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Además del crecimiento de los senos, algunas náuseas, calambres, los desbalances hormonales o la ganancia de peso, el embarazo transforma el cuerpo de muchas maneras, incluyendo la actividad normal del útero.
Las contracciones uterinas son algo completamente normal, y ocurren cuando los músculos de esta zona se tensan y se relajan, sobre todo al acercarse la fecha del nacimiento del bebé. Pero, ¿es normal sentirlas antes? ¿Cómo identificarlas y saber cuándo es preciso solicitar ayuda de un profesional?
En este proceso, básicamente, el útero se va preparando para la llegada del bebé. Por eso, en algunas ocasiones, el abdomen se pone un poco más rígido y aparecen las conocidas contracciones uterinas, aunque no tan intensas como las que marcan el inicio de un trabajo de parto. Algunas son casi imperceptibles y solo generan molestias leves.
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¿Cuáles son los tipos de contracciones que puede tener una mujer embarazada?
Como mencionamos, algunas aparecen mucho antes del parto y cumplen funciones distintas en el útero. Para compartir esta información, hemos respaldado los datos con los publicados por la Clínica Universidad de Navarra, en España.
- Contracciones leves (o “de ensayo”): suelen presentarse durante las primeras semanas y no son tan evidentes. Ocurren en baja intensidad, en una pequeña zona del útero y no afectan al bebé.
- Contracciones de Braxton Hicks: comienzan alrededor de la semana 20 a 30. Son irregulares: con “frecuencia menor de 1 cada 10 minutos”, asegura la clínica. Pueden provocar molestias, pero no son dolorosas. En este caso, ayudan en la maduración del cuello uterino, preparándolo para la dilatación real.
- Contracciones de parto: aparecen generalmente cerca de la fecha probable de nacimiento. Son intensas, dolorosas y duran mucho más. Se repiten cada pocos minutos, pueden irradiar dolor a la espalda baja y, a veces, van acompañadas del tapón mucoso (un flujo con un poco de sangre que indica que el cuerpo está listo para tener al bebé).
¿Cuándo debe preocuparse por las contracciones?
A veces las contracciones son intermitentes; es decir, van y vienen, y suelen ser molestas, pero no avanzan ni provocan dilatación. Eso es lo que se conoce como “falso trabajo de parto”.
Aún así, los indicios varían en cada mujer, como lo asegura el artículo de Stanford Medicine, que también consultamos para esta nota. Por eso, a continuación resumimos algunos síntomas que pueden indicar que hay que buscar asistencia médica lo más pronto posible:
- Dolor intenso en el abdomen bajo o en la zona lumbar.
- Secreción vaginal anormal. Por ejemplo, con mucosidad o sangre en el flujo que se expulsa.
- Molestias al orinar o infecciones urinarias que vayan acompañadas de las contracciones.
- Aparición de contracciones antes de la semana 37, pues puede ser signo de una amenaza de parto prematuro.
Ahora, cuando las contracciones son leves y llegan en forma de una molestia ligera, hay formas de hacer que el cuerpo se sienta más cómodo. Cambiar de posición, recostarse de lado, usar ropa más ancha y tomar una pausa para respirar, por ejemplo. También es importante no cargar peso ni hacer esfuerzos innecesarios y, por supuesto, sólo un profesional puede indicar analgésicos o relajantes musculares si la incomodidad lo requiere.
Por otro lado, si se rompe lo que coloquialmente llamamos la fuente, no importa si no hay dolor: es necesario acudir al hospital. Saber reconocer estas señales permite diferenciar entre contracciones normales y actuar a tiempo sin alarmarse de más.
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