El fin de semana pasado, capturaron a un sujeto de 66 años, en el barrio Gibraltar, en la localidad de Ciudad Bolívar, minutos después de robarle la mascota a una mujer, que denunció el delito ante las autoridades.
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En contexto: Las caras del maltrato animal en Bogotá:entre la empatía y la impunidad
Debido a los antecedentes de maltrato animal del sospechoso —por casos previos de robo de perros—, la comunidad del barrio donde ocurrieron los hechos lo persiguió hasta su vivienda. Una vez allí, esperaron a que llegara la Policía para que realizara la debida inspección.
Al llegar al inmueble señalado, en efecto, la mascota de la denunciante estaba en el lugar. Sin embargo, lo más alarmante fue que había varios perros más. “Este procedimiento fue acompañado por la Unidad de Protección Animal de la alcaldía local de Ciudad Bolívar, toda vez que fueron encontradas otras mascotas que, al parecer, habrían sido hurtadas por este mismo hombre”, confirmó la coronel Bibiana Valencia, de la Policía de Bogotá.
“A la persona, en poder de la Fiscalía, la señalan de haber hurtado dos animales de compañía, lo que constituye un delito. Estas dos perras, y una tercera en manos del tenedor, posiblemente fueron abusadas sexualmente. En este momento tenemos las pruebas de uno de los animales y esperaremos los resultados. Recomendamos a las familias de los otros perros que, por favor, hagan los exámenes de rigor para comprobar si ocurrió abuso sexual”, señaló en su momento el director del Instituto de Protección y Bienestar Animal de Bogotá (IDPYBA), Antonio Hernández.
Si bien el Instituto le confirmó a El Espectador que aún no se conocen los resultados del análisis, ya es un hecho que, al menos una de las hembras rescatadas, sufrió vejámenes sexuales. “La gente se dio cuenta de que en esa casa pasaba algo, porque empezaron a ver que el tipo que vivía ahí entraba con perros y luego los animales salían sangrando”.
“La comunidad empezó a hacerle seguimiento a la situación y, el viernes pasado, cuando se robó una perra pastor alemán, la gente lo siguió, y así fue como descubrimos todo lo que pasaba en esa casa”, contó una proteccionista y defensora de los derechos de los animales de la localidad, quien prefiere no dar su nombre, por amenazas relacionadas con su labor.
“Lo más triste vino cuando entraron a la casa. Una de las perras estaba amarrada a una cama, sangrando, y la otra —la pastora— también estaba sangrando. Encontraron cadenas, bozales, medicamentos y cuerdas con las que se robaba los animales. Luego los amarraba para abusarlos”, añade.
El sujeto fue capturado en flagrancia y trasladado a la URI de Tunjuelito. Finalmente, a pesar de las pruebas señaladas, el hombre de 66 años quedó en libertad. “Nos dijeron que lo habían dejado en libertad, porque no fue capturado en flagrancia. ¿Y qué más pruebas necesitan? Es evidente lo que estaba haciendo".
“Además, todo lo que le estoy contando quedó grabado, por petición de los mismos policías que atendieron el caso. Pero ya pasó una semana y la Fiscalía aún no ha solicitado ese material probatorio. ¿Y mientras tanto, qué pasó? Esta persona ya se fue de la localidad, y puede que de la ciudad. Es increíble que lo dejen libre. Puede abusar de cualquier otro animal en cualquier lugar con total impunidad. ¡Es absurdo!”, sostiene la mujer, amenazada de muerte por intentar rescatar una perra en situación de violencia.
“Para muchos animales, la localidad es un infierno”
A raíz del caso, que fue “la gota que rebosó la copa”, un grupo de vecinos y proteccionistas se reunió el jueves 11 de septiembre, frente a la alcaldía local para exigir una mejor atención a los animales de la localidad.
“La protesta fue por varias cosas que demuestran que los animales no están en la agenda: animales que supuestamente están bajo custodia de la alcaldía y aparecen en potreros o basureros; se hacen contratos con una clínica veterinaria, para atender urgencias, pero tenemos varias denuncias; el tema de las esterilizaciones, que es lo más básico en casos de protección, no se cumple como debería; los atropellamientos son constantes. En fin, hay todo un cúmulo de circunstancias que deben robustecerse, de lo contrario, la situación, que ya de por sí es grave, podría desbordarse fácilmente”, señala la proteccionista.
Ante el descontento, Diego Arenas, alcalde de la localidad, se reunió con la comunidad para establecer acuerdos y darles pronta solución a los problemas señalados en las denuncias. “Que el alcalde nos reciba es un primer paso que celebramos, porque en casos relacionados con animales, suele suceder, que a las reuniones no asisten quienes pueden tomar decisiones, sino que envían delegados que toman apuntes y se van. En ese sentido, la idea es trabajar articuladamente para que, entre proteccionistas, alcaldía local, Distrito y ciudadanía podamos ofrecerle algo de dignidad a los animales”.
Con esto concuerda Nini, quien también prefiere ocultar su nombre por amenazas relacionadas con su labor como proteccionista. “Los hogares de paso y las fundaciones no dan abasto, tanto por la cantidad de animales como por los gastos que deben solventar. Todos los meses hacen malabares para financiar los gastos. Pero, a la par, el número de abandonos y de denuncias se mantiene igual. Es difícil que baje. Se necesita regularidad con las esterilizaciones; si dejan de venir un mes, la cifra vuelve y se dispara. También vacunas. Actualmente solo se da la antirrábica, pero hay otras, como la triple felina, que es clave, y no se aplican”, advierte.
Otras de las inconformidades tienen que ver con la atención de casos de maltrato. “Se atienden los casos más extremos, los de vida o muerte, digamos, pero casos menos graves, lamentablemente, son paisaje. Lograr una atención con un perro callejero es una lotería. Y sí, sabemos que el Instituto hace lo que puede y está pendiente, pero no es suficiente. El problema es grande. Y si a eso se le suma la total falta de compasión de una buena parte de la comunidad, que ya se acostumbró a ver perros y gatos famélicos y atropellados como parte de su cotidianidad, tenemos, además, un problema cultural, de educación y de leyes. Porque, ¿cómo es posible que una violación de un animal no sea un delito? Eso no se entiende”, advierte Nini.
Avanza la ley para tipificar la zoofilia
Y, en efecto, en Colombia, el abuso sexual de un animal actualmente se considera un agravante del delito de maltrato animal, pero no una conducta punitiva autónoma. Por ello, cursa en el Senado un proyecto de ley que busca crear un tipo penal independiente cuando hay un caso de zoofilia.
“Actualmente, el sistema judicial entiende los actos relacionados con zoofilia como una circunstancia de agravación punitiva. Esto tiene varias aristas que, por lo general, terminan generando impunidad. Por ejemplo, si no se comprueba que hay un maltrato físico evidente asociado a la violación, en muchos casos ni siquiera se puede abrir una investigación ni recibir una denuncia”, advierte la senadora Esmeralda Hernández, una de las cabezas del proyecto.
Una vez el delito sea independiente, tendrá unas circunstancias de agravación punitiva particulares. “Esto significa que la pena se puede agravar si el animal fue violado por dos o más personas, cuando sucede delante de un niño o en vía pública, o cuando la violación se use con fines de distribución pornográfica o para divulgarlo en medios, redes o en canales de comunicaciones internas.
Hay una lista de circunstancias puntuales que ampliarían las posibilidades de la pena. Con la aprobación de la Ley Ángel, las penas se aumentaron, y en ese sentido, lo que viene ahora con la ponencia es incrementar la pena que propusimos inicialmente para que tenga la misma dimensión que propone dicha Ley”, advierte la senadora.
Con las recientes denuncias de casos de abuso sexual a nivel nacional, y el caso de Ciudad Bolívar, que evidenciaría una conducta repetitiva y sistemática por parte del victimario, el proyecto tomó, de nuevo, la relevancia que necesita para pasar.
“Desde comienzos de este año, el proyecto lleva haciendo fila en la plenaria y siempre lo mantienen entre el puesto 20 y el puesto 30. Con los hechos recientes, y con todo el movimiento ciudadano y proteccionista sentando su voz de protesta e indignación, en este momento el proyecto está en el puesto siete. La expectativa es que se apruebe en plenaria la siguiente semana. Creemos que tenemos altas posibilidades de que salga aprobado”, señala la senadora.
Así las cosas, se espera que, teniendo en cuenta la pertinencia y la urgencia de que los actos sexuales contra animales sean un delito independiente, la presidencia del Congreso tenga en cuenta la gravedad de los casos recientes y escuche la voz de cientos de miles de ciudadanos del país que piden penas más severas para quien maltrate y menoscabe la integridad de un animal.
Lo ocurrido en Ciudad Bolívar marca un punto de quiebre que el país no puede darse el lujo de ignorar. En el corto plazo, la aprobación del proyecto de ley que tipifica la zoofilia como delito autónomo será una prueba concreta del compromiso del Congreso con la justicia y la protección de los más vulnerables.
Pero a mediano plazo, el reto es mayor: se requiere una transformación institucional que garantice atención oportuna, justicia efectiva y políticas públicas sostenidas para prevenir el maltrato animal. No basta con legislar; hace falta voluntad política, recursos y una reforma cultural profunda que desnaturalice la violencia contra los animales. Mientras el Estado no responda con contundencia, los victimarios seguirán actuando con la certeza de que sus crímenes no tienen consecuencias reales.
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