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En la transición hacia vehículos definidos por software, las actualizaciones OTA (Over-The-Air, por sus siglas en inglés) se consolidan como un elemento primordial en la configuración y el funcionamiento de los carros modernos. Esta tecnología, que inicialmente se popularizó en dispositivos como teléfonos celulares, computadores y tabletas, ha comenzado a integrarse de forma decisiva en el sector automotor, impulsando la transformación de los vehículos tradicionales en plataformas conectadas, más inteligentes y con capacidades ampliadas.
De acuerdo con el Real Automóvil Club de España (RACE), entidad especializada en automovilismo y seguridad vial, las actualizaciones OTA permiten a los fabricantes enviar de forma inalámbrica mejoras y correcciones directamente al sistema del vehículo. A través de una conexión a internet y con la autorización del usuario, estas intervenciones remotas pueden descargarse e instalarse mientras el vehículo está detenido —generalmente durante la noche—, sin necesidad de acudir a un taller o concesionario.
La evolución de los carros ya no se limita al ámbito mecánico. Actualmente, muchas de sus funciones clave —como la climatización, el sistema de navegación GPS o el reproductor multimedia— se gestionan mediante interfaces digitales. En este contexto, las actualizaciones OTA permiten optimizar la experiencia tanto del conductor como de los pasajeros, al tiempo que garantizan el funcionamiento eficiente de varios sistemas.
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Actualizaciones OTA: ventajas clave para conductores y fabricantes
La importancia de las actualizaciones OTA en los vehículos actuales radica en su capacidad para mantener el software actualizado, incorporar nuevas funciones, mejorar la seguridad y corregir errores sin intervención física. Esta adaptabilidad continua permite que los vehículos permanezcan vigentes frente a los avances tecnológicos, incluso años después de haber salido del concesionario.
Según el RACE, las actualizaciones OTA representan una herramienta versátil con impacto directo en varias áreas:
- Conveniencia: Eliminan la necesidad de visitar un concesionario, permitiendo a los usuarios acceder a mejoras de manera remota, con un menor impacto en su rutina.
- Seguridad mejorada: La actualización remota de sistemas críticos, como los de asistencia en la conducción o prevención de colisiones, contribuye a mantener estándares elevados de seguridad activa y pasiva.
- Reducción de costos: Para los fabricantes, estas actualizaciones constituyen una alternativa eficiente a las campañas de revisión masiva, disminuyendo costos logísticos y operativos, y beneficiando en algunos casos al consumidor final.
- Personalización: Facilitan la adaptación de funciones del vehículo a las preferencias del usuario, agregando valor a la experiencia de conducción.
- Análisis de datos en tiempo real: Permiten a los fabricantes recopilar información sobre el rendimiento y uso de sus vehículos, anticipando fallas o áreas de mejora.
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Actualizaciones frecuentes
Sonatus, empresa especializada en soluciones de software para la industria automotriz, destaca que, en los últimos años los fabricantes de vehículos han buscado un mayor control sobre su propio software o, al menos, han exigido a los proveedores de subsistemas que cumplan con estándares definidos y que sus plataformas sean compatibles con actualizaciones periódicas.
La competencia en el sector también ha acelerado esta tendencia.
“Fabricantes líderes como Tesla, Mercedes-Benz, BMW y algunas marcas chinas ya ofrecen actualizaciones mucho más frecuentes a sus sistemas de control. De acuerdo con análisis del sector, la mayoría de estas actualizaciones introducen nuevas funciones, seguidas por correcciones de errores —una categoría en crecimiento— y, en tercer lugar, por mejoras relacionadas con ciberseguridad”, destaca la compañía.
Diferencias entre vehículos eléctricos y aquellos con motor de combustión interna
Uno de los requisitos clave para llevar a cabo una actualización OTA es que el vehículo esté “activado”. Aunque esto puede parecer evidente, implica diferencias sustanciales según el tipo de motorización.
Sonatus explica que, en los vehículos convencionales con motor de combustión interna (gasolina o diésel), los sistemas eléctricos no están completamente operativos a menos que el motor esté encendido. “Muchos de estos automóviles ofrecen un ‘modo accesorio’ que permite el funcionamiento limitado de algunos subsistemas, como la radio o los elevalunas eléctricos. Sin embargo, en ese estado, la mayoría de los módulos electrónicos no recibe alimentación suficiente, ya sea porque dependen del motor en marcha o porque están diseñados para activarse solo cuando este está encendido”, destacan.
Por su parte, los vehículos eléctricos pueden operar todos sus sistemas sin necesidad de “arrancar” el motor, ya que no requieren un ciclo de combustión. De acuerdo con la compañía especializada en software, por diseño, mantienen activos varios subsistemas de forma permanente, como los encargados de la gestión energética o la supervisión del estado de la batería. Esto permite que, incluso estando estacionado y sin intervención del conductor, un vehículo eléctrico permanezca plenamente funcional.
“Si bien tanto los vehículos eléctricos como los de combustión interna pueden recibir actualizaciones OTA, las características de su arquitectura eléctrica y la forma en que gestionan la energía hacen que, en los modelos convencionales, el proceso sea más limitado y requiera mayor participación del conductor”, concluye el análisis de Sonatus.
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