Se han vivido días de indignación en Soacha tras el asesinato de tres jóvenes que fueron atacados en su vivienda, en el barrio Bellavista. Según las pesquisas del caso, el crimen está relacionado con un ajuste de cuentas entre bandas de microtráfico, uno de los principales flagelos que se viven en el territorio.
Contexto: Investigan el asesinato de tres personas en Soacha
Como resultado de la investigación que adelanta la Fiscalía, un juez envió a la cárcel a un hombre, por su presunta responsabilidad del asesinato, que ocurrió el pasado jueves 24 de septiembre. Los elementos probatorios indican que el sujeto procesado haría parte de una red delincuencial, conformada por extranjeros, señalada de vender droga en varias comunas del municipio.
El ente acusador imputó al hombre los delitos de homicidio agravado, y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes, los cuales, en la audiencia, no fueron aceptados.
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Las víctimas fueron José Carrascal (20 años), Farid Carrascal (23 años) y Javier Moreno (25 años), quienes según indican algunos testigos, fueron atacados por hombres que llegaron a la casa y que posteriormente huyeron por la parte alta del barrio. Dos de las víctimas murieron en el lugar, mientras que uno de ellos alcanzó a ser trasladado a un centro asistencial, pero no logró sobrevivir.
Este caso no solo ha generado indignación entre los soachunos, sino que además, fue uno de los motivos claves que tuvo el alcalde Juan Carlos Saldarriaga para despacharse en contra del Gobierno Nacional, al asegurar que este tipo de crímenes están relacionados con las faltas de garantías que tienen los jóvenes en materia de educación y oportunidades laborales.
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“El asesinato de estos tres jóvenes es un hecho reprochable. Es muy duro que nuestros jóvenes estén cayendo a manos del microtráfico y de estas bandas delincuenciales”.
No solo para el alcalde existe una relación directa entre la falta de educación y la delincuencia. Según John Anzola, experto en seguridad y convivencia, hay una deuda histórica con Soacha y configura un escenario de desigualdad y ausencia de oportunidades laborales, educativas y económicas. “Esto ocasiona que se formen organizaciones criminales, porque los jóvenes no tienen alternativas. Se convierten en presa fácil para las pandillas que, cuando se desmantela una, al otro día ya hay dos más. No se trata de que las personas quieran ser delincuentes, sino que no hay de otra”, señaló Anzola.