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Cada esquina, cada cruce y cada semáforo recuerdan que acelerar puede costar vidas. En ese contexto, la capital colombiana se convirtió esta semana en la anfitriona del lanzamiento mundial de la guía “Diseñando para velocidades seguras”, un documento que busca transformar la manera en que se piensan y se construyen las calles del mundo.
La guía, elaborada por la Iniciativa Global para el Diseño de Ciudades (GDCI) —aliada de la Iniciativa Bloomberg para la Seguridad Vial Mundial— propone rediseñar las vías para que la prioridad sean las personas y no los vehículos.
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Su enfoque es claro: bajar la velocidad salva vidas. Según la evidencia citada en el documento, un peatón atropellado a 30 km/h tiene un 90 % de posibilidades de sobrevivir, mientras que a 60 km/h, esas probabilidades caen a apenas un 10 %.
“La forma en que diseñamos nuestras calles influye en quién vive y quién muere”, advirtió Skye Duncan, directora ejecutiva de GDCI, durante la presentación de la guía en la Semana de la Seguridad Vial.
El lanzamiento no es casual. Bogotá ha sido laboratorio urbano para repensar la seguridad en el tránsito. Resaltos parabólicos, intersecciones elevadas, cruces seguros y calles calmadas hacen parte de una estrategia que ya muestra resultados.
En vías críticas para la siniestralidad, como Guayacanes y la Av. Boyacá, el número de fallecidos por exceso de velocidad ha disminuido a cero desde la instalación de estas infraestructuras.
La nueva guía de GDCI recoge 89 ejemplos de seis continentes, desde Hanói hasta Budapest, pasando por Addis Abeba y Calcuta. Cada caso demuestra que el diseño urbano puede ser una herramienta de salud pública. La publicación ofrece herramientas prácticas: reducción del ancho de los carriles, cruces elevados, aceras amplias, ciclorrutas protegidas y zonas escolares de 30 km/h.
“Con esta nueva guía, las ciudades tienen herramientas concretas para diseñar calles que garanticen velocidades seguras. Esto cambiará las reglas del juego para salvar vidas”, dijo Claudia Díaz Acosta, secretaria de Movilidad de Bogotá.
La apuesta no solo apunta a reducir muertes. También busca recuperar el sentido humano del espacio público: calles más tranquilas, menos ruidosas, con menos contaminación y más espacio para caminar o pedalear. Según GDCI, estos cambios mejoran la equidad, la salud y la cohesión comunitaria, al tiempo que reducen las emisiones y la congestión.
Bogotá, una de las primeras ciudades en adoptar la Guía Global de Diseño de Calles (GSDG) en 2016, vuelve a estar en el radar internacional como ejemplo de cómo la ingeniería puede convertirse en una forma de cuidado.
“Diseñar para velocidades seguras” no es solo una guía técnica: es un manifiesto urbano que recuerda que detrás de cada cifra de siniestralidad hay una historia, una familia y una oportunidad de hacer las cosas distinto.
En lo corrido de 2025, 405 personas han fallecido en siniestros viales, de los cuales el 45 % eran motociclistas y el 40 % peatones. Además, la mayoría de víctimas son jóvenes entre los 18 y 34 años, y los hombres representan el 78 % de los casos fatales.
Continúe leyendo en la sección: Bogotá le apunta a ir más despacio para salvar vidas en el asfalto.
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