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Además de las sequías y el uso inconsciente del recurso, el robo de agua a través de conexiones ilegales es uno de los flagelos que más amenazan el abastecimiento hídrico de la ciudad. Esta problemática, además de las fugas y problemas en las tuberías de la ciudad, le han hecho perder tanta agua a Bogotá como para respaldar el consumo de los capitalinos por dos meses enteros.
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En vista de lo anterior, la empresa de Acueducto de Bogotá ha redoblado los operativos para la detección de conexiones ilegales al recurso, con el fin de identificar e individualizar a los establecimientos y predios que se roban el agua de Bogotá. La semana pasada, un hotel ubicado en la exclusiva zona de Quinta Paredes fue descubierto en esta práctica y sancionado por robarle cerca de $50 millones en recurso hídrico a la ciudad. Ahora, la empresa detectó a un lavadero de carros que utilizaba la misma estrategia para abastecerse sin pagar.
Bajo esta misma línea, con el apoyo de la Policía Nacional, el personal de la empresa logró identificar el fraude que venía ejecutando un lavadero de carros en el barrio San Rafael de la localidad de Puente Aranda. Gracias al análisis de datos de consumos históricos, y al seguimiento permanente del medidor, los funcionarios detectaron que ese establecimiento se apropió de más de 14 mil metros cúbicos de agua que están avaluados en más de $115 millones.
Luego de la inspección y del uso de tecnología, la empresa de Acueducto identificó, a pocos pasos de la conexión legal del medidor de agua, una desviación de la tubería que, sin pasar por el contador, ingresaba al local y llenaba un tanque agua de 10 mil litros con el que se prestaba el servicio de lavado.
Con la identificación del fraude, la Policía Nacional realizó la suspensión de la actividad económica y el sellamiento del lavadero de vehículos dada la conducta descrita en el numeral 13 del Artículo 92 del Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana.
Finalmente, ll ser sorprendido en flagrancia, el propietario del lavadero de vehículos suscribió un acuerdo de pago en el que se comprometió a cancelar el valor de los metros cúbicos defraudados por medio de la conexión clandestina.
Cabe precisar que las conexiones clandestinas para apropiarse del fluido del agua sin pagar su consumo configuran el delito de defraudación de fluidos agravado, que prevé una pena privativa de la libertad de 36 a 108 meses y multas de hasta de 150 salarios mínimos legales vigentes.
Perdida de agua
En medio de la coyuntura actual, en la que cada gota cuenta, cualquier centímetro cúbico del recurso que se pierde puede convertirse en una mella importante para las reservas de la ciudad. Durante su proceso de investigación, la Personería se ha topado con un fenómeno del que poco se habla: el agua no contabilizada. Esto es, caudales del recurso que pasan por todo el proceso de potabilización y de flujo hacia la ciudad, pero que no son aprovechadas por la ciudadanía. Dicha situación se debe principalmente a dos causas. La primera, a las fugas en el sistema de acueducto en la ciudad producto de daños sin corregir o no gestionados de la mejor forma.
Pero, principalmente, esta cantidad de agua se estaría perdiendo por cuenta de las conexiones ilegales. A través de estas fuentes clandestinas, cuya cuantía se calcula en 7679 conexiones, hay hogares de la ciudad que se abastecen del recurso sin ningún tipo de control al consumo, cuyo coste, finalmente, deben asumir los 2,7 millones de usuarios que sí pagan su factura bimestralmente. De acuerdo con las cifras que obtuvo La Personería, de cada 100 metros cúbicos de agua potabilizada, la ciudad pierde 40 m³ como consecuencia de los dos flagelos descritos anteriormente.
Sobre este fenómeno, también escribió para El Espectador, Andrés Torres, director del Instituto Javeriano del Agua, Universidad Javeriana. “Es necesario precisar que el agua captada en los embalses no la usan totalmente los usuarios, sino que hay pérdidas en la conducción y en todos los procesos asociados (infiltraciones, fugas, etc.), las cuales pueden alcanzar hasta un 30%, lo cual es normal”, señaló el experto.
Aunado a lo anterior, el ente de control encontró ineficiente el uso de los recursos que se destinan para disminuir este impacto, el cual ha sido, en los últimos 20 años, de $2.5 billones. La cantidad, sumada a las perdidas comerciales de la empresa por las conexiones ilegales, y el agua que se escapa a borbotones por distintas fugas en la ciudad, representa un claro detrimento a las arcas de la ciudad.
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Por Redacción Bogotá
