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En los últimos años, los fósiles han ayudado a los científicos a entender mejor a los megaraptoranos, un grupo de dinosaurios carnívoros con grandes garras que vivieron durante el Cretácico (hace entre 90 y 66 millones de años) en Asia, Australia y, sobre todo, en Sudamérica. Aun así, todavía hay muchas dudas sobre cómo eran y cómo evolucionaron, porque la mayoría de los fósiles hallados están incompletos o en malas condiciones.
La posición de los megaraptoranos dentro del árbol evolutivo de los dinosaurios aún no está del todo clara. Los científicos no se ponen de acuerdo sobre a qué familia pertenecían exactamente. Algunos piensan que estaban relacionados con los alosauroideos carcharodontosaurios, depredadores gigantes como el Giganotosaurus. Otros creen que eran celurosaurios más primitivos, es decir, parientes lejanos de los primeros tiranosaurios.
Esta confusión se debe a que la mayoría de los fósiles hallados hasta ahora son muy fragmentarios: suelen aparecer huesos sueltos o partes incompletas del esqueleto.
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Un hallazgo reciente en la Formación Lago Colhué Huapi, en Chubut (Patagonia, Argentina), ha sacado a la luz una nueva especie de megaraptorano, un dinosaurio carnívoro famoso por sus enormes garras delanteras. El fósil, descrito este martes en la revista Nature, corresponde a un esqueleto parcial pero excepcionalmente bien conservado, lo que lo convierte en una pieza clave para entender mejor a este grupo de depredadores.
Este ejemplar pertenece a la familia Megaraptoridae, considerada uno de los últimos linajes de megaraptoranos que sobrevivió hasta poco antes de la gran extinción del Cretácico-Paleógeno, hace unos 66 millones de años. Lo notable es que el fósil incluye partes del cráneo, la columna vertebral y las extremidades, elementos que rara vez se encuentran juntos en este tipo de dinosaurios. Gracias a ese nivel de preservación, los investigadores pueden profundizar en detalles de su morfología, evolución y modo de vida.
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Un dato curioso del hallazgo es que, justo al lado de la mandíbula del dinosaurio, los investigadores encontraron un húmero fósil de cocodrilo. En otras palabras, es posible que este cocodrilo formara parte de la última comida del megaraptorano o, al menos, que estuviera relacionado con su dieta. Esta asociación sugiere que los megaraptoranos no solo eran cazadores formidables, sino que también podían alimentarse de otros grandes reptiles, lo que abre nuevas pistas sobre sus hábitos de caza y estrategias alimenticias.
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