunión, que se llevaría a cabo el 22 y 23 de noviembre, fue acordada entre los líderes indígenas y Gutiérrez, desde el 7 de septiembre. El encuentro tenía pactado la presencia de ministros con poder de decisión en el único tema que trasnocha a las comunidades ancestrales: la soberanía y protección de su territorio sagrado.

El 6 de agosto de 2018, durante el gobierno de Juan Manuel Santos, fue firmado un decreto en el que se ordenó proteger a los territorios que se encontraran bajo la delimitación de la llamada “Línea Negra”. La ley, lejos de ser un invento aislado de algún político, se remonta a una idea ancestral de los pueblos indígenas sobre la delimitación sagrada del terreno que habitan. Sin embargo, mucho más que ser áreas ambientalmente protegidas dentro de la Costa Caribe, la “Línea Negra” nació como una separación ancestral de los pueblos indígenas.

Cuentan que fueron los mismos dioses del sol, la tierra y el agua los que trazaron un mapa. Esa cartografía fue entregada solemnemente a los padres de estas etnias desde el comienzo de los tiempos. Todos son lugares estratégicos que marcan los espacios sagrados, en donde las comunidades deben llevar a cabo sus pagamentos y ofrendas espirituales. (Puede leer: Conectando la biodiversidad de La Guajira)

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Aunque desde la firma del Decreto 1.500 de 2018 se han desarrollado diálogos, los pueblos indígenas aún esperan un mapeo oficial y final que, desde la autoridad, remarque una vez más el territorio. Actualmente la “Línea Negra” cobija ciudades como Riohacha (La Guajira), Santa Marta (Magdalena) y Valledupar (Cesar), e incluye los cuatro resguardos indígenas dentro del área de influencia en donde los pueblos kogui, arhuaco, kankuamo y wiwa viven. En total son 25 municipios, tres corporaciones regionales y tres parques nacionales: Sierra Nevada de Santa Marta, Tayrona y Los Flamencos.

Este no es el inicio de los problemas de los pueblos indígenas, solo se convirtió en una forma oficial de llamar a un conflicto que se ha presentado a lo largo de la historia. Las cuatro comunidades de la Sierra Nevada son conscientes de que tener el control de los territorios es una utopía. Son lugares muy importantes para los departamentos del Cesar y Magdalena. Sin embargo, estas etnias solo piden acceder al territorio en los momentos sugeridos por los mamos para realizar los pagamentos y rituales que forjan su esencia indígena.

De igual forma, el decreto también habla de la consulta previa en las zonas para la construcción de cualquier proyecto, y ahí es donde empieza lo innegociable. “Pedimos que se revise realmente el direccionamiento que hay para la Sierra Nevada, siendo que no es un territorio para la explotación, y ese es el punto en el que ha venido el distanciamiento con los gobiernos que están defendiendo las políticas extractivistas”, señaló Jaime Luis Arias, cabildo kankuamo.

Aunque la agenda es extensa y los problemas de las comunidades abarcan la soberanía alimentaria, los cambios drásticos en el clima provocados por la extracción minera, la pérdida de plantas fundamentales para su cultura y el acceso denegado a sus lugares sagrados, los cabildos kogui, arhuaco, kankuamo y wiwa, en su esperada reunión con el Gobierno, solo querían abordar un tema que reúne todo: que el Estado asegure la conservación del territorio sagrado.

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Un solo elemento de muchos, que tal vez podrían abarcar, era todo lo que tenían en mente los cabildos y mamos, quienes en una reunión de más de cinco horas, realizada un día antes, expusieron todos sus argumentos para llevar una idea clara de lo que querían. (Le puede interesar: ¿Influyen los cultivos ilícitos en la deforestación de Colombia?)

24 horas antes del encuentro con el Gobierno, los cuatro cabildos fueron liderados por el mamo arhuaco, encargado de un ritual que sería de utilidad para el siguiente día. “Deben hacer un cilindro con las dos piezas de algodón que acaban de recibir. Estos elementos representan los pensamientos positivos. Son las ideas que nos harán limpiar las palabras y que nos permitirán defender nuestra tierra. Esperamos con todas las fuerzas que lo que transmitimos al Gobierno el día de mañana llegue libre de espinas, de obstáculos, para que la idea de conservar la vida sea entendida. Los pueblos indígenas somos nuestra palabra”, así concluyó la ceremonia el mamo, la más alta autoridad espiritual sobre la Sierra Nevada.

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Tal vez con un poco de esperanza, incredulidad también, ante la idea de que esa “palabra sagrada” tampoco iba a ser escuchada en esta ocasión.

Por Juliana Jaimes @julsjaimes

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