Quienes nacieron luego de la primera mitad del siglo XX, nunca conocieron al tigre de Tasmania. La figura del Thylacinus cynocephalus, como lo llamaron los científicos, apenas la conocemos por fotografías. En la década de 1930 murió el último ejemplar en un zoológico y ese animal entró a la lista de especies extintas. (Lea Científicos creen haber resuelto el misterio de la formación de los diamantes rosas)
Muchas preguntas sobre el tigre de Tasmania, un marsupial carnívoro que habitó la isla de Tasmania, quedaron sin resolver luego de que desapareciera de la Tierra. Por eso, la publicación que apareció en Genome Research este 19 de septiembre ha generado gran expectativa: sus autores aseguran haber secuenciado, por primera vez, el ARN de esa especie.
Como relatan en el artículo, lo hicieron gracias a tres muestras de piel y tres muestras de músculo que tomaron de los restos de un individuo que tiene 132 años de antigüedad y que se encuentra en el Museo de Historia Natural de Estocolmo.
A partir de esos tejidos, extrajeron el ARN. Tras eliminar los “duplicados”, identificaron 1,5 millones de secuencias de ARN del tejido muscular y 2,8 millones de secuencias de ARN de la piel. Como reporta Nature, también detectaron secuencias correspondientes a 236 genes en las muestras de músculos, y secuencia de 270 genes en las muestras de piel.
Su hallazgo ha llamado la atención porque, a diferencia del ADN, que es muy estable, el ARN se puede degradar o destruir en minutos fuera de células vivas, tal como explicó a la revista científica Marc Friedländer, genetista de la Universidad de Estocolmo y autor del estudio.
“Esto abre una fuente potencial de información completamente nueva”, le dijo al portal de noticias de Nature Oliver Smith, genetista de Micropathology, una empresa ubicada en Reino Unido. (Lea Hallan la construcción de madera más antigua del mundo: de hace 476.000 años)
Además, los autores de la investigación hallaron moléculas de ARN de virus que podría haber infectado al tigre de Tasmania, un descubrimiento que abre la posibilidad a estudiar el ARN de virus antiguos, algo que aún no está desarrollado completamente.
De hecho, para poder llevar a cabo el estudio, los científicos tuvieron que desarrollar un protocolo específico para ARN antiguo. En palabras de Friedländer a Nature, “fue sorprendente que encontráramos estas secuencias de ARN en este tigre de Tasmania momificado”.
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