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Plan Nacional de Desarrollo: sin energías fósiles no hay paraíso

Urge que haya en el PND una contabilidad, con bases científicas e ingenieriles sólidas, de la energía fósil que se necesitará para la transición energética.

César Pulgarín*
10 de marzo de 2023 - 06:30 a. m.
Genérica Opinión EE
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Foto: Diego Peña Pinilla

Entre cuatro y cinco millones de colombianos no crecen normalmente a nivel corporal y cerebral por desnutrición crónica. Esta es una razón suficiente para que el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2023-2026, presentado al congreso, busque “crear riqueza para cerrar brechas a la discriminación” ¿Y quién podría estar en desacuerdo con que el plan se centre prioritariamente en los compatriotas con hambre aguda o crónica, y también en el otro 40% de ellos que está en fragilidad económica y social de diversa índole? (Lea Al pensar en su transición energética, Colombia debería mirar a sus mares)

El plan tiene 5 ejes principales: ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental; seguridad humana y justicia social; derecho humano a la alimentación; transformación productiva, internacionalización y acción climática; y convergencia regional. Todo ello con líneas transversales relacionadas con la paz, las mujeres, la igualdad, las víctimas, los niños y adolescentes, las comunidades étnicas, los jóvenes, las personas con discapacidad y el campesinado. (Lea Así se ha gobernado la biodiversidad colombiana en 60 años)

Un gráfico de la página 132 del PND muestra que el 75% de las necesidades energéticas del país son cubiertas con energías fósiles. Como ahora, en los próximos 20-30 años una buena parte del cemento, acero, polímeros, metales y diversos otros minerales, y materiales indispensables para la construcción de la infraestructura y de las maquinas previstas para cumplir el PND, seguirán siendo fabricados o extraídos con combustibles fósiles, pues las opciones tecnológicas sostenibles para ello están actualmente en estado embrionario.

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Esto significa que, sin un incremento en la disponibilidad de combustibles fósiles, no se podrán construir, ni hacer el mantenimiento de lo previsto en el plan como guarderías, comedores escolares, escuelas, universidades, hospitales, ancianatos, viviendas de interés social y campesinas, centros para discapacitados, albergues para habitantes de la calles, acueductos, alcantarillados, plantas de tratamiento de aguas residuales, carreteras, ferrocarriles, puentes, aeropuertos, puertos fluviales y marítimos, hoteles para acoger los nuevos turistas, fábricas para la diversificación de la industria, cuarteles para el ejército y policía, centros culturales y deportivos, sedes cooperativas, sistemas de riego, centros de recolección agrícola, centros de reforestación, torres e instalaciones para la conectividad digital etc., etc.

También se requerirán combustibles fósiles para conectarse dentro de Colombia y con el mundo, pues la gran mayoría de los buses, camiones, buques, aviones, helicópteros indispensables para el cumplimiento del plan, consumen combustibles fósiles. ¿Cómo alcanzar el objetivo de hambre cero sin abonos nitrogenados y tractores que requieren combustibles fósiles para su fabricación? ¿Cómo exportar, por ejemplo, los productos de una economía diversificada más dinámica, e importar lo que no producimos sin buques transoceánicos para los que todavía no hay alternativas energéticas sostenibles? Tampoco hay opciones energéticas sostenibles para los aviones que llenarán sus tanques en los aeropuertos y podrán así conectar los habitantes de las regiones y devolver a sus países los millones de nuevos turistas extranjeros ¿Y cómo proteger las fronteras y combatir el crimen sin helicópteros militares movidos con combustibles fósiles?

A mediano plazo, tampoco se vislumbran tecnologías que substituyan los combustibles fósiles en la fabricación de lo requerido para la transición energética como hidroeléctricas, componentes de parques eólicos y solares, baterías para el almacenamiento de la energía y electrificación masiva del transporte, electrolizadores para producir hidrógeno verde, bombas de calor, sistemas de captación de energía geotérmica, centrales térmicas para completar el servicio de fuentes intermitentes, sistemas de secuestración de dióxido de carbono, etc.

¿Cuánta energía fósil se necesitará para simultáneamente crecer e iniciar la transición energética y la adaptación climática?

Urge en el PND una contabilidad, con bases científicas e ingenieriles sólidas, de la energía fósil que se necesitará para cumplir lo mencionado anteriormente. No solo para los cuatro años del plan pues, en este tema vital, es importante considerar escenarios proyectivos a 20-30 años que tracen cronogramas de transición energética, en función de diferentes condiciones y variables. Las cifras y los tiempos obtenidos, permitirán conocer el ritmo al que se sustituirán los combustibles fósiles por energías más sostenibles y, consecuentemente, las necesidades de explotación y exploración futuras.

Esto es particularmente importante en un país que depende mayoritariamente de energías fósiles y con un estado del conocimiento científico y tecnológico que no permite visionar, a mediano plazo, soluciones técnicas para cambiar aceleradamente de paradigma. Es una tarea impostergable para cumplir los objetivos de este plan, de los futuros y también transitar, sin improvisación y sobresaltos, en la transición energética.

Frente a los márgenes de error elevados de los modelos dinámicos predictivos utilizados en estas áreas, parecería sensato ser conservador y prever reservas de combustibles fósiles voluntariamente amplias (inclusive sobreestimadas) para asegurarse así un aprovisionamiento nacional mientras que van emergiendo las energías alternativas durables que substituyan las fósiles. Aunque, muy acertadamente, el plan propone crear un instituto de investigación en transición energética, sería sensato no esperar su creación para que se presente un diagnóstico preciso, con perspectivas cifradas, no solo sobre las energías fósiles, sino también sobre las necesidades de metales y materiales indispensables para ir ganado en autonomía en las tecnologías de la transición energética.

También sería útil que el PND construya escenarios cuantificados sobre las medidas, trabajos e infraestructuras que serán necesarias para la adaptación a los efectos del cambio climático. Por ejemplo, a la subida inevitable del nivel de los mares y el aumento de la frecuencia de tempestades y lluvias torrenciales, con su corolario de derrumbes, inundaciones y mutaciones de la urbanización, del mundo agrícola, educativo y profesional. Para combatir y/o adaptarse a estos eventos y cambios, las energías fósiles son también fundamentales y su cantidad debería ser estimada, aunque sea aproximadamente, para poder prever las reservas necesarias.

¿Qué propone el PND en la lucha contra el cambio climático global?

En el PND está implícito que Colombia no podrá pasarse de energías fósiles en un futuro cercano y que un crecimiento apoyado en ellas será necesario para disminuir las brechas de miseria y pobreza, asegurar la transición energética, adaptarse y protegerse de los efectos del cambio climático. Pero esto no le impide ser ambicioso en la mitigación del cambio climático global pues busca combatir la deforestación y promover prácticas agrícolas y ganaderas más sostenibles que son las áreas donde Colombia tiene el mayor impacto y margen de mejora.

El aporte de Colombia será, entonces, importante para no sobrepasar aun más los equilibrios y límites naturales del planeta que ponen en riesgo una parte importante de vida y el precario equilibrio de las sociedades más frágiles. Está también implícito en el plan que la contribución a la remediación del impacto de la actividad humana no puede ser la misma para habitantes de países con consumo elevado de bienes materiales y energía, que para millones de colombianos que están en la precariedad, incluyendo niños a los que no les han “crecido” ni siquiera el cuerpo y el cerebro.

Por ejemplo, en lo que concierne el cambio climático, cada habitante de los Estados Unidos genera 14,6 toneladas de dióxido de carbono por año mientras que un colombiano, solo 2,2 toneladas. Puesto que estos valores son promedios, se puede inferir que los más pobres de Colombia contribuyen muy marginalmente al cambio climático. Entonces, nos solo en el plano de la justicia social y económica, sino también ecológica y energética, la priorización en el PND de un crecimiento de infraestructura y servicios para los más frágiles de nuestros compatriotas, apoyado en en energías fósiles, es plenamente justificable.

El hecho de que, en el contexto colombiano, haya que crecer para hacer pasar de infrahumana a humana la vida de millones de los nuestros, no impide reconocer la necesidad de desvelar los excesos “ecocidas” de otra parte de la población nacional y mundial que ha erguido un altar a los dioses del consumo y del despilfarro. Quienes nos ocupamos de estudiar la materia y sus transformaciones estamos confrontados cotidianamente con la necesidad de respetar la ley de la balanza de masas. Una implicación práctica de ella es que no se puede sacar indefinidamente materia de un sistema si esta no se renueva a la misma velocidad que se extrae. Por ejemplo, no se puede sacar peces de un lago a una velocidad mayor que la de su reproducción. Y si el sistema no es renovable, como el de los combustibles fósiles, su extracción terminará inevitablemente por agotarlos.

Esto significa que, frente a la incapacidad de los mayores generadores de gases de invernadero en ponerse de acuerdo para limitar su uso por razones climáticas, tarde o temprano, estaremos obligados a construir sociedad sin estos combustibles bajo una presión climática mayor que si su utilización se hubiese limitado. Tampoco se renuevan muchos metales y minerales que no son reciclables a 100% y que son consumidos en cantidades exponencialmente crecientes para las tecnologías de transición energética y de movilidad eléctrica. Frente a estas evidencias, aparece incomprensible que se pueda mantener el crecimiento infinito a nivel global como dogma económico dominante, casi religioso, en un planeta que tiene la misma dimensión y masa desde hace miles de millones de años. Para un simple químico, la extracción y utilización infinita de bienes materiales finitos es una aberración conceptual de la que ya se observan sus efectos catastróficos como cambios de temperatura, sequías, inundaciones, pérdida de biodiversidad, contaminación del agua y los suelo, epidemias, ciclones…

¿Y cómo hacer para tener lo que necesita el PND y no producimos?

El texto dice que las gigantescas tareas del PND se ejecutarán con estabilidad macroeconómica. Entonces, cae de su peso que, mientras que no dispongamos de la las bases científicas y tecnológicas suficientes para una transición energética acelerada, es importante que el PND proponga una hoja de ruta más explícita para que, en los próximos 20-30 años, tengamos suficiente energía fósil no solo para hacer crecer los más frágiles y protegernos de los efectos del cambio climático, sino también para poder obtener las divisas que permitan comprar lo que no tenemos mientras que otras actividades económicas toman fuerza y substituyen la venta de combustibles.

En mi trajinar de investigador en Colombia, he constatado que la cuasi totalidad del material sofisticado usado en los laboratorios de investigacion no se produce en el país. Una situación comparable, en porcentajes variables, se observa con los aparatos hospitalarios, industriales, de transporte e, inclusive, los sistemas generadores de energía sostenible no convencional y no convencional. Así, por ejemplo, por el momento no fabricamos grandes turbinas hidráulicas, componentes de paneles solares, hélices de las generadoras eólicas, baterías de alta capacidad. La intensiva y creciente utilización de metales y otros materiales en estas tecnologías claves en la transición energética y en la reindustrialización de la economía, hará que su demanda y, consecuentemente su costo, aumenten y se necesitarán más recursos para acceder a ellas como resultado de una competición mundial con países más ricos que nosotros.

Sin energías fósiles abundantes es actualmente imposible no solamente construir y hacer funcionar la infraestructura y las maquinas que requiere el PND, sino también fabricar masivamente las instalaciones para generar energías renovables convencionales y no convencionales, hacer los trabajos de protección y adaptación al cambio climático y disponer del dinero para comprar una parte de lo que no producimos.

Esquirla

¿Es posible cumplir un PND ambicioso con una ciencia nacional Liliputiense? Puesto que Minciencias dispondrá de solo 500 mil millones de pesos (0.11% del PIB), nos queda esperar que los 3,2 billones asignadas a la investigacion para los próximos dos años en el fondo de regalías, que también proviene de la explotación de combustibles fósiles, no se queden enredados en viacrucis burocráticos y politiqueros. Sobre la importancia de la ciencia en el desarrollo de un país, les invito a leer: La investigación en Ciencia y tecnología es una herramienta poderosa para salir de la pobreza | EL ESPECTADOR

*Profesor emérito, Ecole Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL) / Institut de Sciences et Ingénierie Chimiques (ISIC)

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Por César Pulgarín*

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