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Mundial 2026: Colombia podría jugar en estadios bajo alerta climática

Un nuevo informe de las organizaciones Football for Future y Common Goal revela que el aumento de temperaturas, inundaciones y sequías amenaza con transformar los escenarios donde se juega el deporte más popular del mundo.El estudio advierte que 14 de los 16 estadios del próximo Mundial en Norteamérica ya superan los umbrales de seguridad climática.

Redacción Ambiente

10 de septiembre de 2025 - 12:08 p. m.
Miami, Houston, Monterrey y Dallas encabezan la lista de los estadios más vulnerables al clima, cada uno enfrentando entre 100 y 160 días de calor que hará imposible jugar para 2050. EFE/ Miguel Sierra
Foto: EFE - Miguel Sierra
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Las eliminatorias para el Mundial de Fútbol 2026 llegaron a su fin, y Colombia cerró su participación con una histórica goleada ante Venezuela. Todo apunta a una cita futbolística que emocionará a millones alrededor del mundo y que, de no tomarse medidas urgentes, podría convertirse en la última oportunidad de disfrutar de un Mundial en el norte del continente americano. Football for Future y Common Goal, dos organizaciones que impulsan el fútbol como herramienta de cambio social y ambiental, publicaron un informe que ofrece un análisis sin precedentes sobre cómo el aumento de las temperaturas, las inundaciones y las sequías transformarán los escenarios donde se juega el deporte más popular del planeta.

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El mundial masculino de 2026 será la edición más grande en la historia del torneo. Con 48 equipos, 104 partidos (frente a los 64 de 2022) y 16 estadios en tres naciones anfitrionas, EE. UU., Canadá y México, marca la primera vez que un Mundial es co-organizado por tres países. Si bien ediciones pasadas como Japón/Corea del Sur 2002 (20 estadios) y España 1982 (17 estadios) contaron con más sedes, ninguna ha combinado la escala transfronteriza, la diversidad geográfica y la complejidad logística del torneo que se jugará en 2026.

Los partidos se jugarán en cuatro zonas horarias y zonas climáticas muy diferentes, desde el calor árido de Monterrey y Guadalajara hasta las costas templadas de Vancouver y Toronto. Con miles de millones de personas sintonizando y millones cruzando fronteras, el mundial masculino de 2026 no solo puede ser la edición más vista hasta la fecha, sino también el torneo más complejo desde el punto de vista ambiental y operativo en la historia del fútbol.

Con datos que abarcan 16 estadios de la Copa Mundial de 2026, futuras sedes para 2030 y 2034 y 18 canchas de base vinculadas a leyendas del fútbol como Messi, Salah y Pelé, los hallazgos marcan un punto de inflexión para el papel del fútbol en la crisis climática.

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El fútbol esta caliente

El fútbol ya está sintiendo los efectos de la crisis climática, desde el calor extremo y las inundaciones hasta la disminución de la seguridad de los jugadores y la interrupción del acceso al fútbol base. En Inglaterra, país donde se realizó parte de este informe (y donde nació este deporte), cada año se cancelan cerca de 120.000 partidos de fútbol base debido al mal tiempo, y uno de cada cuatro clubes profesionales enfrenta un riesgo anual de inundación proyectado para 2050. Estos datos muestran que el impacto del cambio climático en el fútbol no es algo lejano ni hipotético; ya se está sintiendo en todas las categorías del deporte.

El fútbol de élite tampoco escapa a esta realidad. En el último año, desastres climáticos ampliamente reportados interrumpieron competiciones en distintos continentes: inundaciones obligaron a posponer partidos de La Liga en Valencia, mientras que el huracán Milton y los incendios forestales en California afectaron encuentros de la MLS y la NWSL en costas opuestas de Estados Unidos. Incluso los grandes torneos internacionales se han visto impactados: tanto la Copa Africana de Naciones (AFCON) como la Copa del Mundo han tenido que reprogramar partidos debido a condiciones climáticas inseguras para jugadores y espectadores. Durante el Mundial de Clubes de la FIFA 2025 en EE. UU., se registraron retrasos e interrupciones por calor extremo y tormentas eléctricas severas, incluyendo suspensiones por rayos en Nueva Jersey y California. (Puede ver: Los malabares que hace el cerebro para entender el sarcasmo)

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Sin embargo, las conversaciones sobre el clima a menudo se quedan en círculos de especialistas. El informe está diseñado para romper esa burbuja, llevando el riesgo climático a la corriente del fútbol e iniciando una conversación global sobre el futuro del deporte.

Utilizando el modelado climático de Jupiter Intelligence (una plataforma de análisis de riesgos climáticos físicos, diseñada para ayudar a empresas, gobiernos e instituciones financieras a comprender, planificar y mitigar los impactos del cambio climático en sus operaciones y activos), el análisis evalúa tres amenazas clave: calor extremo, sequía y clima extremo/inundaciones. Los hallazgos revelan que de los 16 estadios que albergarán el torneo, 14 ya superan los umbrales de seguridad para los principales riesgos climáticos. Es decir, ya están experimentando condiciones peligrosas para las personas y el juego, como calor extremo, inundaciones repentinas, vientos fuertes y escasez de agua.

Más preocupante aún, se proyecta que casi el 90% de estos recintos enfrentará condiciones de calor extremo para el año 2050, un factor que podría poner en riesgo tanto a jugadores como a espectadores. Entrando en detalles, el informe proyecta que para el año 2050, se estima que 14 de los 16 estadios que albergarán el torneo enfrentarán días con un WBGT (Wet Bulb Globe Temperature) superior a 32°C en un escenario de altas emisiones de gases de efecto invernadero, conocido como SSP5-8.5. Este umbral no es trivial: es el punto en el que los descansos para refrescarse se vuelven obligatorios durante los partidos, tanto para proteger a los jugadores como para salvaguardar la seguridad de los espectadores.

El panorama se torna aún más crítico cuando se considera que 11 de los 16 estadios superarán los 35°C WBGT, un límite señalado por los científicos climáticos Steven Sherwood y Matthew Huber en 2010 como la frontera de la adaptabilidad humana al calor extremo. A partir de este umbral, los mecanismos naturales de enfriamiento del cuerpo empiezan a fallar, lo que incrementa el riesgo de insolación, deshidratación y otras emergencias médicas. Esto afecta no solo a los jugadores en el campo, sino también a los miles de aficionados que ocupan las gradas, exponiéndose a condiciones potencialmente peligrosas durante los partidos.

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Para ponerlo en contexto, el Mundial de 2022 en Catar tuvo que ser reprogramado de junio-julio a noviembre-diciembre precisamente para evitar temperaturas extremas que promediaban entre 34 y 35°C. Sin embargo, muchas de las ciudades anfitrionas de 2026 ya registran niveles de WBGT cercanos o superiores a este límite de seguridad, incluso décadas antes de que se materialicen los peores escenarios climáticos proyectados.

Miami, Houston, Monterrey y Dallas encabezan la lista de los estadios más vulnerables al clima, cada uno enfrentando entre 100 y 160 días de calor que hará imposible jugar para 2050, junto con múltiples riesgos compuestos, incluyendo inundaciones repentinas, vientos extremos y escasez de agua. (Vea: La NASA encuentra una “posible biofirma” de vida antigua en Marte)

El impacto del cambio climático no se limita a los estadios de élite. Dos tercios de los campos de juego de base, aquellos donde crecieron íconos como Lionel Messi y Mohamed Salah, se enfrentarán a mediados de siglo a condiciones de calor que serán inseguras o incluso imposibles para practicar fútbol. Casos específicos muestran escenarios extremos: el campo infantil donde jugó Troost-Ekong en Nigeria podría experimentar casi cinco meses al año con temperaturas insoportables, mientras que el campo de Tim Cahill en Sydney podría verse afectado por inundaciones de hasta siete metros durante eventos climáticos extremos.

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Las sedes de fútbol base en el Sur Global, sin embargo, son las más afectadas. Enfrentan en promedio 7 veces más días de calor que harán imposible jugar que las sedes del Norte Global, a menudo careciendo de los recursos necesarios para la adaptación.

El informe también incorpora la perspectiva de los aficionados, captando la voz de la comunidad futbolística. Una encuesta realizada a 3.600 fanáticos en Estados Unidos, Canadá y México reveló un fuerte compromiso con la acción climática: el 96% de los fanáticos mexicanos, el 90% de los canadienses y el 87% de los estadounidenses consideran que la Copa del Mundo debería servir como un modelo global de liderazgo climático. La ciencia muestra que si no se logran los objetivos climáticos antes de 2030, los sistemas planetarios de la Tierra corren el riesgo de cruzar puntos de inflexión irreversibles. Cada fracción de grado ahora da forma a un mundo diferente, y esta década es la última oportunidad para elegir el futuro en el que queremos vivir, advierten los autores de la investigación.

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El mensaje que los científicos quieren dejar con esta investigación es claro: el cambio climático no es una amenaza futura, ya está afectando el fútbol y seguirá moldeando la forma en que se juega el deporte más popular del mundo.

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