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Cortometrajes, un medio para educar sobre el consumo de drogas en Bogotá

A propósito de la octava edición del Festival de Cortos Psicoactivos, de Échele Cabeza, se supo cómo ha cambiado el discurso frente a las drogas y el papel del Distrito en esto.

Sara Caicedo
13 de agosto de 2022 - 02:00 a. m.
Desde 2014 el festival ha recibido mil cortometrajes.
Desde 2014 el festival ha recibido mil cortometrajes.

En Bogotá hay varias referencias de éxtasis y el precio varía tanto como sus colores y formas. El costo promedio es $31.800, pero se ha llegado a conseguir por $7.000 o por $150.000. De 1.897 personas que consumen sustancias psicoactivas en la capital, el 67 % las recibieron a domicilio. Solo el 32,7 % tuvieron que salir a conseguirla.

Y aunque de este porcentaje la mayoría fueron habitantes de Suba, al menos el 34 % tuvo que ir a Chapinero y el 27 % la compraron en la misma localidad. El resto se movió entre Teusaquillo y Barrios Unidos. Como datos adicionales, el 52 % de los encuestados consumieron éxtasis, el 18 % cristales, el 15 % LSD, el 8 % tusibi, el 4 % cocaína, el 2 % nexus y el 1 % ketamina y DMT. Así lo indica el Análisis de Sustancias de Échele Cabeza 2021.

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Sin embargo, no fueron los números los que motivaron la creación del Festival de Cortos Psicoactivos, del proyecto Échele Cabeza. El evento, que cumple ocho años, ha pretendido hacer pedagogía sobre el consumo de drogas en el país. Aunque los cortometrajes son un medio para educar, realmente el objetivo es cambiar el discurso que se ha tenido frente a esta realidad.

“En las primeras ediciones los trabajos estuvieron relacionadas con el estigma de las sustancias y visibilizar las problemáticas del consumo. Seguían estigmatizando a los consumidores, desde la misma narrativa de películas y series. Entonces, se veía al consumidor como una persona problemática y sin futuro”, cuenta Vanessa Morris, directora del festival.

Con el paso de los años hubo cambios. “Ya las personas son conscientes de que los consumidores también lo hacen para tener una experiencia. Entonces los cortometrajes, en ocasiones, reflejan también lo que es una experiencia psicoactiva, que puede terminar bien o mal”, agregó Morris.

Pero algo que ha destacado en este evento es que a través del cine se ha levantado una voz de protesta al fracaso de la guerra contra las drogas, las víctimas y los eslabones de este conflicto. También se ha visibilizado el activismo cannábico, incluso en la edición del 2021, en la que el tema del festival fue la pandemia y la salud mental. Varios cortometrajes quisieron reivindicar el uso de sustancias para sobrellevar la depresión y otros trastornos.

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La influencia del cine y las drogas

Según Échele Cabeza, el cubrimiento del tema de las drogas ha influido mucho en los bogotanos. “En un momento fue nefasto, porque los medios se han dedicado a darles publicidad a estereotipos y a la estigmatización de los consumidores de drogas. Asimismo, a poner en evidencia las fallas de nuestros gobiernos, intentando visibilizar el uso del glifosato y las campañas antidrogas, que siempre han sido desde los medios tradicionales un fracaso”.

El festival le ha apostado a cambiar esa narrativa. “Nos hemos dedicado a contar historias desde las víctimas de la guerra contra las drogas, el usuario, los campesinos, los derechos humanos. El festival intenta cambiar esos discursos que nos dicen que todo es malo. Además, transformar esa narrativa de la estética narco, de las series y películas, que terminan siendo el mismo cliché y nunca se aborda el tema de las drogas desde otro enfoque”, agregó Vanessa.

A lo largo de las ediciones del festival se han recibido mil cortometrajes, a los cuales se les hace una selección. En promedio, en cada edición participan de 200 a 250 personas. “El objetivo es incentivar la creación audiovisual de nuevos talentos, realizadores, estudiantes, agrupaciones y jóvenes que quieran abordar el tema desde otro enfoque. Lo que el festival propone es hablar del consumo desde diferentes miradas”.

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El papel del Gobierno y el Distrito en el consumo de drogas

Échele Cabeza es un proyecto que busca generar y difundir información sobre sustancias psicoactivas (SPA), para la reducción de riesgos y daños, “orientado a promover y fortalecer la capacidad de decisión y respuesta de la población joven vulnerable y no vulnerable frente al consumo”. La iniciativa ha impactado a 102.000 personas del país y, frente a lo que han encontrado, concluyen que el manejo del tema de las drogas durante el gobierno de Duque fue un fracaso.

“Lo que hizo en temas de políticas en torno al consumo fue nulo. Todo se basó en la prohibición y la abstinencia. Básicamente no existió nada frente a la reducción de riesgos y daños”. En cuanto a la capital, “ha habido avances, pero falta mucho. Estamos a la expectativa de que con el gobierno de Gustavo Petro sea el fin del prohibicionismo y avancemos a la regulación de los mercados de sustancias”, señaló Vanessa.

Para ella, el papel del Distrito ha sido fundamental en la realización del festival. “Por ejemplo, la primera versión del evento la hicimos en la alcaldía de Petro, cuando desarrollamos el proyecto Échele Cabeza. Esto fue un avance para hablar del tema de otra forma. De ahí en adelante hemos tenido apoyo del Ministerio de Cultura y los concertados de Idartes, asimismo, tenemos el acompañamiento de Proimágenes”.

Este festival y otras iniciativas en torno al consumo de drogas son una forma de educar desde otras perspectivas a la ciudadanía, que seguramente va a vivir en un país donde las drogas estarán reguladas. Y un indicio de esto es el apoyo del Distrito a las industrias que quieren explotar, por ejemplo, el cannabis medicinal, al punto de lograr un impacto económico en el país.

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Sara Caicedo

Por Sara Caicedo

Periodista de la universidad Politécnico Grancolombiano. Escribe para El Espectador sobre planeación, hábitat, comercio informal, espacio púbico, desarrollo económico, hacienda y ambiente.@sara_caicedoscaicedo@elespectador.com

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