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Recuperar el orgullo y la confianza, transformando el ‘relato’ de la ciudad, trabajando desde los barrios, hace parte de la nueva apuesta de cultura ciudadana del Distrito.
Desde la época de Antanas Mockus a la actualidad, el enfoque de cultura ciudadana en Bogotá ha evolucionado, al igual que la ciudad. Y eso lo tiene claro la administración la administración del alcalde Carlos Fernando Galán, que recibe una Política Pública de Cultura Ciudadana y una reciente arquitectura institucional para su implementación. El subsecretario de Cultura Ciudadana, Luis Felipe Calero, es el encargado de materializarla. En charla con El Espectador, cuenta cuál será el camino para que los capitalinos, sin importar su origen, recuperen el amor, el orgullo y la confianza por la ciudad, para impulsar diversos procesos de transformación cultural en Bogotá.
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¿Cuál es el diagnóstico inicial de la ciudad?
Para nadie es un secreto que nos encontramos ante un problema de falta de confianza interpersonal e institucional a nivel global. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en 2023, solamente el 15% de las personas en América Latina confía en la mayoría de la gente y según nuestra última Encuesta de Indicadores de Cultura Ciudadana 2023, nueve de cada diez personas en Bogotá cree que más de la mitad de los funcionarios son corruptos.
Hace 30 años, Antanas Mockus se cuestionó por nuevas formas de relacionarse entre la institucionalidad y la ciudadanía más allá del castigo y la ley. Esa noción de que existían tres sistemas reguladores del comportamiento, que llamó la ley, la moral y la cultura; así como el interés por su armonización, a través de nuevos lenguajes de interacción como el arte, la pedagogía y la comunicación; marcaron un antes y un después en la estima de una ciudad que convirtió a la cultura ciudadana en parte de su identidad de ciudad.
Hoy Bogotá no es la misma. Tenemos cambios demográficos, nuevos fenómenos migratorios, un estallido social, una pandemia y el auge de una esfera pública ampliada digital, que opera a través de las redes sociales, y que ha cambiado las formas en las que habitamos la ciudad y nos relacionamos entre nosotros y con la institucionalidad.
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¿Puntualmente, cuál es el plan para recuperar esa confianza?
Nuestro objetivo es construir una Bogotá que confía y se siente orgullosa de su identidad diversa y, para eso, vamos a trabajar en tres líneas principales que utilizarán en su despliegue, datos y metodologías de diseño centrado en la ciudadanía:
Primero, queremos trabajar en la transformación del relato de ciudad para promover el orgullo. De ahí nace la metáfora de la casa común que se materializó en la campaña Bogotá, mi ciudad, mi casa. Bogotá es la casa de todas y todos, es la ciudad que abre sus puertas con generosidad para acoger los sueños, proyectos y metas de quienes llegan, la habitan, la viven y construyen una identidad colectiva y diversa: la bogotaneidad.
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Por otro lado, estamos realizando intervenciones situadas de transformación cultural, a través de la estrategia Barrios Vivos, para abordar las problemáticas de las comunidades, reconociendo al otro y sus necesidades para construir puentes de confianza entre la ciudadanía y la institucionalidad, y para crear colectivamente soluciones.
Y, finalmente, queremos fortalecer el trabajo en red. Reconocemos la identidad diversa de la ciudad a la hora de promover y detonar acciones colectivas. En esta línea, trabajaremos con diferentes sectores de la sociedad civil, reconociendo el papel de agencia de la ciudadanía y la acción colectiva con el sector privado, las agremiaciones, la academia y las organizaciones comunitarias para fortalecer la Red Distrital de Cultura Ciudadana.
¿Barrios Vivos hace parte de esa apuesta, ¿cuál es la importancia de ir directo al barrio?
El objetivo de la Secretaria de Cultura es activar 366 laboratorios de oportunidades y transformación cultural situada a través de la estrategia Barrios Vivos. Es una oportunidad para reconocer las problemáticas y particularidades del territorio, asimétrico en su forma de interpretarlo, entenderlo y habitarlo. Consideramos que es un error identificar a un solo tipo de ‘ciudadano’ homogéneo. Parte de esta nueva apuesta es reconocer los problemas contextuales y puntuales de las diversas identidades y comunidades que convergen en una ciudad multicultural como Bogotá.
Lo que busca la estrategia es identificar junto a los ciudadanos los retos comportamentales asociados a problemáticas de convivencia, gestión de residuos, movilidad, apropiación de sistema de transporte público y cuidado del espacio público entre otros, para construir colectivamente proyectos que permitan transformarlos. No imponiéndolos desde la administración, sino construyéndolos desde las comunidades. Estableciendo nuevos puentes de confianza entre la ciudadanía, los vecinos, las organizaciones y la administración en el camino.
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¿Cuál es la tercera? El trabajo en red.
La cultura ciudadana no es imponer comportamientos. Es generar las condiciones para el cambio y la generación de acuerdos entre los distintos actores, que no solo piensan, sienten y viven diferente, sino que también pueden aportar de múltiples maneras a partir de sus roles y actividades al bienestar de la ciudad.
Pero esto, se tiene que dar reconociendo nuestras diferencias y a partir del trabajo conjunto en medio de esa diversidad; donde incluyamos organizaciones sociales, empresas y funcionarios públicos. Si no trabajamos en red, será difícil posicionar las transformaciones culturales que estamos buscando. En ese sentido, vamos a formar a 7.100 funcionarios como primeros multiplicadores de cultura ciudadana y queremos fortalecer la Red Distrital de Cultura Ciudadana, que ya tiene 80 miembros, pero que queremos seguir sumando.
Hoy sabemos que la cultura ciudadana no es una pastilla o una inyección que se le pueda dar a alguien para que sea cívico, solo lograremos transformaciones culturales sostenibles y significativas cuando cada uno de nosotros reconozca su capacidad de agencia en dichas transformaciones y su rol activo en la ciudad. Así obtendremos esa corresponsabilidad ciudadana.
¿Cómo van a hacer todo eso?
Apuntamos nuestras acciones y estrategias de transformación cultural a dos públicos principalmente: por un lado, los primeros cooperadores, quienes necesitan mejor información para sumarse al cambio de manera voluntaria y entusiasta y, por otro lado, a los denominados ‘cooperadores condicionales’, quienes a través de incentivos positivos, como el reconocimiento, toman la decisión de sumarse.
Todo esto, lo vamos a hacer teniendo en cuenta cuatro dimensiones. Primero, fomentando una cultura de uso y aprovechamiento de datos para diagnosticar, medir, evaluar y narrar nuestra ciudad. Esta ciudad está repleta de datos, de historias, de anécdotas maravillosas, que hay que contarle a la ciudadanía. Uno no puede querer lo que no conoce.
Segundo, construyendo soluciones colaborativas que involucren el diseño centrado en la ciudadanía y soluciones ágiles que integren la arquitectura de la decisión y las ciencias del comportamiento. Tercero, apostando por la generación y difusión de contenidos e interacciones digitales que promuevan cambios de comportamiento, buscando reconocer la existencia de un territorio local con nuevas formas de interrelación digitales que debe integrarse al mundo de interacción física. Y, finalmente, desde una mirada y perspectiva de futuro, anticipándonos a los nuevos retos a los que se enfrenta la ciudad.
Las redes sociales son otro mundo que influye en esa falta de confianza ¿Qué hacer?
Hay una ciudad análoga y una digital. Sabemos que hay una cantidad de conversaciones que se tejen todos los días en las redes sociales y para nosotros es importante abordarlas, reconociendo que hay gente que quiere y está haciendo las cosas bien. La norma social es fundamental para promover comportamientos adecuados y esto también se establece en el mundo digital. Por ejemplo, uno puede evidenciar que cierto delito está disminuyendo a través de datos, pero resulta que un video de un caso particular se vuelve viral. Eso inevitablemente influye en el relato que tenemos sobre este asunto particular. En la Administración reconocemos que hay problemas importantes y retos en la ciudad, y se está trabajando en ellos, pero también es importante reconocer las personas que diariamente están haciendo las cosas bien. Esto incluye la perspectiva digital, contándole a la ciudadanía, las cosas buenas que también están pasando en la ciudad.
¿Cómo medir los resultados en cuatro años? ¿Cuál cree que podría ser ese indicador que pueda como validar el resultado de esa estrategia?
Bogotá cuenta con un Índice de Cultura Ciudadana que mide cada dos (2) años cómo se encuentra la ciudad en siete (7) dimensiones de la cultura ciudadana: movilidad sostenible, espacio público, convivencia y cultura de paz, cultura ambiental, inclusión e identidades diversas, cultura política y ciudadana, y equidad de género y eliminación del machismo. El Índice se construye a partir de una Encuesta compuesta por 115 preguntas que es representativa para la ciudad y para cada una de sus localidades, permitiéndonos tener una mirada general y territorial de las percepciones, hábitos y comportamientos de las personas en las temáticas mencionadas. Aunque tenemos el propósito de mejorar todos los indicadores, el Plan de Desarrollo Distrital 2024-2027 ha puesto el foco principal en aumentar los indicadores de orgullo y confianza en la ciudad.
¿Qué tan fácil ha sido ganarse esa confianza de las comunidades?
Con Barrios Vivos ha sido retador. Al principio la gente se preguntaba ¿y esto por qué? Creo que lo que ha permitido abrir la puerta en estos barrios ha sido ver a tantos funcionarios y colaboradores de la Secretaría de Cultura comprometidos en el territorio, trabajando con la comunidad, escuchándoles y explicándoles que lo que queremos es que ellos construyan un proyecto colectivo, nosotros somos los mediadores. Hemos identificado que son personas que siempre han querido trabajar por sus comunidades, que tienen proyectos muy interesantes y lo que queremos hacer es potenciar estas iniciativas e ideas comunitarias, para tener unos proyectos que puedan generar incidencia y relevancia en sus comunidades.
¿Uno, uno piensa que los jóvenes son el público más complejo para ganar esa confianza?
Hay una cantidad de jóvenes que están trabajando por esta ciudad y que se quieren sumar a esos proyectos; quieren que se cuente su voz; quieren participar, y por eso es importante. Si ven resultados para la comunidad, pues van a seguir sumándose y van a seguir confiando no solo en la institucionalidad, sino también en sus vecinos, en la participación democrática y ciudadana, que es fundamental para hablar de procesos de transformación cultural y de cultura ciudadana.
También desde la creación de contenido digital, los jóvenes son grandes generadores de narrativas y entre ellos se está transformando la manera de relacionarse con la ciudad. Estamos trabajando con generadores de contenido en convocatorias, para que sean los jóvenes, quienes contribuyan a la transformación narrativa sobre Bogotá. Estamos convencidos que hoy más que nunca no está bien visto burlarse, o criticar, o destruir a Bogotá.
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Por Redacción Bogotá
