
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La crisis de basuras en la capital es una realidad latente en sus calles y avenidas con postales de esquinas llenas de bolsas de basura que muchos lamentan. Imágenes que en diciembre suelen incrementar debido a la temporada festiva que va acompañada de residuos por doquier y así mismo, las cifras de 2025 ya muestran que Bogotá estaría por llegar a su nivel más alto de producción de basuras.
Le puede interesar: La Navidad y el espejismo de un pulso por controlar el espacio público
Así lo confirmó el consorcio a cargo del Relleno Doña Juana en un reciente informe que devela el inminente aumento de basura generada por los ciudadanos de Bogotá a diario, un fenómeno que se suma a la incertidumbre y críticas por la gestión de residuos de la administración del alcalde Carlos Fernando Galán.
¿Qué reflejan las cifras?
En 2023, la ciudad produjo 2.186.891 toneladas de residuos, con un promedio diario de 5.991 toneladas; desde ese año, el aumento es paulatino y consistente. En 2024 la cifra ascendió a 2.225.256 toneladas, alcanzando 6.162 toneladas diarias; y en lo corrido de 2025, Bogotá ya registra 1.924.665 toneladas, con un promedio diario de 6.331 toneladas, la cifra más alta reportada hasta ahora.
Y es que, si bien Bogotá ha avanzado en campañas de reciclaje, aprovechamiento y economía circular, aún persisten desafíos relacionados con la infraestructura y la cultura ciudadana. De esta manera, las cifras apoyan la iniciativa de Andrea Pérez Cadavid, Gerente del Relleno Sanitario Doña Juana, quien hizo un llamado a fortalecer la educación ambiental, ampliar los puntos de recolección de residuos especiales y promover una participación activa de la comunidad.
“El reto no solo está en manejar más residuos, sino en hacerlo mejor. Cada gesto cuenta cuando se trata de proteger el ambiente y construir una Bogotá más limpia y sostenible”, indicó Pérez.
¿Cómo podemos aportar?
Algunos residuos requieren mayor atención que otros, lo cual hace que la tarea de separación sea clave en el flujo de la basura. Entre estos están los metales pesados, como pilas, baterías, bombillas, lámparas fluorescentes y aparatos electrónicos. Estos materiales pueden liberar mercurio, plomo, cadmio y cromo, sustancias que, al mezclarse con otros residuos, aumentan la complejidad del tratamiento de lixiviados y demandan procesos más rigurosos de control y manejo.
De igual forma, los residuos de origen sanitario, provenientes de centros de salud o de actividades domésticas que involucran fluidos biológicos, deben mantenerse separados de la fracción ordinaria. Gasas, guantes, jeringas, cortopunzantes y medicamentos vencidos o parcialmente consumidos requieren un tratamiento diferenciado.
“Cuando este tipo de residuos llega al relleno, algunos compuestos, por su resistencia a la degradación, pueden alterar la microbiología del sistema y afectar los procesos naturales de tratamiento. Prevenir su ingreso es una responsabilidad compartida que protege la salud y el equilibrio ambiental de la ciudad”.
Con la capital enfrentando su pico más alto de generación de residuos hasta ahora, la atención a la gestión de basuras no solo es urgente por los volúmenes récord, sino también porque el actual modelo de recolección por zonas, con contratos vigentes en cinco áreas de servicio exclusivo, está próximo a terminar y el otro año la capital tendrá que adecuar un nuevo modelo.
Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.
