Hace algunos meses el río Suratá, que aporta el 40 % del agua que se distribuye en Bucaramanga y su área metropolitana, encendió las alertas de las autoridades de Santander y de sus habitantes. Durante el año pasado los niveles de mercurio alcanzaron valores históricos: llegaron a 55, 100 y 163 microgramos por litro, muy por encima de lo permitido en el país (1 microgramo por litro).
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Una de las causas de las altas concentraciones de mercurio es la actividad minera que se realiza en la provincia Soto Norte. De acuerdo con Katherine Andrea León, geóloga y máster en geociencias de la Universidad Industrial de Santander, esta problemática está ligada con el aumento de la minería en la zona y, a su vez, a la falta de control, vigilancia y regulación de la actividad por parte de las autoridades.
Solo en California, uno de los municipios que conforman la provincia Soto Norte, se estima que el 53,4 % de la población se dedica a esta actividad, lo que la convierte en la principal actividad económica del municipio, según la Alcaldía.
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Lo alarmante es que la mayoría de los mineros son informales, pero pese a la prohibición legal todavía hay quienes hacen uso del mercurio para extraer el oro de la zona. Esta práctica, dice Saulo Usma, especialista de agua dulce de WWF Colombia, trae graves consecuencias para el ambiente y para las personas que se pueden contaminar con el metal, bien sea inhalando, teniendo contacto físico directo o consumiéndolo a través de peces que ingieren el metal que se encuentra en el agua contaminada.
Las consecuencias de estar en contacto con ese metal, pueden ser muy graves: desde dolores de cabeza hasta trastornos neurológicos y del comportamiento, se lee en la página de la Organización Panamericana de la Salud.
Pero una suma de esfuerzos está tratando de resolver esa situación y “quitarle” el mercurio al agua.
A buscar el mercurio
Si bien más de la mitad de los mineros de California no cuentan con un título que les permita ejercer su actividad formalmente, en 2019 un grupo de 160 personas del municipio lograron, por primera vez, formalizarse y conformar Calimineros. Esta asociación, además de las labores de explotación, se ha enfocado en recuperar áreas intervenidas por la antigua minería.
“Hasta 2018 el Gobierno Nacional prohibió el uso del mercurio. Por eso, durante muchísimo tiempo, se usó este metal en la actividad minera. Aunque han pasado varios años, muchas áreas quedaron contaminadas no solamente en California, sino en las regiones donde se ha hecho esta actividad”, explica Jorge Abad Maldonado, gerente de Calimineros.
Durante el proceso de extracción de oro, de acuerdo con Abad Maldonado, los mineros extraen unas rocas que se trituran gracias a unas bolas de acero que cumplen la función de pulverizarlas, hasta que se vuelven arena. “Eso se echa en un barril al que se le agrega el mercurio, que en el momento de molienda termina siendo un imán para el oro”, agrega.
Esas arenas, también llamadas relaves, “quedan ahí al lado de la mina. Muchas veces no las botan porque aún tienen oro, pero conservan mercurio y otros metales tóxicos que van al medio acuático”, explica José Luis Marrugo, doctor en ciencias químicas y director del grupo de aguas, química aplicada y ambiental de la Universidad de Córdoba.
Pero, ¿cómo llega el mercurio al agua? Cuando llueve, poco a poco, las arenas contaminadas se desplazan gracias a la corriente del agua, al río Suratá que abastece de agua a 13 municipios de Santander.
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Según el docente, para recuperar ese mercurio se puede hacer tratamiento de arenas o de agua. “Hay dos maneras: extraer el mercurio, que es un proceso costoso, o se puede transformar el metal para que no genere peligrosidad”, afirma.
Calimineros, en asociación con la ONG estadounidense Pure Earth, una organización financiada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, que trabaja en Colombia desde 2016 apoyando las buenas prácticas en la minería para reducir la contaminación tóxica generada por el mercurio, acaba de dar un paso para descontaminar los relaves de California con la primera técnica: extrayendo el metal.
¿Cómo? En sus manos tienen una planta que cuenta con unas láminas de cobre que miden más o menos 30 x 30 cm, por las que pasan las arenas con agua varias veces. En ese proceso el mercurio se adhiere a las placas de cobre. Gracias a esto se puede eliminar hasta el 84 % del metal que contienen las arenas. Marrugo afirma que eliminar el 100 % es un proceso más complejo y costoso; por eso el gerente de Calimineros sostiene que quitar ese porcentaje es “un logro magnífico”.
Algo similar opina Gustavo Adolfo Guerrero, procurador Delegado para Asuntos Ambientales y Agrarios. Para él, la planta es un gran paso para la gestión de los residuos de la actividad minera y particularmente en la gestión del mercurio como una sustancia altamente contaminante.
El trabajo ahora será identificar donde están los relaves para poder hacerle el debido tratamiento. La planta permite procesar arenas que tengan incluso 15 años de haber sido usadas en el proceso de la extracción del oro. “El ejercicio consiste en recoger esos relaves que estén por ahí, mal dispuestos o que no tengan dueño, y luego disponerlos de una manera más segura”, indica Maldonado.
El proceso de descontaminar la mayoría de las arenas podría tomar dos años. Sin embargo, desde Calimineros reconocen que no será fácil encontrarlas todas. De igual manera, la planta tiene una ventaja, y es que se puede transportar, por lo que la idea es llevarla hasta los lugares donde estén las arenas.
¿Qué harán con el mercurio que se recupere?
La ONG Pure Earth, además de la planta, entregó a la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) la primera planta de almacenamiento temporal de mercurio, donde se dispondrá el metal recuperado de los relaves y, en general, de la minería ilegal.
“Santander es la primera región de Colombia que se va a encargar de hacer el almacenamiento del mercurio. Es un gran logro por ser los únicos en Latinoamérica y es de una importancia trascendental”, sostuvo Margarita Cabello, procuradora general de la nación, a través de un comunicado.
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La unidad de almacenamiento, que será manejada por la CDMB, la autoridad ambiental regional, tiene una capacidad de guardar hasta 300 litros exclusivos de mercurio metálico.
De acuerdo con Angie Tatiana Ortega, líder técnica y coordinadora de proyectos de Pure Earth, tener la unidad les tomó aproximadamente diez meses de trabajo, pues, “consolidar los principios técnicos de almacenamiento de una sustancia como el mercurio, protocolos de manejo y disposición de este metal, se ha convertido en un hito no solo de la ingeniería sino también logístico”.
El procurador encargado de asuntos ambientales sostuvo que esperan replicar pronto estas iniciativas en otras partes del país: “Lo necesitamos urgentemente para dejar de ser uno de los países más contaminantes por mercurio en el mundo”.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se estima que Colombia es el mayor emisor de mercurio per cápita en el mundo, y el tercer país que más contamina con este mineral, en todo el planeta.