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Mazda CX-5 Signature en Colombia: todocamino, turbo... ¿deportiva y premium?

¿Cómo rueda en Colombia el carro más vendido de la marca en los últimos años?

Nicolás Fernández
01 de octubre de 2022 - 02:00 p. m.
Mazda CX-5 Signature en Colombia: todocamino, turbo... ¿deportiva y premium?

Diseño, potencia y confort: tres palabras que se asocian, se repiten y componen en propiedad o con sus sinónimos la mayoría de productos que llegan a conformar el, aunque creciente, escaso –en unidades disponibles, claro– mercado de automotores en Colombia y el mundo.

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Sin embargo, solo en un reducido número de casos puntuales aquella somera, superficial y sobre todo trillada descripción es real, tiene fundamentos. CX5, el best seller de Mazda a nivel global (casi cuatro millones de unidades en el mundo entre 2012 y 2022, más de 380.000 en 2021) hace parte de ese grupo.

En su versión de mayor equipo para Colombia, o tope, la Signature Touring, CX5 es un crisol de tendencias y filosofías que abarcan lo mecánico y lo estético. Eso que a grandes rasgos da vida a un vehículo, una SUV y un símbolo moderno de una marca japonesa que bien sabe impregnar de su ADN a cada uno de sus carros.

Herencia de valor

Aunque también está disponible a nivel local con motor de dos litros, es la opción de 2.5 la que hereda el propulsor más propositivo de Mazda. El bloque, presente, por ejemplo, en un ícono como Mazda3, y el generoso –en dimensiones– CX-9, incorpora para este caso un turbo de presión dinámica que eleva sus prestaciones frente al atmosférico del mismo cilindraje.

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Son no menos de 420 Nm de torque los que entrega CX-5 apenas la aguja del tacómetro acaricia las 2.000 rpm. Unos 228 caballos de potencia se suman a la ficha que complementa el tren motor con una transmisión automática de seis velocidades, con modo manual y levas tras el volante.

Allí, al volante, lo subjetivo se materializa. La SUV más vendida de Mazda en todo el globo es precisa en ciudad. Para este escenario, el modo de manejo Normal encaja y marida con precisión. La respuesta al pedal derecho es adecuada, sin aceleraciones bruscas o cabeceos de más; aunque bien alguna tosquedad de la suspensión saldrá a relucir.

En carretera el desempeño es superlativo. Aun con una carga de 300 kilogramos, accionar el modo Sport es descubrir una dinámica poco común en vehículos de su tamaño (4.475 mm de largo y 1.705 kg de peso), con una insonorización acorde a un segmento premium, un volante firme que brinda seguridad y menos de 6,5 segundos para alcanzar los 100 km/h desde cero.

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Incluso, aquellos destapados, comunes en la siempre montañosa geografía colombiana, pueden recorrerse con alguna facilidad, especialmente en los poco pronunciados, donde la tracción integral del vehículo y el modo off-road configuran una conducción especializada para el contexto.

Los consumos, siempre variables a diversas condiciones, fueron de 30 km/gal en ciudad a una altura de entre 2.000 y 2.500 m.s.n.m.. En carretera, a una constante de 80 km/h –con modo crucero, no incluye uno adaptativo– llega hasta los 70 km/gal. A un ritmo menos mesurado, el panel de instrumentos (con pantalla de 7”) indicó unos 45 km/gal.

También en su interior

La configuración dentro de la cabina es relativa y fácil de asociar con vehículos alemanes de un segmento superior. En algunos rubros, los supera. Hay una mayoría de materiales blandos y una composición que augura longevidad. La distribución es tan Mazda como el logo que brilla en medio del volante, con líneas y molduras que permiten un prolijo confort.

Hereda aquello bueno y también lo menos agradable. En superficies de constante contacto –como en medio de la consola central– aparece aquel sensible y delicado black piano que con el tiempo proyecta líneas en cualquier dirección. También el sistema de cámaras, con opción de 360 °, que, aunque cuenta con líneas guía, no le viene mal un par de pulgadas más de proyección, así como una mayor definición de imagen.

El sistema multimedia (pantalla de 8”) ofrece conectividad con los principales sistemas operativos de forma inalámbrica. También funciona la mayor parte del tiempo por medio de una rueda tras el selector de marchas, algo que reduce la desconcentración del conductor ante el camino, pero que en líneas generales parece poco intuitivo.

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Pocos ruidos exteriores invaden la cabina y, no hay que pasarlo por alto, la ergonomía de los asientos en ese cuero napa marrón es ideal en recorridos de larga duración. Hay ajuste eléctrico para piloto y copiloto y el sistema de sonido, con sus diez parlantes, está firmado por Bose.

Siempre Mazda

Con diez años en un mercado de crecientes volúmenes como el de las SUV, CX-5 conserva esa silueta clásica que, al parecer, mantendrán las versiones de una aparentemente próxima tercera generación.

Es Mazda por donde se mire, con líneas arriesgadas y pronunciadas que contrastan con la armonía aerodinámica de cada unidad que despachan las factorías de los japoneses. Para esta actualización resalta una línea cromada en el contorno de la parrilla frontal, adornada por luces LED automáticas, con sensores de luz y exploradoras de la misma tecnología.

En seguridad, CX-5 da un paso delante de sus competidores con una calificación de Top Safety Pick+ del IIHS. El paquete de seguridad incluye sistemas ABS, EBD, asistencia de frenado, control dinámico de estabilidad, control de tracción, seis bolsas de aire, asistente de arranque en pendiente, monitoreo de punto ciego y tráfico cruzado, asistencia de permanencia de carril, entre otros.

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CX-5 es otro de los tantos productos de Mazda que en mayor medida cumple con lo que promete. Adecuado para viajar en carretera o moverse en ciudad, el que hoy es el tercer carro más vendido de la marca en Colombia (con 1.802 unidades, detrás de las 1.877 de Mazda2 y las 5.240 del CX-30) llega a un precio de $195’000.000 en esa versión turboalimentada de mayor equipo, la misma que se resume en diseño, potencia y confort.

Nicolás Fernández

Por Nicolás Fernández

Periodista de autos y creador de secciones como Líderes del Mercado y El Mecánico Recomienda.nefernandez@elespectador.com

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