Nidia Romero Bernal, casi dos años después de darle el último adiós a su hija Ana María Castro, conocerá la condena contra Paul Naranjo y Julián Ortegón por feminicidio agravado, dos de los tres hombres con los que estuvo la víctima en las últimas horas de vida. Luego de tres meses de juicio, la Fiscalía ganó el caso y, aunque un Tribunal Superior revisará la sentencia, esta será un primer paso para lo que ella llama “un proceso al perdón”.
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¿Qué espera de la sentencia?
Que se ratifique que deben pagar por la muerte de mi hija. Todo el tiempo he pensado que las pruebas son claras y demuestran un crimen, sin señalar exactamente a ninguno de ellos, pero Ana María estaba con tres personas. Ellos han dicho que irán hasta lo último en este proceso y aquí estaremos también para hacer lo necesario con el apoyo de Fiscalía y los abogados.
¿Qué opina de la participación de Mateo Reyes en el juicio, quien se limitó a decir que no recordaba qué pasó?
Es increíble que un testigo responda: “No recuerdo”. Mi hija estaba con ellos tres y todos deberían estar dando la cara. Según Mateo, no estaba con ella en la camioneta cuando la lanzaron, pero no estoy de acuerdo. Él debe saber algo, porque iba al lado de Ana María. No entiendo por qué no estuvo vinculado, pero confío en que las cosas den un giro y que pague el que tenga que pagar. Pienso que habría que definir el grado de responsabilidad de cada uno, pero ellos tres deberían estar dando la cara.
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Aun así, con ese testimonio se emitirá una condena. ¿Exigió a la Fiscalía que estuviera como sindicado, sabiendo que cambió de versión nueve veces?
Sí. Es una espina que tengo en el corazón. Se lo dije a los abogados y a la Fiscalía, pero ellos repetían que el testigo que la vio caer del carro dijo: “Yo paro y aparece Mateo por la parte derecha, pone las manos sobre el capó y lo golpea”. Entonces, no estaba en la camioneta, pero me pregunto: ¿qué pasó antes? ¿En qué estaba Ana María cuando bajaron a Mateo? Son cosas que hicieron falta, pero confío en que esto dé un giro o que ellos hablen. Sería lo esperado, que cuenten si hay un pacto de silencio y que los responsables paguen por este crimen.
¿Alguna vez consideró un accidente?
No, en absoluto. Lo que hizo el abogado John Jairo Cadena era de esperarse. Tenía el oficio de defender a Paul Naranjo, pero la necropsia habla por sí sola. Ella recibió golpes en dos momentos diferentes. Estaba golpeada, no atropellada, a una persona atropellada se le parte un hueso. Después de su muerte, tuve control médico por un accidente que tuve y el especialista me preguntó si mi hija tenía fracturas. Le dije que no y me respondió que no podía ser un accidente de tránsito. Con todos los golpes que tenía y que no se le hubiera roto un hueso, es imposible de creer. Los abogados acudieron a cualquier cosa, pero la necropsia es clara y el cuerpo enseña mucho.
La esposa de Paul Naranjo afirma que fue un fallo mediático, ¿qué le dice?
Que no es cierto. La jueza, muy profesional, tuvo en cuenta lo que debió tener en cuenta. Todas las pruebas los incriminaban. Entonces, no creo que hubiera sido por presión mediática. Sí se ha movido mucha información, pero la jueza solo tuvo en cuenta las pruebas. Ella no es de las que se deja conmover o llevar por el movimiento mediático del caso. Ahora, es lógico que den patadas de ahogado, pero las pruebas están. Tuve que esperar casi un año para que se diera una captura, tiempo en el que tuve claro que había sido un asesinato.
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¿Qué piensa del cubrimiento del caso que hicieron los medios?
Los medios fueron un apoyo para mí. Hubo algunos que dijeron cosas de más, pero lo considero normal. Se notaba que había otros más a favor de ellos, aunque lo importante es mirar los resultados. El apoyo de la sociedad y de los medios fue muy valioso. La mayoría nos apoyó y, a pesar de que hubo gente que estuvo en contra, no hice caso de esas opiniones, porque si le ponía cuidado a todo eso no hubiera tenido vida ni fuerza para estar en esta lucha.
¿Cree que el pasado de Naranjo está marcado por la violencia contra las mujeres, como el de Ortegón?
No soy quién para juzgar. Solo me debe interesar lo de mi hija. La información que saqué fue más movida por la tristeza de que hablaran de Ana María. Ella ya no está y, fuera lo que fuera, nada les daba derecho a matarla. La información mostraba que Paul es un peligro para la sociedad. Si personas como ellos tratan así a las mujeres y mi hija está muerta, pienso que eso fue salvarles la vida a muchas otras.
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¿Qué piensa de la situación de los condenados?
No me alegra para nada lo que ellos están pasando, pero siento que le cumplí a mi hija y me alegra que se haga justicia. Espero que esto no sea en vano y que un maltratador o un feminicida por lo menos sienta miedo de una condena ejemplar, que es lo que se espera. Que sea la máxima condena, aunque nada será suficiente porque nada me devolverá a mi hija. Creo que las personas peligrosas tienen un sitio, para que otras no corran riesgo.
Si pudiera hablar con ellos, incluido Mateo, cuya situación es distinta a la de Paul y Julián, ¿qué les diría?
Que cuenten la verdad. Quiero conocerla, la que sea. Y en cuanto a los sentimientos que uno puede guardar en el corazón, el perdón es un proceso y quiero llegar a decir que los perdoné, pero es un proceso. El camino en la vida tiene que ser liviano y no quiero cargar odios ni rencores, porque eso no me devolverá a mi hija. Por eso trabajo en el tema del perdón, que no cambia el pasado, pero sí el futuro.