
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Es posible que su perro, por pequeño, inofensivo y tierno que sea, tenga algunos genes de lobo. Una nueva investigación sugiere que casi dos tercios de los perros de raza actuales tienen pequeñas cantidades de ADN de lobo en su genoma, heredado de mezclas que ocurrieron hace casi mil generaciones. Aunque ese porcentaje puede parecer pequeño (alrededor de 0,14% por individuo), es suficiente para haber influido en ciertos rasgos.
Para entender por qué, hay que saber que la mezcla genética entre especies domésticas y sus parientes silvestres es algo muy común en la naturaleza. Ocurre en muchos tipos de plantas y animales. Por ejemplo, los primeros cerdos domésticos venían del Cercano Oriente, pero esa huella genética desapareció casi por completo porque se cruzaron repetidamente con jabalíes europeos. Durante mucho tiempo se pensó que los perros y los lobos eran una gran excepción. Aunque viven en las mismas regiones y pueden cruzarse sin problema (sus crías son fértiles), se asumía que casi no intercambiaban genes.
De hecho, estudios recientes que han analizado docenas de genomas antiguos de perros y lobos sugerían precisamente eso: que el flujo genético entre ambos era muy raro.
En varias regiones del mundo se ha detectado flujo genético desde perros hacia poblaciones locales de lobos. Es decir, genes de perros domésticos han pasado a lobos modernos cercanos en Europa, el Oriente Próximo y el este de Asia. A pesar de estas transferencias de perro a lobo, la presencia de ascendencia de lobo en los perros ha resultado mucho más difícil de detectar a nivel del genoma completo. Al analizar genomas completos, los estudios no han encontrado rastros fuertes de ascendencia de lobo en los perros antiguos, incluso revisando más de 10.000 años de historia. Las pocas excepciones son razas modernas creadas mediante cruces deliberados, como el perro lobo checoslovaco o el perro lobo de Saarloos, que sí tienen entre un 11% y hasta un 33% de material genético de lobo. (Puede ver: Así es un día en la playa buscando mamuts)
A primera vista, los estudios genéticos sobre perros y lobos parecen contradictorios. Cuando los científicos analizan el ADN que se hereda solo por una línea —el mitocondrial por la madre o el cromosoma Y por el padre—, los árboles evolutivos muestran a perros y lobos mezclados. Pero cuando estudian el genoma nuclear completo, que es casi todo el ADN y se mezcla en cada generación, perros y lobos aparecen como grupos más separados.
¿Por qué pasa eso? Porque sí hubo cruces entre ellos en el pasado, pero las huellas de esos encuentros se han ido “desdibujando” en el genoma nuclear con el tiempo, por procesos como la selección natural o la deriva genética. En cambio, los marcadores heredados solo por la madre o solo por el padre no se mezclan tanto, y por eso conservaron mejor esos rastros antiguos. Para aclarar este rompecabezas, un grupo de investigadores recurrió a técnicas más precisas, especialmente la inferencia de ascendencia local. Esta herramienta permite ver, dentro del genoma de un perro, pequeños “pedazos” de ADN que provienen de lobos. Es como mirar el mapa genético con lupa, en vez de ver solo el promedio general.
Hoy existen miles de genomas de perros y lobos—antiguos y modernos—, lo que permite detectar señales de mezcla muy débiles. Aprovechando eso, los investigadores reunieron datos desde el final de la última glaciación hasta hoy. Primero analizaron 1.066 genomas para construir árboles evolutivos con ADN nuclear: tanto combinando el genoma completo como viendo cada gen por separado. Así pudieron comprobar qué tan estable era la historia evolutiva en distintas partes del ADN. Luego usaron 1.929 genomas del proyecto Dog10k, que están preparados específicamente para rastrear qué fragmentos provienen de qué linaje ancestral. Con esto, pudieron mapear con gran detalle la mezcla entre perros y lobos, identificando regiones del ADN donde hay señales claras de intercambio.
Puede ver: Una guerra de chimpancés que duró una década terminó en más nacimientos para los vencedores
El tamaño de esos fragmentos permite saber cuándo ocurrió la mezcla: los bloques grandes indican cruces más recientes; los bloques pequeños, eventos muy antiguos. Por último, el equipo examinó si esos fragmentos de ascendencia lobuna están asociados con funciones biológicas específicas o con rasgos visibles en los perros. Esto ayuda a entender si esos genes se mantuvieron porque daban alguna ventaja, como mejor olfato, adaptación al clima o ciertos comportamientos. Así llegaron a la conclusión con la que comenzó este artículo: que muchos perros actuales conservan pequeñas huellas genéticas de lobos. En los perros de aldea, definidos como aquellos que viven libres cerca de zonas humanas, el hallazgo es aún más claro: todos los perros de este tipo analizados tienen algo de ascendencia lobuna.
El estudio también muestra que esta pequeña porción de ADN de lobo está relacionada con rasgos importantes en los perros, como su tamaño y algunas funciones específicas.
En los perros de aldea, la influencia del lobo es más evidente en genes relacionados con el olfato, lo que sugiere que estas mezclas antiguas les dieron ventajas sensoriales para sobrevivir en ambientes difíciles sin cuidado humano. Por ejemplo, en el Tíbet, la variante EPAS1 proveniente de lobos locales ayuda a tolerar la falta de oxígeno en la altura. En perros de aldea que viven cerca de humanos, un mejor olfato también podría aumentar sus probabilidades de supervivencia. Aun así, el análisis no puede separar claramente si estas características se seleccionaron activamente por humanos o simplemente fueron toleradas durante la creación de razas. Algunas asociaciones (como la alerta, el tamaño o la desconfianza ante extraños en razas guardianas) sugieren que los humanos sí pudieron favorecer rasgos provenientes del lobo. Pero todavía falta mucho por entender: el alcance y el impacto evolutivo de la relación entre perros y lobos siguen siendo temas abiertos.
Puede ver: Los ojos también “bailan” de forma involuntaria cuando escuchamos música atentos
Diferencia entre lobos y perros
En estado salvaje, la mezcla entre perros y lobos es muy rara. En la península ibérica, por ejemplo, se ha visto sobre todo en cruces entre perros machos y lobas hembras. En la actualidad, estas mezclas pueden amenazar a lobos en peligro de extinción, como los del Himalaya o algunas poblaciones de Europa, se lee en la investigación. En Iberia, la hibridación llega al 4–5%, y en el sur de Europa hay manadas mixtas que sugieren que el problema podría estar subestimado en zonas muy afectadas por la presencia humana.
Los estudios sugieren que los perros machos que originan estos híbridos suelen ser perros de caza o guardianes de ganado que, aunque viven con humanos, deambulan libremente por territorios de lobos, se puede leer en la investigación. Las lobas, por su parte, pueden ser animales solitarios provenientes de manadas desestructuradas por la caza, la pérdida de hábitat o incendios, o individuos que se dispersan buscando nuevas oportunidades de reproducción en poblaciones pequeñas o marginales. A diferencia de los lobos (que solo se reproducen una vez al año), la mayoría de las perras pueden entrar en celo más de una vez al año, aunque el embarazo dura lo mismo en ambas especies: unos dos meses.
Una diferencia importante entre perros y lobos es su organización social. Los lobos viven en familias nucleares muy cohesionadas donde machos y hembras se emparejan, cuidan de sus crías y dependen de su coordinación para cazar y defender el territorio.
Los perros que viven en libertad, en cambio, ocupan zonas humanas y se alimentan principalmente de desechos. Su estructura social es mucho más flexible. Estos “perros de aldea” suelen no tener dueño, pero sí dependen de los humanos para encontrar comida. Se calcula que existen entre 687 y 987 millones de estos perros en el mundo, especialmente en áreas urbanas, donde además sufren tasas de mortalidad muy altas.
Puede ver: Así se logró la impresionante imagen de un paracaidista cayendo frente al Sol
Además, a diferencia de los lobos, que comparten el cuidado de los cachorros, en los perros libres solo la madre cuida a la camada. Los machos ni cuidan a las crías ni ayudan a la pareja, algo que, de hecho, no ocurre en ningún otro cánido. Por eso, la crianza de los perros domésticos ha recaído históricamente en los humanos, y esa ausencia de cuidado parental se nota en sus tasas de mortalidad: solo un 37% de los cachorros asilvestrados sobreviven más de cinco meses, y en entornos urbanos la tasa baja al 16%.
Hay más evidencia que muestra que los perros de aldea que se reproducen libremente están sometidos a presiones naturales y sexuales más parecidas a las de los cánidos salvajes que a las de los perros de raza. Los rasgos sometidos a selección incluyen aspectos del desarrollo, el comportamiento, el metabolismo y el sistema nervioso. En los lobos, por ejemplo, el olfato es esencial para moverse, encontrar alimento, identificar territorios y reconocerse entre sí. En los perros domésticos, varios cambios anatómicos (como una placa cribiforme más pequeña o modificaciones en el bulbo olfatorio) se asocian a un olfato menos sensible. Esto podría deberse a que, al depender de humanos para la comida, dejaron de necesitar las capacidades de rastreo de los lobos.
👩🔬📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre ciencia? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🧪🧬