El próximo 5 de junio, la compañía japonesa ispace intentará por segunda vez alunizar con éxito. Su módulo de aterrizaje, bautizado Resilience, fue lanzado el pasado 15 de enero desde Cabo Cañaveral, Florida, en un cohete Falcon 9 de SpaceX, y tiene previsto descender sobre una región del satélite conocida como Mare Frigoris o “mar del frío”.
La operación hace parte de la Misión 2 del programa SMBC x HAKUTO-R Venture Moon, un esfuerzo privado de exploración lunar que busca abrir camino para futuras misiones comerciales. De lograr el alunizaje, ispace se convertiría en la primera empresa privada en completar exitosamente esta maniobra, luego de que su intento anterior, en abril de 2023, fracasara al perderse la comunicación con la nave en los últimos segundos de descenso.
Una de las principales novedades de esta misión es el despliegue del primer róver lunar fabricado en Europa. Se llama Tenacious, fue diseñado y ensamblado por ispace Europe, la filial de la empresa en Luxemburgo, y tiene como propósito realizar desplazamientos autónomos para recopilar información sobre el terreno. Se trata de un micro-róver de estructura liviana, pensado para misiones de corta duración.
Durante aproximadamente dos semanas, Resilience llevará a cabo una serie de experimentos científicos y tecnológicos en la superficie de la Luna. Entre las cargas útiles se encuentra un dispositivo para realizar electrólisis con agua lunar, una herramienta clave en futuros planes para generar oxígeno o combustible in situ. También se probará un módulo de producción de alimentos en condiciones lunares y una sonda para medir la radiación en el espacio profundo.
Estos desarrollos hacen parte de un ecosistema creciente de iniciativas privadas que buscan reducir los costos de acceso al espacio y demostrar nuevas capacidades tecnológicas. Aunque la NASA y otras agencias públicas siguen liderando la exploración lunar, actores como ispace, con el respaldo de inversionistas y clientes institucionales, apuntan a ofrecer servicios regulares en la superficie de la Luna.
Para Japón, esta misión representa un paso más en su intención de posicionarse como un actor relevante en la nueva carrera espacial, que no solo involucra soberanía científica, sino también intereses económicos a largo plazo.
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