Hace tres meses, una petición firmada por cerca 3 mil personas exhortaba al gobierno peruano a construir un aeropuerto internacional. ¿La razón? el lugar escogido para la obra era en la comunidad de Chinchero, ubicada entre Machu Picchu y la ciudad de Cusco. Esta zona se conoce como "la desembocadura del Valle Sagrado" y representa, palabras más palabras menos, la puerta por la que se accede hoy a la ciudad inca.
Su construcción, advertían los firmantes, amenaza la conservación "de uno de los conjuntos patrimoniales más importantes del mundo". No obstante, un comunicado del Ministerio de Transportes y Comunicaciones de ese país ha anunciado que arrancó la ejecución. (Lea: Comunidad científica de Perú se opone al aeropuerto en zona arqueológica en Cusco)
"Tengan la seguridad de que este proyecto va a ser histórico porque le vamos a poner todo el esfuerzo, toda la dedicación y la transparencia para que se lleve adelante y podamos tener el aeropuerto que se espera para el primer destino turístico que es el Cusco". Esa fue la declaración del presidente Martín Vizcarra sobre este proyecto que carga con más de un opositor.
Una de las críticas que más se ha pronunciado frente al proyecto es Natalia Majluf, historiadora de arte del Centro de Estudios Latinoamericanos en Cambridge University. La experta, quien colgó a principio de año la petición en Change.org, asegura que la obra "además de afectar la integridad de un complejo paisaje inca, construir un aeropuerto en el entorno del Valle Sagrado tendrá efectos irreparables por el ruido, el aumento del tráfico y la urbanización descontrolada".
Otra académica, Gabriela Ramos, también lidera la causa. En unas declaraciones para CNN, esta historiadora dejó en claro los interrogantes ambientales que el gobierno no está previendo con la obra. “¿A dónde irán las aguas residuales? ¿A los lagos cercanos? No hay un plan sobre cómo lidiar con eso”.