Sebastián Saavedra es un joven de grandes retos. Está cerca, muy cerca de convertirse en el tercer piloto en competir en las 500 Millas de Indianápolis, que se cumplirán el 30 de mayo y que este sábado hoy clasificarán a los primeros 24 corredores de la grilla. Es novato y está en proceso de aprendizaje, pero después de lo realizado en los días previos a la clasificación tiene la seguridad de que están a sólo una milla y media de velocidad para meterse dentro del grupo de protagonistas.
“Puede sonar a que no es mucho, pero hay que ser conscientes de que en el automovilismo eso es significativo y más cuando todo se mide en milésimas de segundo. Pero no es imposible. En cinco días hemos mejorado cinco millas y sé que podemos lograrlo”, le dijo a Autos el piloto de 19 años de edad, desde los Estados Unidos.
¿Y cómo se logran? Saavedra, quien ha estado acompañado por el antioqueño Roberto José Guerrero, un veterano de mil batallas y quien se dio el lujo de marcar la ‘pole’ en la temporada de 1992, tiene clara la respuesta: “Estamos todavía pesados en la parte aerodinámica y conociendo los números vamos a ser más agresivos. Muchas gente piensa que la aerodinámica sólo consiste en pegar el auto al piso, pero estamos trabajando en lo opuesto, y es despegarlo un poco, algo que es muy nuevo para mí. Cuando movemos un grado el alerón, ganamos una milla, pero tenemos que tener cuidado al cuadrar el carro y no arriesgar demasiado”.
Los últimos días han sido intensos para él. Logró pasar con éxito la inducción de novatos y con el tiempo ha encontrado una mayor velocidad; como consecuencia de ello “los objetivos cambian cada día. Primero nos enfocamos en pasar la orientación de novatos y ahora queremos más. Pero si se trata de hablar de un objetivo personal, tengo que decir que mi meta es clasificar en el primer día, ganar el título de novatos y terminar la carrera”.
Sobre los consejos de Guerrero, Saavedra destaca: “Me pide mucha calma, porque esta es una pista loca. Es la mejor palabra para describirla, pues el viento cambia de dirección y uno puede pasar de 223 millas a 219 con facilidad. Me dijo, ‘bienvenido a Indianápolis’. y tiene razones para decirlo”.
Por lo pronto, el bogotano sigue disfrutando de este momento, que, más que un sueño para él, es el mejor premio a su trabajo. “Sin duda, sé que esta experiencia me va a ayudar mucho en mi vida deportiva. Tenemos desventajas, pues no tenemos información de telemetría ni cómo compararnos con otro piloto, pero me sobran muchas ganas y deseos de ser protagonista”.