La mañana de este viernes la Alcaldía de Bogotá anunció una nueva restricción para los vehículos que ruedan a diario por la capital, pero que tributan en otros municipios: a partir de 2026 deberán cumplir pico y placa dos sábados cada mes.
Le puede interesar: “Ayudaremos a fijar el trazado de la tercera línea del metro”, directora de la ARM
La medida, presentada en una rueda de prensa encabezada por el alcalde Carlos Fernando Galán y su equipo de Movilidad y Hacienda, busca empujar a los propietarios a matricular sus carros en la ciudad donde realmente circulan.
El anuncio llega tras un diagnóstico que, según la administración, evidencia un desbalance sostenido entre el crecimiento del parque automotor y la proporción de vehículos nuevos registrados en Bogotá: mientras el número de carros que transitan por las vías aumenta año tras año, la matrícula local viene cayendo de forma persistente desde 2012. Galán señaló que entonces Bogotá tenía una participación del 37,3 % en los registros nacionales, pero la cifra se ha desplomado incluso cuando la demanda vial sigue al alza.
El desfase no solo es estadístico. La Alcaldía calcula que entre 2012 y 2015 la ciudad dejó de recibir cerca de un billón de pesos en impuesto vehicular, un dinero que terminó en las tesorerías de otros municipios pese a que los automotores se mueven principalmente en Bogotá.
Ese fenómeno —que hoy se refleja en que tres de cada diez carros en circulación pagan impuestos fuera de la capital— no es menor: implica menos recursos para obras y sistemas de movilidad, y al mismo tiempo deja a la ciudad cargando los costos ambientales y viales de esos vehículos.
El crecimiento del parque automotor “foráneo” también supera al local. Según las cifras expuestas, los carros matriculados por fuera de Bogotá aumentaron cuatro veces más rápido que los registrados en la ciudad, y en 2024 el crecimiento nacional del parque automotor (4,8 %) fue mucho mayor que el de Bogotá (1,1 %).
Es decir, hay más carros en las calles, pero menos aportando al presupuesto distrital.
Con ese telón de fondo, la administración defiende la nueva restricción como un incentivo —o una presión regulatoria— para alinear la matrícula con el uso real del vehículo.
Cobros por pico y placa solidario
Además de la implementación de pico y placa los sábados, la Alcaldía de Bogotá anunció un incremento en el costo del pico y placa solidario para los vehículos no matriculados en la ciudad. A partir de enero, los conductores de estos automotores deberán pagar entre un 20 % y 50 % más, según el tipo de vehículo y la frecuencia de uso. La medida busca compensar los efectos que generan estos carros en la movilidad urbana, como la congestión, la contaminación y la accidentalidad, y al mismo tiempo incentivar que los propietarios registren sus vehículos en Bogotá.
Aunque la administración sostiene que el aumento es un mecanismo para equilibrar la contribución de quienes utilizan la infraestructura de la ciudad sin aportar fiscalmente, también plantea un desafío económico para los ciudadanos. Los conductores deberán asumir un mayor gasto si desean seguir circulando los fines de semana, lo que podría generar resistencia y debate sobre la eficacia de este tipo de sanciones económicas frente a problemas estructurales de movilidad y transporte público en la capital.
Sin embargo, el anuncio abre preguntas sobre su efectividad: ¿qué tanto modificará el comportamiento de propietarios que migraron sus matrículas para pagar menos? ¿Y hasta qué punto castiga a quienes dependen del carro los fines de semana?
Más allá del anuncio, lo que se avecina es un nuevo pulso entre la necesidad de financiar la movilidad y la resistencia ciudadana a una regulación que, como tantas en Bogotá, busca corregir un problema estructural con un ajuste parcial.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.