Basta estar un par de minutos en alguna red social como Facebook o Instagram, mirando planes turísticos en Medellín, una de las ciudades que mayor cantidad de visitantes atrae anualmente en el país, para encontrar que, en ciertas publicaciones, se publicite el avistamiento de hipopótamos (Hippopotamus amphibius), una especie invasora con grandes impactos negativos sobre la biodiversidad de Colombia.
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En algunos planes se incluye la visita al “lago de los hipopótamos”, un cuerpo de agua vecino al Parque Temático Hacienda Nápoles, en Puerto Triunfo (Antioquia) —a poco más de tres horas en carro desde la capital del departamento—, en donde está la principal población de este gran mamífero. Otras publicaciones ofrecen, directamente, avistamientos de esta especie en el río Magdalena, a donde han escapado desde hace décadas. Estos últimos planes oscilan entre los $270.000 por persona y $380.000 por pareja.
Al panorama que se puede rastrear en redes sociales, el biólogo Andrés Felipe García, director de la Fundación Bioethos, suma ofertas similares a quienes visitan la región y que pudo evidenciar de primera mano hace algunos meses. Si hiciera falta otro ejemplo de cómo el hipopótamo se ha convertido en un referente para el turismo de esta zona de Antioquia, valdría la pena recordar la imagen con la que se encontraron hace algunos años investigadores del Instituto Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional, cuando adelantaban uno de los estudios más exhaustivos que se ha hecho sobre estos animales: en la Oficina de Turismo de Puerto Triunfo se destacaba a esta especie como uno de los referentes de la región.
Al hecho de que existe un vacío de información sobre el turismo de observación con hipopótamos que se desarrolla en el país, García, quien adelanta un doctorado en Gestión del Turismo en la Universidad Autónoma de Occidente (México), añade el riesgo al que se enfrentan operadores y turistas al hacer parte de estos “tours" y destaca el incentivo perverso que puede representar esta actividad al implementar el plan de manejo para controlar a esta especie invasora.
Por eso, en un reciente artículo que publicó en la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales hizo un llamado a “abordar esta problemática desde un enfoque interdisciplinario que evalúe la estructura y operación del turismo de observación de hipopótamos, sus impactos diferenciados en distintos sectores de la comunidad, la relación entre beneficios económicos y riesgos asumidos, los efectos sobre especies nativas y ecosistemas, y las implicaciones para el manejo de la especie”.
Mientras se avanza en un estudio de estas características, el biólogo recuerda por qué el turismo de hipopótamos en Colombia no es una buena idea. Si bien es consciente de los impactos negativos, advierte que el Estado y los gobiernos, en los diferentes niveles, deberían volcarse a la región para ofrecer alternativas económicas.
Una actividad ilegal y peligrosa
Lo primero que comenta García es que en la resolución 0346 de marzo de 2022, en la que el Ministerio de Ambiente declaró al hipopótamo como especie exótica invasora, se prohibió explícitamente “la comercialización, movilización, fomento, tenencia, reproducción, propagación, con cualquier propósito”, de esta especie. Por eso, continúa el biólogo, las actividades turísticas centradas en hipopótamos son ilegales. “Se hace por debajo de cuerda o de manera clandestina, por eso se hace difícil acceder a la información”, agrega García.
Pero, más allá de la dimensión legal, lo que más les preocupa al biólogo y a otros investigadores es la seguridad de los turistas y los operadores, y el hecho de que el turismo se pueda convertir en un obstáculo para que se avance en la implementación del plan de manejo.
“Nosotros hemos hablado con los operadores turísticos porque es una actividad muy peligrosa”, dice David Echeverri, jefe de la Oficina de Gestión de la Biodiversidad, Áreas Protegidas y Servicios Ecosistémicos de Cornare, la autoridad ambiental que más ha tenido que trabajar con esta especie. Entre los riesgos que reseña Echeverri está la posibilidad de que el motor de las lanchas se apague, dejando expuestos a las personas a un posible ataque de un animal que pesa más de cuatro toneladas.
Además de los riesgos asociados a esta actividad, García considera que el desarrollo de una industria turística “constituye un incentivo económico para mantener o incluso aumentar la población de hipopótamos”. Esto podría darse tanto por el existente mercado ilegal de venta de crías, como por la oposición de la población a cazar, esterilizar, translocar u confinar a los animales. “Si hay personas que se ven beneficiadas por el turismo van a propender por sus intereses”, agrega el biólogo. Todo esto, en una región donde la mayor parte de su población le encuentra “el gusto” a ver a la especie, como reveló el estudio que el Humboldt y el ICN hicieron en 2022.
Promocionar la imagen y mercantilización de los hipopótamos como una atracción turística, teme García, además de normalizar su presencia, podría potenciar su impacto ecológico y social. Algunos de estos, vale la pena recordar, son la competencia por los recursos con otros animales, el desplazamiento de especies, la transmisión de enfermedades, la contribución de grandes cantidades de materia fecal que sobrecarga las lagunas y la compactación del suelo.
García y Echeverri, de Cornare, coinciden en que una de las causas de esta problemática son las dificultades económicas que enfrentan varios de los operadores turísticos. El funcionario de la autoridad ambiental lo resume recordando parte de la conversación que tuvo con alguien de la región: “Si aparece un gringo y quiere ver hipopótamos, pues yo voy”.
Por eso, dicen ambos, para empezar a atajar el turismo ilegal de hipopótamos, las alcaldías, la Gobernación y el Gobierno nacional deben ofrecer alternativas económicas a quienes se dedican a estas actividades. “El desarrollo y el fortalecimiento de iniciativas de ecoturismo centradas en especies y ecosistemas nativos”, agrega García, son una alternativa viable y sostenible.
A esto, el biólogo agrega la necesidad de campañas de sensibilización que estén dirigidas a los turistas en las que informen sobre los peligros y la ilegalidad del turismo con hipopótamos y que esté ubicada en puntos estratégicos, como aeropuertos y terminales.
¿Cómo va el plan de manejo de los hipopótamos invasores?
Hace casi diez meses, Susana Muhamad, exministra de Ambiente, firmó la resolución 0774 en la que se adoptó el Plan para la Prevención, Control y Manejo de los hipopótamos. Las estrategias que se contemplan para este fin son la caza de control, la translocación y el confinamiento, así como las alertas tempranas y la intervención social, que están más centradas en la población que se ve afectada por la presencia de esta especie.
A pesar de que la esterilización no está contemplada como una estrategia por sí sola, sino que se considera un paso previo para la translocación o el confinamiento, esta ha sido la acción que más se ha implementado en el país. Según le confirmó Echeverri a este diario, Cornare esterilizó a 20 individuos entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024, siguiendo un compromiso adquirido con el Minambiente tras la firma de un convenio.
Como hemos explicado en ocasiones anteriores, varios científicos han criticado que la respuesta con los hipopótamos se esté centrando en la esterilización. “Aunque en principio podrían limitar el crecimiento de la población, el impacto esperado no es el que se requiere dada la situación actual del proceso de invasión biológica”, nos decía hace unos meses Sebastián Restrepo, director de la carrera de Ecología de la Universidad Javeriana, quien comenta que, en octubre de 2022, en el país había entre 181 y 215 hipopótamos. Si no se implementan acciones de manejo, apuntaba el estudio del Humboldt y la Nacional que sirvió como base para adoptar el plan de manejo, la población de estos mamíferos podría superar los 1.000 en 2037.
Este año, confirmó Echeverri, no se firmó ningún convenio para seguir esterilizando hipopótamos, por lo que las esperanzas siguen estando en una posible translocación de 30 individuos a India. Consultados por este diario, el Ministerio de Ambiente señaló que por el recorte presupuestal de orden nacional “para la presente vigencia no se logró incorporar (...) acciones de ejecución del plan de manejo por prioridades del sector en otros ámbitos”. Frente al posible traslado de los animales, la cartera afirmó que no han recibido respuestas positivas o de confirmación para iniciar con el proceso.
Mientras tanto, García, que hizo parte de una mesa de expertos que convocó el Ministerio de Ambiente en noviembre de 2024, confirma que los protocolos para la caza de control y la translocación ya están listos, pero que lo difícil será la implementación y reconoce que “no es políticamente favorable”.
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