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Hay unos organismos que, aunque son claves para los ecosistemas y para enfrentar los impactos del cambio climático, suelen pasar desapercibidos para la mayoría de las personas y, lo que preocupa aún más a los científicos, en los esfuerzos internacionales que existen para hacerle frente a la crisis climática: los hongos micorrízicos.
Aunque por su nombre pueda parecer complejo definirlos, se trata, en esencia, de la simbiosis (una relación en la que dos organismos obtienen beneficios), entre un hongo y las raíces de una planta. Su nombre, de hecho, tiene un origen griego, pues deriva de la palabra mycos, que corresponde a hongo, y rhizos, de raíz.
Para hacernos una idea de la importancia de estos hongos, la Sociedad para la Protección de las Redes Subterráneas (SPUN), una iniciativa científica global lanzada en 2021, menciona que estos “ayudan a regular el clima y los ecosistemas de la Tierra formando redes subterráneas que proporcionan a las plantas nutrientes esenciales”.
Además, absorben más de 13.000 millones de toneladas de CO₂ al año en los suelos, lo que equivale aproximadamente a un tercio de las emisiones globales procedentes de los combustibles fósiles.
Sin embargo, a los investigadores de la SPUN les inquieta que los hongos micorrízicos sean ignorados en las estrategias de cambio climático, las agendas de conservación y los esfuerzos de restauración. En los últimos días, su preocupación ha aumentado pues, tras adelantar un estudio, encontraron que más del 90 % de los ecosistemas de hongos micorrízicos subterráneos más diversos de la Tierra no están protegidos.
Para esta investigación, que fue publicada recientemente en la revista académica Nature, los científicos utilizaron más de 2.800 millones de secuencias de hongos muestreados en 130 países, para cartografiar la biodiversidad de los hongos micorrízicos subterráneos de la Tierra.
Tras esto, concluyeron que menos del 10 % de los puntos críticos de biodiversidad de este tipo de hongos se encuentran en áreas protegidas. Dicho de otra manera, el 90 % se encuentra en ecosistemas que no están protegidos. Esto, señalan los científicos en su estudio, “amenaza la reducción de carbono, la productividad de los cultivos y la resiliencia de los ecosistemas ante los fenómenos climáticos extremos”.
“Durante demasiado tiempo hemos pasado por alto los hongos micorrízicos. Estos mapas ayudan a paliar nuestra ceguera hacia los hongos y pueden ayudarnos a afrontar los urgentes retos de nuestro tiempo”, señaló Merlin Sheldrake, director de Impacto de SPUN.
De acuerdo con Michael Van Nuland, científico jefe de datos de SPUN, la idea con estos mapas es que sean más que herramientas científicas y “pueden ayudar a orientar el futuro de la conservación”. Con ese objetivo en mente, la Sociedad creo un aplicativo en línea para consultar el mapa.
“La seguridad alimentaria, los ciclos del agua y la resiliencia climática dependen de la protección de estos ecosistemas subterráneos”, agregó Van Nuland. Este mapa, esperan los científicos, puede convertirse en una poderosa herramienta para los responsables de la toma de decisiones. “Pueden buscar ecosistemas subterráneos en los que se prevé que habiten comunidades fúngicas únicas y endémicas, y explorar oportunidades para establecer corredores de conservación subterráneos”, concluyeron desde la SPUN.
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