¿Qué se cocinaba en las vajillas y ollas de hace 3 200 años? Una investigación analizó los residuos de la superficie de unas vasijas de cocina recuperadas de un asentamiento en el noreste de Alemania, de hace poco más de 3 000 años. El sitio se atribuye a los grupos “Funnel Beaker”, una serie de culturas arqueológicas que se desarrollaron en Europa durante el Neolítico y la Edad del Bronce y que se caracterizaron por utilizar vasijas de cerámica con un cuello angosto y que se ensanchan hacia la parte superior, creando un embudo.
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Con 40 casas en el apogeo de su ocupación, este asentamiento es uno de los pueblos más antiguos de la región e ilustra, según los investigadores, la transformación de la vida social en el Neolítico Medio, de granjas individuales a comunidades rurales. La investigación, publicada en Plos One, describe que este asentamiento era totalmente agrario, con una economía que incluía prácticas de cultivo distintivas de cereales, como el emmer (Triticum dicoccum, una especie de trigo), además de la cebada (Hordeum vulgare); el cuidado del ganado; caza; pesca y la recolección de plantas silvestres.
Después de la excavación, la cerámica del sitio se secó al aire y luego se colocó en bolsas de plástico. Luego de una inspección visual del conjunto de cerámica, se seleccionaron para el estudio 21 fragmentos de con residuos incrustados en su superficie. Los tiestos prevenían principalmente de vasijas sin decoración.
Aproximadamente un tercio (33%) de los residuos contenían restos bien conservados de los alimentos originales cocinados en los recipientes, mientras que dos tercios (67%) estaban demasiado contaminados con componentes del suelo para ser indicativo del contenido del recipiente. Los 7 residuos bien conservados contenían principalmente polisacáridos, lo que demuestra que el alimento consistía principalmente en almidones y/o azúcares. (Puede ver: Exministros advierten que el sistema avanza hacia un “colapso”)
Los cereales (especialmente la escanda y la cebada) constituían el ingrediente principal de los platos cocinados en las vasijas. La presencia de granos de cebada inmaduros en algunos de los residuos fue un aspecto peculiar de las preparaciones alimenticias. Se trataría, dicen los investigadores, de granos de cebada desnudos. Las espigas de cebada probablemente se cosechaban cuando aún estaban verdes.
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Debido a la vida útil limitada de las mazorcas verdes, tendrían que haber sido procesadas y utilizadas poco después de la cosecha. “Los habitantes prestaron gran atención a la economía de alimentos vegetales, no solo trabajando y manteniendo la tierra cultivable y cuidando los cultivos básicos, sino también procesando y cocinando el grano resultante”, escriben finalmente los autores del estudio.