Un porcentaje de las toneladas de basura que llegan al relleno Doña Juana son aprovechables, pero la falta de cultura ciudadana y las fallas en el modelo de recolección llevan a que la ciudad sepulte miles de millones de pesos en material reciclable. Hoy, la UAESP busca cambiar el panorama con un plan piloto que arrancará el 6 de abril y apunta, a través de un mapa de rutas de recolección alterno al tradicional, a potenciar la labor de los recicladores y a darles a sus organizaciones la misión pedagógica de impulsar la cultura del reúso y la correcta disposición de residuos en los hogares.
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La estrategia
Ver basura acumulada en calles, parques o cerca de contenedores se ha vuelto común. En 2024 el Distrito atendió más de 600 puntos críticos, hecho que dejó en evidencia, además de los problemas de recolección, la mala disposición de residuos de tratamiento especial (como escombros y muebles), así como la inadecuada separación desde la fuente primaria, lío de años que no se ha podido lidiar adecuadamente y que responde a un problema de arraigo social y cultural.
“Con el piloto queremos motivar al usuario a que clasifique sus residuos y entregue separados los materiales inorgánicos. La idea es ofrecer un servicio de recolección diferenciada, respaldado en el Decreto 1381 de 2024, que da exclusividad a las organizaciones de recicladores para recolectar y comercializar los materiales”, señala Consuelo Ordóñez, directora de la UAESP.
En esencia, se busca reducir la imagen del reciclador esculcando las bolsas de basura, labor sanitariamente inadecuada e ineficiente en términos de un modelo a gran escala. “Con el piloto, el ideal es que el usuario se comprometa a separar sus residuos, para que una organización vaya en un horario y frecuencia establecida (alterna a las rutas de los camiones recolectores) a recoger el material”, agrega Ordoñez.
En Bogotá hay 382 organizaciones de recicladores, de las cuales 58 harán parte del plan. La meta es que cada una atienda a 5.000 usuarios, para un total de 290.000, que se beneficiarán de un servicio puerta a puerta, en los seis meses que durará la prueba. Para la selección de las rutas, se contemplaron los recorridos que históricamente han hecho, para no torpedear el trabajo de otras organizaciones y llegar a los hogares con los que ya tienen cercanía.
“Ellos pasarán por viviendas, conjuntos, colegios y establecimientos, entre otros, y según el volumen de material, se establecerán los horarios. Pero, como sabemos que la mayoría no separa en sus casas, los recicladores identificarán esos puntos y harán labores de pedagogía. Cada intervención quedará registrada, para identificar, al final del piloto, fortalezas y vacíos de la estrategia”, señala Ordoñez.
Para robustecer el trabajo, la UAESP le entregó a cada organización $196 millones. De estos, el 60% será para reemplazar vehículos de tracción humana por vehículos con motor; el 30% para la labor de sensibilización y elementos pedagógicos (imanes, tulas para reciclaje, panfletos, etc), y 10% para reconocer la elaboración de informes y los datos para el análisis final.
Una vez se haga el trabajo de recolección puerta a puerta, las organizaciones llevarán el material a las Estaciones de Clasificación y Aprovechamiento (ECAS), donde termina el proceso, para luego vender el material. El piloto también busca mejorar la infraestructura y organización de estos espacios.
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¿Qué dicen los recicladores?
Las organizaciones cuentan que el año pasado la UAESP los invitó formalmente a sumarse a la estrategia de fortalecimiento de las rutas que tenían. “Pedían requisitos que no cumplíamos, pero en las mesas de trabajo señalamos ese problema; explicamos cómo desarrollábamos nuestras rutas, y la relación con los usuarios. Ahí llegamos a acuerdos”, señala Magda Barinas, representante de Ecoalianza estratégica, organización incluida en el piloto.
Para ella, atender directamente a los usuarios; enseñarles la manera de reciclar; cambiar los vehículos, y consignar la experiencia en diarios de campo es una forma de fortalecer y reconocer el trabajo de la población recicladora. “Este plan fortalece nuestro quehacer. A diferencia de otras veces, acá tuvimos voz en la construcción del programa y se moldeó según las necesidades de ambas partes, no solo del Distrito”, resalta Barinas.
Al principio se sumaron cuatro organizaciones. Luego de las mesas de trabajo, se sumaron más hasta completar 58. Sin embargo, esa cifra no representa ni el 20% de las organizaciones activas (382). “Esto pasa por dos cosas: se exigía que las organizaciones estuvieran reconocidas antes de diciembre de 2022 y un techo en los recursos, pues nos dijeron que había tanta plata para invertir en tantas organizaciones. Pero también hubo un número alto de organizaciones que prefirieron no participar”, agrega Barinas.
El gremio espera que, en seis meses, al finalizar la prueba, los buenos resultados sirvan para aumentar las organizaciones y el presupuesto. Sin embargo, para que ese proceso sea efectivo, resaltan, hay que identificar las asociaciones que, si bien están registradas, no están activas. “En las reuniones nunca participan más de 180 organizaciones. No sabemos si las otras son de papel o no les interesa, pero lo cierto es que no parecen activas. Por eso le pedimos a la UAESP un proceso de verificación, para que las personas que de verdad trabajan reciclando se vean beneficiadas”.
En medio de esto, surge una preocupación: la recolección de residuos en la calle. Si bien, las organizaciones reconocen que han tenido problemas por los recicladores que riegan la basura, por rescatar el material aprovechable y el asunto de los puntos críticos de basuras, recuerdan que hay decretos que reconocen la tarea del reciclador y la ampara. “Muchas de las veces quienes hacen eso ni siquiera pertenecen a una organización y, aunque termina dañando el trabajo de todo un gremio, pedimos que se respete su derecho dentro de unos límites establecidos. Para avanzar, este plan piloto es importante, porque si la gente separa desde la fuente, el índice de basura y de recolección en calle se disminuiría notablemente. Son pasos importantes que hasta ahora estamos empezando a dar y que esperamos que nos beneficien a todos”puntualiza Barinas.
Así las cosas, la ciudad se alista para que en abril empiece una labor de pedagogía, que reconoce su experiencia e importancia en la cadena de recolección, separación y reutilización de residuos. Y en septiembre, cuando finalice la prueba, con los datos recolectados por los trabajadores, se pueda ampliar el número de organizaciones participantes, las cuales, ojalá, agrupen a la mayoría de los casi 12.000 recicladores que a diario recorren las calles de la ciudad.
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