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La presión de aire en las llantas es un factor determinante para la seguridad, el rendimiento y la eficiencia de un vehículo. Sin embargo, muchos conductores desconocen su importancia o no saben cómo verificarla correctamente. Una presión inadecuada puede comprometer la estabilidad del carro, acelerar el desgaste de las llantas y afectar el consumo de gasolina.
Según Camilo Millán, responsable de Marketing de Producto para autos y camionetas en Michelin, la información sobre la presión adecuada se encuentra en tres lugares: “en una etiqueta ubicada en el marco de la puerta del conductor, en la tapa del tanque de combustible o en el manual del propietario del vehículo”. Seguir estas indicaciones es importante, ya que la presión de inflado ha sido optimizada por el fabricante para ofrecer el mejor desempeño y seguridad.
Millán también enfatiza que mantener la presión recomendada mejora la seguridad en la conducción, optimiza el agarre de las llantas y previene problemas como el desgaste prematuro o incluso el riesgo de una explosión. Además, la carga del vehículo y la cantidad de pasajeros influyen directamente en la presión de inflado. “Cuando un carro transporta más peso del habitual, se requiere un ajuste en la presión para garantizar una distribución uniforme de la carga y mantener la estabilidad”, señala el experto.
En estos casos, el fabricante establece una presión específica, conocida como ‘presión de carga’, que debe aplicarse en viajes largos o cuando se transportan cargas adicionales. Ignorar estas recomendaciones puede generar un desgaste irregular en las llantas y afectar el desempeño general del vehículo.
Otro aspecto clave es la diferencia entre la presión recomendada por el fabricante y la presión máxima indicada en la llanta. La primera está ajustada a las condiciones específicas del vehículo, garantizando seguridad, eficiencia y un desgaste uniforme. En cambio, la presión máxima representa el límite superior que la llanta puede soportar sin riesgo de daños estructurales. “Inflar las llantas hasta este valor no es recomendable, salvo en los casos en los que coincida con la especificación del fabricante, ya que podría comprometer el desempeño del vehículo y acelerar el desgaste de los neumáticos”, advierte Millán.
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Consecuencias de una presión inadecuada en las llantas
Circular con una presión inadecuada puede generar una serie de riesgos que comprometen la estabilidad, el consumo de combustible y la vida útil de las llantas.
Cuando la presión está por debajo de la recomendada, las llantas pierden adherencia y pueden afectar seriamente el control del vehículo. La presión se mide en libras por pulgada cuadrada (PSI, por sus siglas en inglés), una unidad que indica la cantidad de aire dentro de la llanta y su capacidad para soportar el peso del vehículo. Millán explica que “una reducción de entre 3 y 7 PSI en condiciones de suelo mojado puede disminuir hasta en un 50% la superficie de contacto con el asfalto debido al efecto de aquaplaning, aumentando el riesgo de pérdida de control”. Además, esta condición acelera el desgaste irregular de la banda de rodamiento, reduciendo la vida útil de las llantas.
Si la presión es hasta 15 PSI inferior a la recomendada, las consecuencias son aún más severas. Además del aumento del riesgo de aquaplaning y del desgaste anormal, se genera un exceso de calor en los componentes de la llanta, lo que puede provocar daños irreversibles e incluso una pérdida repentina de presión. En cualquier escenario de baja presión, también se incrementa el consumo de combustible, ya que la resistencia al rodaje es mayor y el motor debe esforzarse más para mover el vehículo.
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Por otro lado, una presión excesiva en las llantas también conlleva riesgos. Inflarlas por encima del nivel recomendado afecta el confort de la conducción y genera desgastes irregulares. “Por ejemplo, una reducción de 5 PSI en la presión recomendada puede incrementar el consumo de combustible hasta en un 1,2%, mientras que una disminución de 15 PSI puede aumentar el consumo hasta en un 6%”, destaca Millán.
Es normal que las llantas pierdan presión con el tiempo, por lo que se recomienda verificarla al menos cada 15 días. Para obtener una medición precisa, la revisión debe realizarse cuando las llantas estén frías, es decir, después de haber estado en reposo al menos una hora o de haber recorrido menos de 3 kilómetros en ese periodo.
Finalmente, Millán recomienda utilizar un manómetro confiable para garantizar una lectura precisa y ajustar la presión conforme a los valores indicados por el fabricante. Aunque algunos vehículos cuentan con un sistema de monitoreo de presión de llantas (TPMS), este solo emite alertas cuando la presión es considerablemente baja, por lo que no sustituye la necesidad de controles periódicos. “Realizar estas verificaciones con regularidad es clave para mantener la seguridad, la eficiencia y el correcto desempeño del vehículo”, concluye el experto.
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