Los delitos que generan más impacto entre los capitalinos registraron un aumento importante en 2024. Los homicidios, el hurto a personas en el transporte público, la extorsión y el uso de armas de fuego, según se denunció desde el Concejo, se instalaron en la cotidianidad de la ciudad y son el obstáculo que no ha dejado cumplir la promesa de campaña y de gobierno de la administración actual: que Bogotá camine segura.
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Teniendo en cuenta graves casos como el homicidio de cuatro personas en Suba (en menos de cuatro horas) o el ataque con arma de fuego a un ciudadano, que paseaba a su perro en Chapinero, cuando se resistió a un asalto, evidencia que las estrategias hasta ahora desplegadas, si bien en algunos sectores han dado resultados, más allá de las cifras, el grueso de la ciudadanía se acostumbró a vivir con una sensación de inseguridad constante, que no respeta horarios, estratos ni sectores.
“La seguridad en Bogotá va mal y la administración debe dar respuestas sobre cómo planea honrar su compromiso de hacer de Bogotá una ciudad segura, cuando las cifras demuestran que vamos en la dirección contraria”, señaló el concejal Daniel Briceño (Centro Democrático) en un comunicado en el que, además, presentó cifras que dan cuenta de la incidencia de la criminalidad en la capital del país. De acuerdo con el cabildante, actualmente hay tres problemáticas cardinales en materia de seguridad en la capital.
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Transmilenio
Para empezar, en 2024 se denunciaron unos 8.828 casos de hurto en el transporte público y Transmilenio cerró el año con un aumento del 94% en casos de lesiones personales en hechos ocurridos en estaciones, portales o paraderos del sistema de transporte masivo. Por otro lado, según datos publicados por el concejal Óscar Ramírez Vahos (Centro Democrático), las estaciones Av. Jiménez, Ricaurte, Calle 100, Calle 45 y Banderas son las más peligrosas para los usuarios del sistema.
Según Vahos, “Transmilenio nunca ha tomado en serio el tema de la seguridad en el transporte público. No ha existido un plan estratégico, con acciones contundentes dentro del sistema”. Por esto, propuso un plan de modernización del C4, para mejorar la respuesta a la demanda de servicios de los ciudadanos. “Crear una figura con capacidades de atención y respuesta rápida a las víctimas de delitos en el sistema y que facilite la denuncia, así como la posibilidad de captura y seguimiento de los casos”, explicó el cabildante.
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Para hacerle frente a las cifras, especialmente las relacionadas con hurtos, Transmilenio anunció desde octubre el ‘Plan Acordeón’. La estrategia busca que, de manera sorpresiva, la Policía se tome las troncales desde los extremos y vaya cerrando el cerco hacia el medio, para identificar a los actores criminales, además de realizar acciones de registro a personas, solicitud de antecedentes, acompañamientos a los ciudadanos y controles más incisivos en estaciones con cierres por obras del Metro, en cuyos alrededores se han denunciado altos índices de criminalidad.
“Tenemos Policía de Tránsito, sistema de drones, guías caninos para la detección de sustancias y el apoyo de otras especialidades del servicio de policía. Se está impactando, tanto las estaciones del sistema y un acompañamiento en el costado oriental y occidental de la troncal Caracas (…) Estos planes han permitido lograr más de 1.696 capturas al interior del sistema”, señaló en su momento el jefe de la policía de Transmilenio, teniente coronel Pascual González.
En lo que va de 2025, con corte al 18 de enero, 90 personas fueron capturadas en Transmilenio. Sin embargo, como lo indican las denuncias, para que el sistema de seguridad en Transmilenio sea más eficiente, responda a las necesidades de los usuarios y sea clave en las investigaciones para administrar justicia, el sistema de videovigilancia debe fortalecerse, pues los reportes coinciden en que en las estaciones más inseguras es donde está mayor número de cámaras fuera de servicio.
Uso de armas de fuego
El uso de armas de fuego también es otro lío grande, que no se ha podido resolver. Los delitos en los que se usan se cuentan por miles: atracos callejeros, robos en el transporte público (urbano e intermunicipal), hurtos en viviendas y casos de sicariatos son algunos de los casos. El año pasado fue uno de los más violentos en los últimos años. De acuerdo con la Secretaría de Seguridad, 1.204 personas fueron asesinadas, cifra que representa un aumento del 11,1%, frente a los 1.084 casos de 2023. La incidencia de los homicidios fue tal, que solamente en siete de las 20 localidades de la capital se lograron reducir los índices.
Ahora bien, de los 1.204 homicidios que se perpetraron en 2024, en seis de cada 10 se usó un arma de fuego (714 casos). La cifra, “representa un incremento del 21% con respecto al año anterior, lo que genera preocupación, en especial, por la expansión del mercado negro de armas de la ciudad y un deterioro en la seguridad de Bogotá”, resalta el concejal Briceño.
Golpes a estructuras que ostentan el poder criminal en puntos claves de la geografía capitalina como Los Satanás, los Camilos, el Tren de Aragua han sido decisivos para disminuir y complicar el accionar criminal de estos grupos. Sin embargo, los golpes en las estructuras han generado un reacomodamiento en las líneas de mando que suelen solucionarse a sangre y fuego.
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“Tenemos que ver la fase en la que estamos. Los golpes y las capturas a estas organizaciones las ha debilitado, pero también las ha vuelto más violentas, tanto entre ellas como contra nosotros. Estas bandas intentan recomponer la estructura y cada vez que la Policía da un golpe se recogen. Este aumento del homicidio, entre julio y septiembre, es la reacción del sistema criminal al resultado de las instituciones”, explicó, en entrevista con El Espectador, el secretario de Seguridad César Restrepo.
De acuerdo con el Observatorio de Seguridad de la Universidad Central, el fortalecimiento del crimen transnacional y las rentas criminales derivadas del narcotráfico, de la minería o el contrabando, hacen que el mercado de armas ilícitas crezca sin tener un pico determinado. Se estima, según el estudio Small Arms Suervey, que en Colombia circulan, aproximadamente 3 millones de armas ilegales, muchas de ellas traumáticas, conseguidas de forma legal, pero modificadas para causar heridas letales.
En Bogotá si bien se han dado golpes contundentes contra organizaciones que trafican o alquilan armas, accesorios o municiones para la comisión de delitos, la realidad señala que cada vez es más común el uso de armas, tanto para cometer delitos como para defenderse de ellos, círculo de violencia al que no se le ha podido poner un tatequieto certero.
“La tendencia del sicariato desde 2020 es ascendente. Estamos frente a un tren directo al aumento y nuestro trabajo es descarrilarlo. De enero a junio de 2024 hubo un incremento de sicariatos por esa reacción criminal, pero encontramos que al menos el 10 % de las víctimas tenían orden de captura vigente y el 60 % tenían anotaciones o estaban involucradas con actividades irregulares. Ese es un sicariato entre bandas que dejaron de estar cómodas”, agregó Restrepo.
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El lío de la extorsión
En los últimos meses, la capital colombiana ha sido testigo de un preocupante aumento en los casos de extorsión a dueños de negocios, especialmente en sectores como Galerías, El Campín, Teusaquillo, Kennedy, Santa Fe y otros barrios circundantes. Las amenazas provienen de bandas criminales y delincuentes que se hacen pasar por miembros de guerrillas y grupos de autodefensas, generando pánico entre los residentes de dichos sectores, especialmente los comerciantes.
En octubre, Bogotá Cómo Vamos analizó los datos del Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo (SIEDCO) de la Policía Nacional e identificó tendencias contrastantes en la seguridad de la ciudad. Las cifras revelan un incremento del 8,3% en homicidios y del 19,1% en lesiones personales. Los delitos sexuales y la extorsión, ambos dependientes de la denuncia, muestran incrementos alarmantes: 58,8% y 73,2% respectivamente. Mientras que la violencia intrafamiliar también ha escalado, con un aumento del 79,8% en las denuncias.
“Estos aumentos podrían estar relacionados con una mayor disposición de las víctimas a denunciar, superando barreras sociales, o con un verdadero incremento en la incidencia de estos delitos. En todo caso, los aumentos en extorsión y delitos sexuales, ambos superiores al 70%, llaman la atención y merecen una respuesta decidida por parte de las autoridades”, instó el programa.
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Pese a que las autoridades le pusieron el ojo al tema y propiciaron golpes importantes como la captura de los integrantes de un ‘call center’ de extorsión que funcionaba en la localidad de Bosa, desde donde nueve personas (siete mujeres y dos hombres) coordinaban llamadas con fines extorsivos, el año cerro con cifras que prendieron las alarmas. Según la denuncia del concejal Briceño, en 2024 la ciudad experimentó un incremento del 64% en casos de extorsión, con más de 2.487 casos.
Si bien el incremento de las cifras, en parte, se debe al aumento de las denuncias, una buena parte de las víctimas permanece en el anonimato, bien sea porque guardan recelo del sistema judicial o porque ceden a las pretensiones de los extorsionistas. “En Bogotá, según Fenalco, el 82% de los empresarios desconoce la estrategia de seguridad de la Alcaldía, denominada “Bogotá Camina Segura”, y el 15% de los empresarios que dicen conocerla, consideran que no ha tenido los resultados esperados”, señala Briceño.
Los aumentos más preocupantes en extorsión se registraron en Fontibón (162%), Engativá (98%) y Suba (79%). El secretario de seguridad lo explica así: “Es paradójico, porque muchos de los críticos dicen que llegaron el alcalde Galán y el secretario Restrepo, y desde entonces se subió la extorsión. Y no es cierto. Lo que sucede es que estamos reflotando el iceberg, viendo la verdadera magnitud del problema, lo que nos permite saber a ciencia cierta en dónde y cómo están sucediendo las cosas”, dijo Restrepo.
Y agregó: “en esa lucha, como en la salud, es necesario conocer la enfermedad. Sabemos que el Inpec no ha podido contener del todo a “Satanás” y hay información de que cada tanto este delincuente coordina extorsiones. Esto ilustra otro aspecto: falta una discusión nacional más profunda sobre esto. En lo local, Bogotá lo está enfrentando, pero hay acciones que superan el gobierno local”.
En consecuencia, desde el Concejo se han hecho incisivos llamados para se revisen las estrategias de seguridad enfocados en disminuir los delitos de alto impacto en la ciudad, porque si bien es un hecho que Bogotá no camina segura hace muchos años, y disminuir las cifras de delitos tan graves como el homicidio toma tiempo, es un hecho que en los últimos años la situación ha empeorado, y teniendo en cuenta que el derrotero de la alcaldía gira en torno a la seguridad de la ciudad, lo que se ha hecho se sigue percibiendo insuficiente y la inseguridad sigue marcando buena parte de la agenda de quienes residen en la capital.
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