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La manera en que se conduce un vehículo incide directamente en la cantidad de combustible que consume. Factores como la aceleración, el tipo de vía, el estado del motor y, especialmente, la velocidad promedio mantenida durante el trayecto, tienen un impacto notable en el rendimiento del carro. Una de las inquietudes más comunes entre los conductores es: ¿cuál es la velocidad adecuada para ahorrar gasolina? Si bien moderar la conducción es una recomendación básica, existen otras prácticas técnicas que pueden optimizar el consumo y contribuir, al mismo tiempo, al cuidado del bolsillo.
De acuerdo con Pablo Sáenz, piloto experto de Michelin, existe un rango de velocidad que favorece el ahorro de combustible, especialmente en carretera. “Generalmente, se considera que la velocidad óptima para maximizar la eficiencia está entre los 80 y 90 km/h”, explica. En ese intervalo, el motor opera de forma estable y eficiente, sin que la resistencia del aire genere un esfuerzo adicional significativo. Superar esa franja, según indica, obliga al motor a exigir más potencia, lo que se traduce en un mayor consumo de gasolina.
La relación entre velocidad y revoluciones por minuto (RPM) también resulta determinante. Según Sáenz, a medida que se incrementa la velocidad, el motor debe aumentar las RPM, lo que implica un mayor esfuerzo energético. “Aunque los motores modernos están optimizados para ciertos rangos de funcionamiento, mantener velocidades elevadas de forma constante puede desajustar ese equilibrio y elevar el gasto de combustible”, destaca.
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Otro aspecto técnico relevante es la aerodinámica del vehículo, ya que, según el piloto experto, la resistencia del aire aumenta de forma exponencial con la velocidad, especialmente por encima de los 90 km/h, lo que exige al motor más energía para mantener el ritmo. Cuando el diseño del carro no favorece el paso del aire, esa fricción se convierte en un obstáculo adicional que incrementa el consumo, incluso si el motor está bien calibrado.
La situación cambia radicalmente en entornos urbanos, donde las paradas constantes y los arranques frecuentes dificultan la eficiencia. “Cada aceleración demanda una cantidad considerable de combustible. En cambio, al mantener una velocidad constante, aunque sea baja, el motor puede trabajar de forma más estable”, aclara Sáenz.
En vehículos con transmisión manual, el uso adecuado de las marchas también marca la diferencia. “Si se conduce en una marcha muy baja a velocidad alta, el motor va sobre revolucionado y consume más gasolina”, advierte el piloto.
A su vez, conducir en una marcha alta a baja velocidad somete al motor a un esfuerzo innecesario. Por eso, lograr una sincronización adecuada entre velocidad y cambio de marcha resulta clave para mantener la eficiencia.
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Recomendaciones para viajes largos
En cuanto a la conducción en carretera, Sáenz propone una serie de prácticas clave para mantener el equilibrio entre velocidad, consumo de combustible y seguridad. Estas acciones, simples, pero efectivas, contribuyen a mejorar el rendimiento del vehículo durante trayectos prolongados:
- Planifique el viaje con anticipación: evitar congestiones y elegir rutas con tráfico fluido permite mantener una velocidad constante y reducir el número de paradas innecesarias.
- Utilice el control de crucero (si está disponible): esta función ayuda a conservar una velocidad constante en carretera, reduciendo el consumo por aceleraciones innecesarias.
- Evite aceleraciones y frenadas bruscas: una conducción suave permite aprovechar mejor el combustible y reducir el desgaste de los componentes.
- Revise la presión de las llantas: mantener los neumáticos inflados según las especificaciones del fabricante disminuye la resistencia al rodamiento y mejora el consumo.
- Reduzca el peso innecesario: viajar con el baúl sobrecargado o transportar objetos no esenciales aumenta el esfuerzo del motor.
- Uso del aire acondicionado: este sistema exige energía adicional al vehículo; usarlo con criterio puede traducirse en un ahorro tangible.
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