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En los últimos años, el término cuffing season ha empezado a usarse para describir un tipo de vínculo que aparece, sobre todo, durante los meses del año en donde el clima es más frío -aunque pueda soñar extraño o parezca que no tiene mucho sentido-.
Es una forma de nombrar las relaciones que solo se establecen por un tiempo limitado y que no implican un compromiso formal. Relaciones en las que, más allá de su título, hay tratos amorosos y cercanía, y en donde también se construyen costumbres y rutinas, pero no acuerdos de futuro.
No necesariamente hay mala fe de por medio, pues, en muchos casos, las dos personas entienden que es algo temporal, aunque nunca lo conversen explícitamente. ¿Había escuchado sobre esto antes?
De qué se trata
Para entender por qué aparece la cuffing season también es necesario revisar el momento del año en el que nos encontramos. De acuerdo con el portal Psychology Today, este tipo de vínculos suele darse entre octubre, cierre del año y los primeros meses del siguiente, cuando aún estamos “recuperándonos” de las fiestas decembrinas, las reuniones familiares, las novenas y esa presión en ciertos discursos sobre la idea de que estas fechas se viven mejor en pareja.
Estar solo comienza a sentirse aún más, incluso para quienes no están buscando una relación formal. Y a eso se suma que, con el frío, al parecer, la vida social se reduce: hay menos planes y queremos estar más tiempo en nuestras casas. Todo eso puede hacer que la idea de compartir espacios reducidos con alguien resulte más atractiva, aunque no haya intención de construir algo a largo plazo por cualquier otro motivo.
Psychology Today también explica que este tipo de relaciones puede servir, justamente, para cubrir la necesidad de cercanía durante un periodo puntual. El problema es lo que cada persona espera del vínculo: si una parte imagina que la relación va a crecer y la otra la ve como algo momentáneo, seguramente, algo saldrá mal.
¿Qué pasa cuando ese vínculo termina?
De lo que casi no se habla es de qué pasa cuando ese momento del año se acaba. Según The Guardian, muchas de estas relaciones empiezan a diluirse cuando vuelve la vida social y aparecen las prioridades de nuestro día a día real, como el estudio o el trabajo.
Parece que ya no hay ni tiempo ni energía para invertir en algo que “no iba tan en serio”, aunque eso no quiere decir que la relación haya estado mal; simplemente cumplía una función muy ligada a ese periodo específico: “De hecho, un análisis de Facebook de 2012 que rastreaba la estacionalidad de las relaciones a partir de los cambios de estado reveló que, en los días cercanos a San Valentín y Navidad, muchas más personas se emparejaban que las que se unían a la soltería”, se lee en su publicación.
El problema, como dijimos antes, aparece cuando nunca se habló con claridad de qué se esperaba, porque el final puede ser confuso o doloroso. Por eso, antes de involucrarse en este tipo de vínculos, recomiendan hacerse preguntas básicas (y muy necesarias): si lo que se busca es compañía para ese momento, si hay conexión para algo más serio, o si, en el fondo, simplemente se está tratando de tapar la soledad que aparece, indiscutiblemente, en las épocas festivas.
La revista Vogue, en su artículo Cuffing season: salir con alguien sin salir con alguien, ¿me explico?, señaló también que estas formas de relacionarse no son nuevas y que lo único distinto es el nombre. Ponerle una etiqueta no las justifica ni las juzga, pero sí ayuda a reconocerlas y a hablar de ellas sin que parezcan una idea “gaseosa”, entendiendo que siempre existe la posibilidad que luego se transformen o, claro, se terminen.
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