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La escena se repite con lamentable frecuencia: un cuerpo pequeño a un costado de la carretera, ruedas que no frenaron a tiempo y un viaje que continuó como si nada hubiera pasado. En las vías de Cundinamarca y parte de Boyacá, al menos 220 animales silvestres han muerto o resultado gravemente heridos por atropellamientos en los últimos dos años, una cifra que revela un problema tan evidente como normalizado que se agudiza con cada temporada alta de viajes.
En contexto: Bogotá lanza plan para frenar atropellamientos de animales: 2.600 murieron en seis años
La cifra no es menor, aunque tampoco refleja la magnitud real del problema, pues muchos de estos hechos nunca se reportan y los animales, o sus cadáveres, quedan abandonados al borde de la carretera, sin ningún doliente, como si se tratara de cualquier objeto que se atravesó en el camino. Aun así, los datos disponibles permiten trazar un panorama preocupante: 68 casos documentados directamente en vías, 129 animales ingresados a centros de atención con lesiones compatibles con atropellamientos y otros 27 rescatados en condiciones similares durante 2025.
Especies claves para el equilibrio ecosistémico, las más afectadas
Año a año la historia se repite. Zarigüeyas, zorros cangrejeros y varias especies de serpientes encabezan la lista. Hablamos de especies que cumplen un papel clave en el equilibrio de los ecosistemas, controlando plagas o manteniendo cadenas alimenticias que suelen pasar desapercibidas hasta que comienzan a romperse. La situación es tal, que la Corporación Autónoma Regional CAR, advierte que la superviviencia de estas especies está en riesgo por cuenta del exceso de velocidad, la falta de cuidado del grueso de conductores y de, hay que decirlo, el poco interés institucional que durante años ha sido una constante, al punto que, acciones básicas como una adecuada señalización, en muchas partes del departamento, brillan por su ausencia.
Algunos corredores viales concentran buena parte del riesgo. Las rutas entre Funza y Siberia, La Vega y Sasaima, así como varios tramos de la Ruta del Sol, se han convertido en puntos críticos por una combinación conocida: alta velocidad, tráfico constante y presencia de fauna que se mueve entre fragmentos de bosque y áreas rurales.
¡Atención viajeros, este es es un mensaje para ustedes!🚨
— Alfred Ballesteros Alarcón (@Alfred_Balle) December 18, 2025
En esta temporada de viajes aumenta el riesgo para nuestra fauna silvestre, porque en la vía también hay vida y cada conductor puede hacer la diferencia.
Solo en 2024 y 2025 registramos más de 220 animales silvestres… pic.twitter.com/kvcCfGHANc
Ante este escenario, la CAR lanzó la campaña “En la vía también hay vida”, una estrategia que busca apelar más al sentido común que a la sanción. El mensaje es simple: bajar la velocidad puede marcar la diferencia entre seguir el viaje o acabar con la vida de un animal. “Reducir la velocidad salva vidas, no solo humanas”, insistió el director de la entidad, Alfred Ignacio Ballesteros.
Más allá de los llamados, el reto está en pasar del mensaje a las soluciones. La CAR anunció que para 2026 espera avanzar en la instalación de señalización especial y en la construcción de pasos seguros para fauna, medidas que en otros países han demostrado ser efectivas, pero que en Colombia siguen siendo excepciones.
Mientras tanto, la responsabilidad sigue recayendo, en buena medida, sobre los conductores. En carreteras que atraviesan ecosistemas vivos —aunque a veces parezcan solo franjas de asfalto—, la prisa tiene consecuencias que no siempre se miden en minutos perdidos, sino en vidas que rara vez llegan a destino.
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