Crisis obliga a reconfigurar el transporte público

Aunque está garantizada la operación de Transmilenio y el SITP durante y después de la crisis, hay problemas con los pequeños transportadores y la renovación de flota. Cuando todo pase, será inevitable reformar la movilidad.

Felipe García Altamar (fgarcia@elespectador.com)
21 de abril de 2020 - 03:03 a. m.
Por estos días, TM moviliza entre 300.000 y 350.000 usuarios. Antes de la crisis movía a 2,5 millones de usuarios. / Mauricio Alvarado
Por estos días, TM moviliza entre 300.000 y 350.000 usuarios. Antes de la crisis movía a 2,5 millones de usuarios. / Mauricio Alvarado

El transporte público del país sigue operando bajo las medidas que se adoptaron para mitigar la pandemia de COVID-19. Esto implicó reducir en 50 % la flota, que por estos días moviliza a empleados que ejercen labores esenciales y que no pueden hacer teletrabajo. Y como la disminución se traduce en menos ingresos, distintos operadores le pidieron al Gobierno un salvavidas, pues hay ciudades donde es latente el riesgo de apagar motores.

En Bogotá, por ahora, no hay peligro de que los articulados de Transmilenio (TM) o los buses del SITP dejen de operar. Esto, gracias a las reservas que permiten solventar gastos de los concesionarios y al Fondo de Estabilización Tarifaria (FET) que garantiza que los sobrecostos no se trasladen al usuario. No ocurre lo mismo con los pequeños transportadores, quienes alegan que necesitan aún más la ayuda estatal en medio de la emergencia, que también amenaza con afectar los cronogramas de procesos relacionados con el rescate del SITP.

Al margen de la urgencia por solventar las exigencias, autoridades y expertos coinciden en que por ahora lo único seguro es que, cuando se supere la crisis, será obligatorio repensar la movilidad de la ciudad, atendiendo a las dinámicas y aprendizajes de esta emergencia. (LEA: Claudia López le rindió cuentas al Concejo por manejo de la crisis por la COVID-19)

TM a salvo, preocupa el SITP

Si los esquemas de transporte estaban vulnerables antes de la emergencia, la situación empeoró, y en muchos casos los recursos no alcanzarán ni siquiera para cubrir la operación. Víctor Raúl Martínez, representante del concesionario SI18 de TM y de operadores en los sistemas de otras ciudades, manifestó que la idea es seguir prestando el servicio, pero hay límites y no tenemos cómo cubrir todo el período de aislamiento.

“Los sistemas de Bucaramanga, Barranquilla o Cartagena podrían pararse porque no hay con qué pagar el combustible y la nómina. En Bogotá tenemos mayor respaldo de la ciudad, hay algunos ahorros y podemos sostener la operación sin muchos problemas, pero estamos perdiendo mucho dinero y necesitamos un salvamento”, indicó.

Algo similar opina Marco Tulio Gutiérrez, portavoz de los operadores del SITP, quien agrega que “se logró salir de la agonía del otrosí para salvar el sistema, para pasar a la agonía de la emergencia sanitaria. Es momento de que el Gobierno nacional adopte medidas prioritarias para salvar el sector, como las que propusieron los operadores al Ministerio de Transporte”.

Algo diferente está ocurriendo con los pequeños propietarios, cuyos buses hacen parte del esquema provisional del SITP y dan sustento a unas 15.000 familias. Los conductores viven de un producido diario, pero los ahorros se están agotando y no aguantarían que el aislamiento se alargara más.

Uno de los representantes de este gremio, Jimmy Zuleta, es también responsable de la empresa Cootranskennedy, que decidió enviar a los conductores a vacaciones remuneradas, para tratar de aplacar la situación. Sin embargo, aseguró que la empresa está reventada. A los conductores se les acabó el mercado y está por acabar el período vacacional. “Nuestra solución es que nos incluyan en los auxilios contemplados para las poblaciones que viven del día a día, como nuestros conductores. Hay costos fijos, como los $24.000 diarios de parqueadero que toca pagar sin estar produciendo un peso”. (LEA: Sin ayudas en la emergencia, sistemas masivos de transporte dejarían de operar: empresarios)

Por su parte, Édgar Torres, presidente de Asocsitp, alegó que las autoridades “no los voltean a mirar” y que hay una afectación económica grande. “Esta semana entregaremos a la Secretaría de Movilidad un oficio con propuestas, porque también está el personal de aseo, montallantas y mecánicos, que igual viven del día a día con lo que ganaban en los patios”.

En lo que coinciden los grandes concesionarios y los pequeños propietarios es en que la crisis podría impactar los procesos de compra de buses nuevos para el SITP. “Con esta situación es posible que se dificulte mucho más la financiación de flotas para los sistemas. ¿Quién se va a meter a concursar en medio de la crisis y teniendo en cuenta que varios procesos se declararon desiertos? Responsablemente, no hay cómo participar en licitaciones”, concluyó Martínez.

Necesaria reconfiguración

Como en la mayoría de sectores, las afectaciones al transporte público se podrían sentir solo cuando se supere la emergencia sanitaria y la ciudad retorne a la normalidad, algo que no ocurrirá al menos este año, como lo anticipó la alcaldesa Claudia López. Por eso, para expertos lo mejor será cambiar la forma en que se mueve la ciudad.

Ricardo Montezuma, Ph.D. en movilidad y urbanismo, cree que muchas personas intentarán mudarse a otros modos de transporte o cambiar sus rutinas, por lo que podría ser una oportunidad para promover mucho más la bicicleta y medios alternativos. “Es la oportunidad de repensar la movilidad de Bogotá, que es demasiado caótica, contaminante y desordenada. Lo más complejo estará en la disminución de la demanda de TM y el SITP, y eso lleva a pensar en cómo quitarles pasajeros sin que queden desfinanciados. Debe haber alternativas para quienes deserten del transporte público, pues sería muy grave si migran a carros o motos”. (LEA: Déficit en sistemas de transporte masivo por el coronavirus, congresistas prenden las alarmas)

Para Néstor Sáenz, consultor en sistemas de transporte e investigador de la U. Tadeo, tras la crisis se deben mantener los controles de bioseguridad y los procesos de desinfección, pero, por ahora, “es momento de valorar la utilidad del transporte público y promover un sentido de pertenencia del sistema que hoy tiene muy mala imagen”.

Las recomendaciones coinciden con el plan en el que trabaja la Secretaría de Movilidad. De acuerdo con el área técnica de la entidad, “dada la situación se está reconfigurando el presupuesto y las cargas de movilidad. La idea es saber qué necesita la nueva movilidad de Bogotá, pues habrá nuevos modos y formas de movilizarse. La ciudad no se puede detener, sino moverse de forma diferente”.

 

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Por Felipe García Altamar (fgarcia@elespectador.com)

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