Seguramente usted ha escuchado que las ranas son de sangre fría y los perros o gatos son de sangre caliente. ¿Se ha preguntado alguna vez la diferencia? Los seres de sangre caliente (entre los que estamos los humanos), mantienen su temperatura relativamente constante gracias a mecanismos internos de regulación. Para ello necesitan extraer mucha energía de su alimentación y conservar la frescura de sus cuerpos, cuando la temperatura externa sube, mediante “tácticas” como la sudoración o el incremento del consumo de agua.
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Los animales de sangre fría, en cambio, se adaptan a la temperatura de su medio. Cuando el clima es cálido se mantienen activos y cuando el clima es frío su temperatura interna baja y por ende también su actividad. Debido a esto los animales de sangre fría necesitan menos energía, y por ende menos alimento. No es que siempre tengan la sangre fría, en realidad depende del entorno en el que estén. Entre estos seres no solo están las ranas, también insectos, peces, arácnidos, reptiles...¿y dinosaurios?
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Esta pregunta ha sido objeto de discusión durante mucho tiempo en el campo de la paleontología. Un estudio publicado recientemente en la revista Nature sugiere algunas respuestas: los dinosaurios eran de sangre fría y también caliente. Ambas. Los investigadores estudiaron 55 especies vivas y extintas, entre mamíferos, lagartos, aves y 11 dinosaurios diferentes, rastreando la evolución de los metabolismos a lo largo del tiempo. Descubrieron que la sangre caliente estaba presente entre los dinosaurios, pero no en todos.
En el período Triásico, entre 251,9 millones y 201,3 millones de años, los dinosaurios se dividieron en dos grandes grupos, dice el estudio: los saurisquios y los ornitisquios. Los primeros, entre los que se encontrarían el Tyrannosaurus y el Allosaurus, tenían sangre caliente; los segundos, entre ellos especies como el Triceratops y el Hadrosaurus, vivieron una serie de cambios que los convertiría en animales de sangre fría.
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Según dijeron sus autores en Live Science, un portal especializado en ciencia, este es el primer estudio que sostiene que los dinosaurios tenían metabolismos diversos. Para llegar a esta conclusión los investigadores tuvieron que superar varios obstáculos técnicos, en lo que se refiere al análisis de animales extintos. Los científicos utilizaron los huesos de dinosaurio y productos de desecho del metabolismo (como las grasas descompuestas) para medir el uso de oxígeno que habría necesitado ese cuerpo. El oxigeno, a su vez, es una señal que habla del metabolismo del animal. Así lo explica su autora, Jasmina Wiemann, a este medio.
“Por esa razón, pudimos, por primera vez, construir uno de estos conjuntos de datos realmente grandes que luego conectan los puntos”, dijo Wiemann. La investigadora espera que el método que uso para su estudio permita profundizar en el estudio de las colecciones en los museos, sin que dichos huesos tengan algún peligro: “tomar un hueso del estante y analizarlo sin mayor preparación”.