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El momento en que las familias bogotanas que tienen a sus hijos matriculados en colegios del Distrito dejen de hacer largas filas y deban someterse a eternas horas de espera para acceder a un servicio o a un beneficio, está muy lejos de llegar, y lo que es peor es que todo esto suceda ante los ojos de la Secretaría de Educación quien poco o nada hace para evitar esta especie de tortura.
A pesar de que van dos semanas de haberse iniciado las jornadas en colegios de Bogotá, aun los padres hacen filas para acceder al beneficio de movilidad escolar, que, aunque el aviso para inscripción se hizo desde el mes de octubre de 2024, hay familias que por una u otra circunstancia se esperaron hasta enero para solicitarlo, la más común, el cambio de lugar de vivienda.
Aun así, sea cual sea la razón para esperarse hasta enero para solicitar el beneficio, no es posible que madres de familia en su gran mayoría deban madrugar para hacer una fila en un solo punto de atención en medio de una localidad como Kennedy, que es de la más poblada en Bogotá y que cuenta con un alto número de estudiantes en colegios públicos.
Sí la Secretaria de Educación pusiera un poco de sentido común a este asunto, pondría a un funcionario en cada colegio en esta localidad para que atienda los casos de los padres de familia que requieren el servicio de movilidad escolar. Al fin de cuentas, es claro que en todos los centros educativos se lo requiere.
En las últimas dos semanas he tenido que ver como padres de familia han acudido al colegio John F Kennedy, algunos desde muy temprano para hacer fila durante toda una mañana, para suplicarle al vigilante le deje ingresar y así pedir la atención de los cinco o seis funcionarios que atienden estos casos en la localidad.
Muchos de estos padres de familia asisten a la fila a ciegas porque la plataforma diseñada por la Secretaría de Educación para solicitar la atención, no tiene ni días ni horas disponibles en el mes de febrero, lo que hace que estas personas tengan que suplicarle al vigilante para que les deje ingresar, y luego esperar largas horas para ser atendido por un funcionario.
Cuando vi esta escena quedé estupefacto porque observar a tan pocas personas atendiendo los requerimientos en una localidad que tiene más de 1 millón de estudiantes en colegios públicos, es de ver y no creer. Dirá la Secretaría de Educación que el flujo se ha reducido en los últimos días, en todo caso, esto no subsana el malestar de los padres de familia.
Estos ciudadanos tienen razón en estar molestos, en primer lugar, porque hay quienes reclaman porque la ruta que se les asigna recoge a sus niños, no en su casa como debería ser, sino en determinado punto, que muchas veces queda en un lugar muy retirado de sus viviendas, lo que hace que un servicio que se presta con la idea de brindar comodidad, provoque todo lo contrario, es decir, incomodidad.
En segundo lugar, por la demora en la respuesta que debe dar la entidad, luego de la solicitud del beneficio de movilidad escolar, que según me explico uno de los funcionarios que atiende estos asuntos en la localidad de Kennedy, suele demorar mínimo un mes. La pregunta es: ¿mientras tanto quien lleva al niño a su colegio?
Por supuesto esto tiene una consecuencia, y es la proliferación de rutas privadas que han encontrado en este vacío de la Secretaría de Educación, el lugar perfecto para hacer sus negocios con unos padres de familias, muchos de estos de escasos recursos, que deben endeudarse para que sus niños no falten al colegio.
Cuando estos hechos suceden, no deja uno de preguntarse ¿Dónde está la Secretaria de Educación, Isabel Segovia?, porque es claro que no está prestando la suficiente atención y tampoco está atendiendo las alertas que se dan para evitar este tipo de riesgos.
¿Será posible que en la Secretaría de Educación entiendan que una cosa es lo que dice el papel y otra muy diferente lo que evidencia la realidad?
Cuando el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, tomó posesión del cargo ordenó a sus secretarios y secretarias estar en las calles observando lo que dice la realidad.
Pues bien, hechos como estos, demuestran que hay funcionarios de alto nivel, en este caso, la secretaria de Educación, Isabel Segovia, que al parecer desobedecen esta instrucción, y sí lo hace, no entiendo entonces como sucede esto ante sus propios ojos.
Continúe leyendo en la sección: Día sin carro en Bogotá: ¿más que un saludo a la bandera?.
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