David Ocampo, de 48 años, trabaja en una de las agencias de medios más prestigiosas del país. Su vida dio un giro drástico a causa de una miocardiopatía hipertrófica que ocasionó que a sus “tiernos” 45 años, comenzara a usar un marcapasos. La condición se deterioró rápidamente hasta una falla cardíaca total y crítica en julio de 2024, que lo mantuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Colombia por seis meses. La única opción para seguir viviendo era un trasplante de corazón. Las probabilidades de que llegara un órgano compatible a tiempo eran mínimas.
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“Es estar al borde de la muerte y volver a la vida. Es pensar en tu hija de 12 años se quedará sin su papá, y presentir que no hay manera, pero que, milagrosamente, gracias a que una familia muy generosa decidió que el corazón de uno de sus familiares fuera donado, es que sigo aquí”, señaló a este diario.
Afortunadamente, un corazón compatible llegó el 14 de agosto de 2024, permitiendo el trasplante por parte de los médicos de la Clínica Colombia. Para David, esto fue un milagro, ya que en el país este proceso puede ser largo. En lo corrido de 2025, Bogotá ha registrado 904 trasplantes, entre ellos 10 de corazón, 75 de hígado, 15 de pulmón, 166 de riñón, dos combinados de riñón-hígado y siete de riñón-páncreas.
“La donación en Colombia es un tema de mucho mito. Todavía percibimos estigmas, a pesar de que hay una ley que nos hace a todos donantes. De nuestra parte intentamos, a diario, que todas sean donaciones humanizadas”, señalan los rescatistas de tejidos en Bogotá. Una donación humanizada, explican los rescatistas, consiste en tener el consentimiento de la familia del donante. “Siempre vamos muy de la mano con las familias. Les explicamos por qué de la donación y cómo puede ayudar la pérdida de un ser querido a mejorar la calidad de vida de muchas personas”.
Desde el trasplante, David lleva un año de recuperación, un proceso que cambió por completo su vida. “Recibir el órgano es solo el inicio; el postoperatorio es complicado y requiere el acompañamiento de un equipo multidisciplinario: cardiólogo, hematólogo, psicólogos y más”.
Este regalo, para David, implicó un cambio drástico de hábitos, rutinas y formas de pensar, lo que le permite disfrutar cada día al máximo y seguir trabajando en la empresa que lo apoyó durante su recuperación.
Un deportista “trasplantado”
De otro lado está Luis Antonio Hernández, un hombre que siempre fue deportista y muy sano, hasta que un día se enfrentó inesperadamente a la necesidad de un trasplante de riñón. A pesar de llevar una vida saludable, sin fumar ni beber, y practicar fútbol y microfútbol, Luis comenzó a sentir dolores musculares y de espalda.
La automedicación con ibuprofeno y diclofenaco para los dolores musculares, junto con una condición congénita (su madre, diabética, falleció por insuficiencia renal crónica), lo llevaron a desarrollar insuficiencia renal. Una de las señales de que sus riñones estaban fallando fue un color “terroso” o amarillento en la piel.
“Cuando busqué atención médica, mi riñón ya había perdido el 75% de su función, dejándolo intoxicado y en una situación de peligro”, señaló a ese diario. En su caso, su hermana fue quien donó su riñón para salvarle la vida, no obstante, muchas personas no cuentan la misma suerte.
Para finales de junio de este 2025, el Instituto Nacional de Salud (INS) dio a conocer que en Colombia hay 4.248 personas a la espera de un trasplante de algún órgano o tejido. El más solicitado es el riñón, con 3.952 personas en lista de espera (en Bogotá se tienen en lista 1.968). Y a pesar de que hay 114 personas que esperan un donante de hígado, 53 de pulmón y 23 de corazón para seguir viviendo, el tejido ocular es el segundo más solicitado: 464 personas integran la lista en la capital colombiana y más de 600 a nivel nacional.
La doctora Linda Ariza, directora de Provisión de Servicios de la Secretaría de Salud, resaltó la importancia de la donación: “Tomar la decisión salva vidas y marca la diferencia. En Bogotá se requieren alrededor de 650 a 700 donaciones de sangre diarias para poder responder ante las emergencias: cirugías, tratamientos como el cáncer y la hemofilia. Asimismo, hay más de 2.000 pacientes esperando por una donación de órganos en la capital”, indicó.
Luis, hoy día, es deportista trasplantado. “Pertenezco a la selección Colombia de deportistas trasplantados.” Sobre su vida actual y su rol como embajador del deporte, dice: “el deporte hace que nosotros podamos asimilar mejor esos medicamentos... Son 21 años y medio ya de trasplante.”
David cuidará su hija por los años que vengan y dice que le gustaría saber algún día quién fue el donante que le permitió seguir viviendo, ya que para él, “este corazón que late aquí dentro mi, guarda una esencia, siento que lo llevo conmigo”.
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Por Juan Camilo Parra
