
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Un equipo internacional de investigadores, dirigido por la Universidad de Kentucky (Estados Unidos), encontró nueva evidencia de que los microplásticos ya están llegando a una de las regiones más remotas del planeta y con condiciones más extremas: la Antártida. Los científicos realizaron, por primera vez, un análisis del único insecto endémico de este lugar, el mosquito Belgica antarctica, al cual capturaron en la naturaleza
Tras examinarlo, el equipo se sorprendió al descubrir que está ingiriendo microplásticos. En sus resultados, no obstante, los investigadores apuntan que, en comparación con otros insectos, las tasas de consumo del mosquito fueron bajas, su metabolismo básico no cambió y su exposición a microplásticos no fue letal.
Le puede interesar: Ranas que desafían al ‘avispón asesino’: el veneno no las detiene
Este es el primer estudio de contaminación por microplásticos en un insecto antártico y fue publicado en la revista Science of the Total Environment. El interés por investigar este asunto surgió luego de que Jack Devlin, principal autor del artículo, viera un documental sobre la contaminación por plástico.
“Ver esa película me dejó alucinado”, dijo Devlin. “Empecé a leer sobre los efectos del plástico en los insectos y pensé: ‘Si el plástico está apareciendo en todas partes, ¿qué pasa con lugares tan raros como la Antártida?’”. La especie Belgica antarctica es, precisamente, el insecto más austral de la Tierra. A pesar de que cada individuo tiene apenas un tamaño similar al de un grano de arroz, es capaz de soportar el frío intenso, la sequía, la alta concentración de sal, grandes fluctuaciones de temperatura y la radiación ultravioleta.
Devil y su equipo, entonces, se preguntaron si esa resistencia podría proteger al mosquito de un nuevo estrés, como los microplásticos. Los científicos ya sabían que este material estaba llegando a la Antártida, pues otros estudios habían identificado fragmentos en la nieve fresca y el agua de mar. Aunque las concentraciones son mucho menores que en otras regiones, las corrientes oceánicas, los vientos y las actividades humanas en bases de investigación y barcos ya han transportado los microplásticos al continente.
Lea también: La física de los copos de nieve: ¿es cierto que no existen dos iguales?
El equipo se propuso un reto adicional, durante una segunda fase de su proyecto: analizar las larvas de esta especie, que habían recolectado durante un crucero de investigación en 2023 a lo largo de la Península Antártica Occidental. Fueron recogidas en 20 sitios de 13 islas y preservadas para evitar que se siguieran alimentando.
Los científicos diseccionaron las larvas de cinco milímetros y analizaron su contenido intestinal “mediante sistemas de imágenes capaces de identificar huellas químicas de partículas de hasta cuatro micrómetros, muy por debajo del umbral de la visión humana”, comunicó la Universidad de Kentucky. “Las larvas expuestas a mayores niveles de microplásticos presentaron menores reservas de grasa. Se necesitan experimentos a más largo plazo para comprender mejor los posibles impactos”.
Luego de analizar 40 larvas de toda la región, el equipo halló solo dos fragmentos de microplástico. Aunque puede parecer una proporción menor, Devin lo percibe como una advertencia temprana.
“Nuestro estudio sugiere que, por ahora, los microplásticos no están inundando estas comunidades del suelo. Pero podemos decir que están entrando en el sistema y, en niveles suficientemente altos, comienzan a alterar el equilibrio energético de los insectos”, subrayó.
👩🔬📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre ciencia? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🧪🧬