Mujer se libró de pagar el servicio de aseo de 20 familias en Bogotá
Natividad Miranda tuvo que pagar recibos hasta de $500.000 por el servicio. Su caso muestra uno de tantos líos que se viven en Bogotá por la falta de independencia en los servicios públicos.
Diego Ojeda
Que diversas familias compartan un contador es una realidad en la ciudad, sobre todo, en los barrios populares. Muchos lo solucionan dividiendo el pago de la factura por núcleos familiares o por cabeza. El problema es cuando la convivencia se ve afectada, porque unos consumen más que otros o porque hay quienes se niegan a pagar.
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Que diversas familias compartan un contador es una realidad en la ciudad, sobre todo, en los barrios populares. Muchos lo solucionan dividiendo el pago de la factura por núcleos familiares o por cabeza. El problema es cuando la convivencia se ve afectada, porque unos consumen más que otros o porque hay quienes se niegan a pagar.
El último de estos escenarios fue el que vivió Natividad Miranda durante 16 meses, después de que Promoambiental decidió, en septiembre de 2019, cobrar el servicio de aseo a través de la factura de energía (Enel - Codensa), para así aumentar su base de usuarios en 50.000 contribuyentes, en las localidades del oriente bogotano.
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Esta mujer, de más de setenta años, se llevó una sorpresa cuando le comenzaron a llegar recibos que alcanzaban los $500.000 . La explicación fue simple: su contador de energía fue registrado como el único en un sector del centro de Bogotá, conocido como La Casona, en el que conviven 21 familias.
Cerca de los barrios San Martín, La Macarena, La Perseverancia y del Centro Internacional, La Casona es una barriada que comenzó como ocupación ilegal hace más de cuarenta años. Para entonces lo habitaban afiliados del Partido Comunista (historia que comparte con otros barrios como el Policarpa). Durante las siguientes décadas, se defendieron de las intenciones de desalojo, las cuales no solo fueron protagonizadas por los gobiernos de turno, sino por una comunidad de jesuitas que reclamaba el territorio. Hasta que, según el relato de Miranda, lograron la legalización bajo el mandato del exalcalde Andrés Pastrana.
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No obstante, aún les quedan cosas por lograr, pues esa falta de independencia en los servicios públicos hizo que esta mujer asumiera la responsabilidad de pagar millones de pesos para evitar la suspensión del servicio, especialmente cuando sus vecinos se negaban con argumentos como “eso está muy caro” y “no tengo, de dónde”.
Fue hasta que, junto con una de sus nietas, se acercó a exponer el caso en Enel - Codensa. Al principio, asegura, no les ofrecieron una solución, por lo que se vieron tentadas a poner una acción de tutela. El proceso no alcanzó a llegar hasta ese punto, pues días después la empresa decidió atender su reclamo, librándola de pagar el servicio de aseo de las otras familias. Pero allí no acabó el problema, pues algo similar vive con el servicio del agua. Si bien no le ha correspondido asumir la totalidad del pago, hay veces que tiene que sacar de su apretada pensión para prestar y completar las partes de aquellos que se cuelgan en el pago. No obstante, a veces no le alcanza y por uno o dos que incumplen, las 21 familias tienen que soportar la suspensión del servicio.
¿Qué hacer?
Consultamos sobre esta problemática en la ciudad a Enel - Codensa y a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. Aunque saben que el uso de contadores compartidos es frecuente, no tienen datos precisos que muestren la cifra exacta de cuántos hogares en la ciudad presentan este inconveniente. Es claro que para la segunda el problema es mayor, pues reporta menos usuarios activos, incluso, vale recordar que este fue uno de los motivos por los cuales las empresas de aseo dejaron de cobrar su servicio a través de la factura del agua.
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Y es que las cifras son dicientes: según el censo inmobiliario de Bogotá, en la capital hay casi 1’990.416 predios residenciales, que mínimo deben tener agua y luz. No obstante, la cifra no corresponde con la cantidad de hogares que reporta el DANE, ni con la cantidad de usuarios registrados por las empresas de servicios, lo que demuestra lo frecuente del uso de contadores comunitarios. Para dimensionarlo mejor: según el DANE en la ciudad hay 2’514.482 hogares, pero la empresa de acueducto le factura a 1’917.140 usuarios residenciales, mientras que la de energía tiene a 2’175.692.
Ante esto, las empresas de servicios públicos destacan la importancia de que cada cliente cuente con un medidor independiente, pues esto le permite tener un mayor control de su consumo y evitar problemas como los que tuvo Natividad. Enel - Codensa explica que para lograrlo el usuario debe realizar inicialmente una adecuación eléctrica, que puede ejecutar un electricista particular o de su empresa, con los que garantizan la idoneidad de la nueva red. Para incentivar esta acción, ofrecen financiación de hasta 36 meses. “Este trabajo consiste en preparar la adecuación eléctrica, incluyendo el espacio que ocuparán los medidores para cada una de los usuarios. En cualquiera de los dos casos, el cliente debe contactar a Enel - Codensa para el retiro temporal de los sellos del medidor, lo cual permitirá gestionar la adecuación eléctrica”.
En el caso de los contadores de agua, el trámite lo debe hacer el propietario, quien debe estar a paz y salvo con la empresa de acueducto. No obstante, antes de proceder, debe asegurarse de tener todas las instalaciones para el servicio. La solicitud se debe hacer en un Supercade como el de Suba, CAD, 20 de Julio, Bosa y Américas, para luego programar la visita del técnico que realizará las obras, que podrán pagar a través de la factura.
Natividad Miranda celebra haber obtenido la independencia de su servicio y lo califica como algo positivo para sus finanzas y la convivencia con sus vecinos. En cuanto a La Casona y el dilema de independencia en los servicios restantes, por ahora, es un tema tan incierto como el futuro del lugar donde vive, pues los constructores parecen tener en la mira ese lote para desarrollar proyectos inmobiliarios.