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Robo de patinetas eléctricas: el flagelo de la micromovilidad sostenible en Bogotá


El asesinato de Enrique Medina (de 59 años) por robarle la patineta evidencia el problema de seguridad para quienes usan este tipo de transporte. Pese a tener vía libre para circular por las ciclorrutas, la delincuencia que roba bicicletas ahora también asedia a estos usuarios.

Miguel Ángel Vivas Tróchez

21 de agosto de 2025 - 07:00 a. m.
Patineta eléctrica
Foto: Auteco Mobility
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Es difícil saber cuántas personas usan patineta eléctrica para movilizarse por Bogotá, pero son pocas las calles donde no se divise al menos a alguien usando este medio de transporte sostenible. Una aproximación está diluida en la última Encuesta de Movilidad (2023), que incluyó medios de transporte alternativos. El documento dice que de los 12 millones de viajes que se hacen a diario en Bogotá 880.000 son en bicicleta y 53.658 en otros medios como patineta y motocarro. Con base en las ventas publicadas por proveedores de estos vehículos como Sky Motion y Minca Electric, en la capital podrían circular mínimo 8.000 patinetas.

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El auge de este medio de vehículos es evidente, dado lo fácil que es comprarlos, recargarlos y guardarlos, sumado a que no se requieren trámites para conducirlos. Pero con el auge de la tendencia aumenta el robo de estos vehículos en el espectro delictivo, en una ciudad que lucha a diario contra la inseguridad. El ejemplo extremo de esta situación ocurrió el 30 de julio, cuando asesinaron, con arma blanca, a Enrique Medina, de 59 años, por robarle su patineta eléctrica, que había comprado hace dos años y usaba para ir de su casa al trabajo. Su recorrido siempre fue el mismo desde que adquirió el vehículo hasta que los amigos de lo ajeno lo interceptaron en la carrera 11 con calle 106 y le arrebataron la vida.

Enrique Medina tenía 59 años de edad. Volvía del trabajo cuando fue asesinado.
Foto: Archivo Particular

La muerte de Medina trae a la memoria otro caso registrado en 2022, cuando mataron a Héctor Martínez, de 35 años, en el puente peatonal de la calle 26 con av. Ciudad de Cali. Este tipo de casos hacen parte de los 3.150 hurtos de patinetas eléctricas que registró la Secretaría de Seguridad entre 2023 y 2024. Aunque la cartera distrital no ha publicado un reporte actualizado de las cifras este año, en las noticias sobre operativos para combatir este flagelo resaltan al menos dos sucesos en los que lograron frustrar robos a gran escala de patinetas; es decir, de lotes grandes de estos vehículos extraídos de establecimientos comerciales y bodegas.

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Lo cierto es que, en vista de la popularidad de este medio de transporte y, sobre todo, al permiso que hace poco le otorgó el Gobierno nacional para transitar por las ciclorrutas de la ciudad, el aspecto de la seguridad de estos usuarios cobra especial relevancia; en especial, los factores que alimentan el hurto de estas patinetas y de casos trágicos como el de Enrique y Héctor.

Modalidades de robo


Entre las modalidades de robo más frecuentes, de acuerdo con los operativos de recuperación que adelantaron las autoridades, está la sustracción en masa de estas patinetas de los establecimientos comerciales. Entre noviembre de 2024 y marzo de 2025, la Policía logró recuperar 200 patinetas, que habían sido sustraídas de bodegas y centros de acopio.

De acuerdo con la información de inteligencia, compartida por las autoridades durante las diligencias, estos vehículos estaban a punto de ser revendidos en plataformas digitales con escasos requisitos en la negociación, como Marketplace o en establecimientos comerciales en donde los controles para los lotes de vehículos adquiridos son laxos y se caracterizan por no hacer muchas preguntas sobre su procedencia.

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Otra modalidad de robo frecuente es el atraco a mano armada en la ciudad, igual que con otros objetos de valor como celulares y bicicletas. Las víctimas son interceptadas en puentes peatonales o ciclorrutas poco transitadas, a altas horas de la noche, y son despojados de sus vehículos. El caso más reciente ocurrió en marzo, cuando un ciudadano logró captar al ladrón que le robo su patineta en el puente de la Escuela Militar, utilizando un arma de fuego. De nuevo, la poca trazabilidad en las denuncias y la ausencia de cifras actualizadas sobre este delito dificultan contabilizar los casos.

Mercado negro, motor del delito


“Cuando vendo una patineta, la cara de felicidad de mis clientes es la principal satisfacción. Algunos la sacan a crédito, otros con ahorros, pero lo cierto es que ven esa compra como una forma de cobrar la autonomía de sus tiempos de desplazamiento y bajarse del Transmilenio”, cuenta Julián López, administrador y propietario de una tienda de comercialización de patinetas y vehículos eléctricos importados de China.

Desde que abrió su negocio, en 2022, ha visto un nicho importante para comerciar, pero también un nuevo hito de posibilidades para los delincuentes. Dice que, aunque no es su caso, ha visto a colegas comerciantes que reciben lotes enteros de patinetas que no tienen toda la reglamentación de aduana y las facturas de compra. “Uno puede pensar que es contrabando, pero cuando uno se entera de robos a gran escala en bodegas de las zonas francas o por carretera, también resulta atando cabos”, explica.

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Dice que, al ser un medio de transporte relativamente económico —con un precio de $2’500.000 en promedio, aunque hay más caras— no hay controles exhaustivos sobre la propiedad legítima de estos vehículos. “A un celular se le puede rastrear por el IMEI; las bicicletas ya cuentan con códigos de registro, y los carros y motos tienen marcas hasta en el motor. Pero para una patineta, solo se puede comprobar la propiedad a través de la factura de compra. Y así usted la haya comprado de manera legal, es bastante extraño que cargue con un recibo que, incluso en la mayoría de los casos, resulta en las bolsas de basura”, acota el comerciante.

Aunque hay soluciones como instalar GPS, estos solo se suelen incorporar en las patinetas más caras, por lo cual las de menor valor no tienen estos dispositivos y son el principal objetivo de los delincuentes. “Aquí otra parte del problema es el mercado negro de refacciones. Cuando usted tiene un medio de transporte que está de moda, porque la gente lo compra, entonces va a necesitar repuestos. Aquí, la mayoría de comerciantes somos minoristas y no representantes de las marcas fabricantes, entonces uno puede comunicarse con ellos, a petición de un cliente, y pedir la pieza, pero eso rara vez ocurre”.


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Y agrega, “la gente busca economía y se siente atraída por anuncios en redes de gente que les ofrece reparar sus patinetas más barato, más rápido, y es ahí en donde se usan muchas piezas de las patinetas robadas”, puntualiza López.

Entre las piezas con mayor demanda y circulación en el mercado negro figuran las baterías de litio (pueden representar del 30 % al 40 % del valor total); los controladores eléctricos, que suelen fallar mucho y son fácilmente reemplazables por otros de igual compatibilidad, y luego están las pantallas y las llantas. Localidades como Puente Aranda, Barrios Unidos y Suba son puntos críticos para este negocio, pues aglutinan la mayor cantidad de barrios o sectores con varios establecimientos comerciales dedicados a la venta de patinetas.

Adaptarse a las nuevas formas de movilidad requiere un gran proceso de fiscalización que evite la perdida de más vidas por este tipo de hurtos. Reconocer las patinetas como parte de la cotidianidad bogotana precisa mecanismos de registro, patrones de identificación delictivos y, por supuesto, más operativos para combatir este nuevo frente del hurto, uno de los delitos de alto impacto que más afectan a la ciudadanía.

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Por Miguel Ángel Vivas Tróchez

Periodista egresado de la Universidad Externado de Colombia interesado en Economía, política y coyuntura internacional.juvenalurbino97 mvivas@elespectador.com
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