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Migrar y no morir en el intento: el reto de la tingua azul

Provenientes de los llanos orientales, estas aves vienen en busca de los humedales de la ciudad desde hace mucho tiempo. Sin embargo, es común que usted pueda encontrarlas cerca a su casa desorientadas o heridas. ¿Por qué pasa esto? y ¿qué hacer en estos casos?, aquí le contamos.

Nicolás Díaz Roldán
06 de febrero de 2021 - 09:41 p. m.
El reporte de aves migratorias se ha incrementado significativamente, durante las primeras semanas de enero fueron rescatadas más de 408 animales.
El reporte de aves migratorias se ha incrementado significativamente, durante las primeras semanas de enero fueron rescatadas más de 408 animales.
Foto: Fundación Humedales Bogotá

Equipadas con su pico rojo, patas largas y el color del plumaje que acompaña su nombre, las tinguas azules se han convertido en las más fieles visitantes de la capital desde hace varios años. Aunque, lamentablemente, estas aves no siempre corren con la mejor de las suertes, pues al llegar a la ciudad pueden perder su rumbo en medio del caos.

Las tinguas azules son aves provenientes del oriente del país que suelen llegar a Bogotá entre octubre y marzo buscando refugio y alimento. Sin embargo, es durante enero y febrero cuando el mayor número de ellas arriba en la capital, pero ¿por qué viajar desde tan lejos?

Según la fundación Humedales Bogotá, con la temporada de lluvias los humedales en los que viven estas aves se inundan al punto en el que sus patas no logran alcanzar el suelo, y, por tanto, conseguir su alimento se vuelve una tarea prácticamente imposible. Es ahí, cuando emprenden su viaje de pantano en pantano hasta llegar a Bogotá en donde buscan los humedales para alimentarse de moluscos, larvas o renacuajos que están en la superficie. No obstante, lograr llegar a salvo de su viaje es una tarea que cada vez se vuelve más difícil.

Entrando a la selva de cemento

Aunque las tinguas azules son aves migratorias, la larga distancia que recorren les implica un alto desgaste energético que, sumado al impacto de ingresar a una ciudad como Bogotá, hace que puedan extraviarse y terminar en tejados, parques o en la vía pública, cansadas y desorientadas.

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Para Jorge Escobar, director de la fundación Humedales Bogotá, la principal razón por las que las tinguas azules terminan extraviadas o heridas se debe a las condiciones en las que funciona la ciudad. Para empezar, la polución generada por los vehículos y las industrias suele ser un gran obstáculo, no solo para ellas sino para el resto de las especies (incluidas las personas que viven en la ciudad); otro aspecto son los edificios de gran altura o aquellos que tienen tejados o ventanales tipo espejo, los cuales por su brillo suelen confundir a las aves pensando que es agua y haciendo que se choquen o pierdan su rumbo original.

A esto se agregan las carreteras en donde por cansancio pueden caer y ser atropelladas y también, las torres de energía que por la electricidad que manejan pueden afectarlas en su vuelo o incluso acabar con su vida. La pirotecnia es otro de los enemigos clásicos de las aves, debido a que el ruido y la contaminación generada por los fuegos artificiales las asusta y hace que se desvíen de su camino hacia los humedales.

“La mayoría llegan por el extremo suroriental de Bogotá y cuando entran por las localidades de Usme y se encuentran con todo el caos de la ciudad, con ruido, contaminación del aire, contaminación lumínica, las estructuras de los edificios y las ventanas de tipo espejo. Todo eso se junta y termina volviéndose un inconveniente para que ellas encuentren los humedales” agregó Escobar.

Es por esto, que es común que muchos bogotanos las encuentren, pero que, lamentablemente, en la mayoría de los casos, no sepan qué deben hacer.

Según la Secretaría de Ambiente, durante lo corrido de este año, han llegado a la ciudad un mayor número de tinguas azules que el habitual para esta época. Pues en octubre del año pasado se recuperaron 12 individuos; en noviembre, 83; en diciembre, 179; y hasta mediados de enero iban más de 408 aves rescatadas.

“Estamos en la temporada migratoria de nuestras tinguas, muchas de ellas se desorientan en el camino y nosotros estamos prestos a atenderlas. En esta época hemos tenido un incremento muy alto en el reporte de aves, de cinco reportes diarios hemos pasado a tener hasta 50. Estamos tratando de atenderlos todos con la mayor prontitud posible”, manifestó la secretaria de Ambiente, Carolina Urrutia.

Las campañas de recuperación y liberación de las tinguas azules en Bogotá se vienen realizando desde el año 2000, teniendo como objetivo rescatar y rehabilitar todas las aves de esta especie que suelen sufrir accidentes contra estructuras y tejados.

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Para hacerlo, es fundamental el apoyo y llamado de la ciudadanía, el cual permite que estas puedan ser rehabilitadas por expertos y posteriormente liberadas para que puedan continuar con su recorrido migratorio. No obstante, con el incremento de tinguas azules reportadas en diferentes zonas de la ciudad, la atención y respuesta por parte de la Secretaría de Ambiente puede ser un poco más demorada. Por tanto, es importante que usted sepa cómo actuar en caso de que se encuentre con una de estas majestuosas aves.

¿Qué hacer si se encuentra una tingua azul?

Actuar correctamente al momento de encontrar una tingua azul afectada es indispensable para salvarles la vida y permitir que puedan continuar con su camino. EL ESPECTADOR reunió las recomendaciones de la Secretaría de Ambiente y el programa S.O.S Tingua de la fundación Humedales Bogotá para que usted pueda ayudar a una de estas aves en caso de que lo necesiten:

  1. Comunicarse con la Secretaría Distrital de Ambiente. Puede llamar a los números 3188277733, 3174276828, 3183651787, 3187125560, de esa manera los veterinarios de fauna silvestre irán a recogerla y le brindarán atención médica y realizarán la respectiva liberación en un lugar adecuado.
  2. Mientras espera, puede colocar al ave en una caja limpia de cartón y abrirle algunos orificios para que pueda respirar. Procure evitar el uso de jaulas o guacales porque pueden maltratarle las patas a la tingua.
  3. La mayoría de ellas viene cansada y sin energías debido a su largo trayecto, por tanto, alimentarlas es fundamental para que recuperen sus energías y puedan sobrevivir. Para hacerlo, se recomienda servirles en un recipiente hondo un poco de agua azucarada junto con verduras sin cocinar picadas, como apio, lechuga o zanahoria rayada.
  4. Procure que el ave esté en un lugar tranquilo, lejos del ruido, de olores fuertes, y de mascotas. Es importante no tener mucho contacto con la tingua, pues pueden sentirse amenazadas y pueden herirlo intentando defenderse.
  5. En caso de que la tingua esté herida, NO le suministre ningún medicamento, ni apliques cremas, aceites, alcohol, etc. La atención a estas heridas la debe hacer personal calificado. Sin embargo, si observa que la afectación es muy grave y la Secretaría se demora en llegar a casa, puede comunicarse con URRAS (Unidad de Rescate y Rehabilitación de Animales Silvestres) en donde podrán indicarle si pueden atenderlas en casos de falta de movimiento, decaimiento, partes del cuerpo dobladas, fracturas expuestas, sangrado o plumas cortadas. Puede comunicarse al número 3165000 ext. 15395 o al correo urras_fmvzbog@unal.edu.co
  6. Si no puede conservarla en su casa mientras espera que algún profesional la recoja, también puede llevarla a la Terminal de transportes de El Salitre, módulo 5, oficina 106, de 9 a.m. a 5 p.m. Recuerde que se recomienda no liberarlas sin consentimiento en algún humedal o espacio verde, porque las aves pueden no estar en condiciones plenas y sin saberlo, pueden quedar expuestas en donde, por su condición indefensa, pueden morir o ser cazadas por perros ferales.

Una ciudad que debe pensar en las aves

“Parte del error que tenemos es que hemos diseñado las ciudades para que solo las puedan habitar los seres humanos. Si en condiciones de calidad de aire o incluso de vida, es difícil para los bogotanos, para los animales que no están acostumbrados a vivir aquí es peor”, manifestó Jorge Escobar, quien además de dirigir la fundación Humedales Bogotá, ha trabajado con el fin de preservar la vida de las especies que visitan y habitan en estos lugares.

Es importante tener en cuenta que en Bogotá hay más aves que las clásicas palomas de la Plaza de Bolívar, porque, aunque no lo crea, en los humedales de la ciudad habitan cerca de 150 especies de aves y en toda la sabana de Bogotá otras 200.

A partir de eso, para los expertos es importante que la capital se ajuste para que las aves, sean migrantes o no, también pudieran vivir y cumplir con su función natural. De hecho, en el libro “El vuelo de la tingua azul, relatos de una migración” se proponen algunas soluciones para prevenir que se sigan presentando casos de tinguas afectadas.

Entre las soluciones están, por ejemplo, los muros y techos verdes, que podrían funcionar como pequeñas estaciones de paso, teniendo plantas que produzcan semillas y tazones de agua para las aves; también la importancia de la protección de los humedales ya que son el hogar natural de estas especies, incluso proponen que donde no haya humedales se creen otros. Esto se haría sembrando la misma flora nativa de los que ya existen, logrando que además de convertirse en un nuevo pulmón para la ciudad se ayude a las especies propias y a las que migran hacia Bogotá.

Seguramente para que exista una transformación total de la ciudad falta bastante tiempo, por tanto, está en las manos de los mismos ciudadanos ayudar para que estas especies sobrevivan y sigan enriqueciendo la biodiversidad de la capital. Bogotá ha sido el epicentro de intercambio de culturas y oportunidades a lo largo de los años, así que ayudar y proteger a estas aves migratorias no puede ser la excepción.

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