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Un experimento puso a loros a hacer videollamadas entre ellos: ¿para qué?

Investigadores evaluaron si estas videollamadas pueden ayudar a los loros en cautiverio a reproducir algunos de los beneficios sociales de vivir con otros loros. Su análisis, basado en más de 1000 horas de filmación de 18 loros domésticos, sugirió que hubo beneficios para las aves.

24 de abril de 2023 - 07:52 p. m.
En total, las aves se hicieron 147 llamadas deliberadas entre sí durante el estudio. /Fotografía tomada del estudio.
En total, las aves se hicieron 147 llamadas deliberadas entre sí durante el estudio. /Fotografía tomada del estudio.
Foto: Cortesía

Los loros son el cuarto animal de compañía (en cautiverio) más popular en Estados Unidos, con más de 20,6 millones de ejemplares. Esto a pesar de que no se consideran animales domésticos, ni siquiera cuando se crían y reproducen en cautividad. Estos animales siguen manteniendo necesidades cognitivas y conductuales complejas que rara vez son satisfechas en las casas de los humanos. Muestra de ello es que muchos pueden experimentar comportamientos indicativos de un bienestar psicológico deficiente.

Esos comportamientos incluyen pasearse, mecerse, colgarse de los lados de las jaulas, caminar en círculos, vocalizar o dormir en exceso, automutilarse y arrancarse las plumas. Se postula que el complejo origen de estos comportamientos está relacionado con el dolor físico y la angustia, la predisposición genética, el bienestar psicológico, la edad o la especie. Por ello, se han recomendado varios enfoques a los cuidadores de aves cautivas para aliviar los problemas de los loros mascota.

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Una de esas estrategias consiste en aplicar el enriquecimiento ambiental como el diseño de los recintos, la búsqueda de comida, los juguetes y los rompecabezas adaptados que pueden ayudar a estimular cognitivamente a las aves, pero en muchas ocasiones los problemas suelen persistir. En las últimas décadas, se han venido creando herramientas que aprovechan la tecnología para contribuir al bienestar y la socialización de los animales cautivos. Entre ellas se incluyen sistemas que permiten a los perros interactuar a distancia, aplicaciones o reproductores de música.

Hacia allí apunta un nuevo proyecto de investigadores de la Universidad de Glasgow (Escocia). Dadas las necesidades sociales insatisfechas de los loros, sus altas capacidades cognitivas y el hecho de que ninguna de las estrategias descritas sustituye la importancia de la socialización con otros loros, los científicos plantearon un experimento en el que se explora el potencial de utilizar videollamadas para proporcionar a las aves la agencia necesaria para socializar con otras aves.

Antes de continuar con este peculiar experimento, es importante señalar que la investigación no pretende demostrar la capacidad cognitiva de los loros, es decir, si comprendían o no la situación de la videollamada, sino que se buscaban signos de percepción visual y auditiva, así como comportamientos que denotaran interacción. La investigación se guió por una simple pregunta: ¿Participarían libremente los loros en videollamadas con otros loros? Para encontrar una respuesta, realizaron un experimento de tres meses con 18 aves que constaba de dos fases.

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Las aves que participaron del estudio tenían varias particularidades. Para reclutarlos, hicieron publicidad en redes sociales. Cada loro debía tener más de un año, no tener problemas de comportamiento conocidos y sentirse cómodo mirando pantallas y tocando objetos. Los cuidadores de los loros debían tener algún tipo de formación previa en el trabajo con animales y disponer de tiempo suficiente para facilitar las interacciones. Se seleccionaron 18 loros para participar. Durante la Fase 1, las aves se dividieron en cuatro grupos de cuatro y dos grupos de tres.

En esa fase 1 cada ave aprendió la asociación entre tocar un timbre, tocar la foto de otra ave en su tableta y conectarse con esa ave en una videollamada. Se enseñó a los cuidadores a interrumpir la llamada si su pájaro mostraba signos de estrés, falta de compromiso o abandonaba el espacio. En el periodo de dos semanas de la fase 1, cada ave se reunía a distancia dos veces con todas las demás aves de su grupo (de tres a cuatro miembros por grupo) y recibía golosinas como recompensa por la asociación timbre/pantalla/llamada, pero no durante las llamadas.

Después de la Fase 1, algunos loros participantes fueron excluidos ya que parecían incómodos durante las llamadas y permanecían lo más alejados posible de la tableta, sin entablar ninguna interacción a pesar del apoyo adicional. Como este tipo de comportamiento, si se repetía, podía provocar más frustración y un posible trauma, fueron excluidos del estudio por razones éticas. Esto llevó a un total de 15 participantes restantes reorganizados en tres grupos de tres y tres grupos de dos pájaros.

La fase 2 duró hasta diez semanas, durante las cuales los pájaros de cada grupo disponían simultáneamente de la campana durante periodos prolongados. La dinámica era la siguiente: si un loro tocaba la campana y seleccionaba la imagen de un ave en la tableta, se activaba una videollamada. En la fase 2 no se ofrecían premios ni recompensas, y las llamadas finalizaban al cabo de cinco minutos como máximo, o antes si un ave mostraba desinterés. Para evaluar la facilidad de uso y el valor del sistema para las aves, se elaboró una metodología que evaluaba cosas como si los loros mostraban capacidad para captar la percepción sensorial de las videollamadas, o si las aves participarían de llamadas con otras aves si se les diera la posibilidad.

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Para evaluar si las aves participantes parecían percibir a la otra ave en la pantalla y, potencialmente, dar sentido a las videollamadas se consideraron señales como la distancia a la que el ave decidía situarse de la pantalla (cerca/medio/lejos). Cada ave disponía de un metro de margen en su percha para acercarse o alejarse de la pantalla. Si el ave permanecía en el otro extremo de su percha o se alejaba volando, se consideraba “lejos”, si el ave se movía de un lado a otro o no se acercaba a la pantalla hasta el punto más cercano, se contaba como “media”. Si el ave pasaba la mayor parte del tiempo lo más cerca que podía de la pantalla, se inclinaba hacia ella o la tocaba, se contaba como “cerca”.

Los investigadores también notaron si había una respuesta oportuna a la aparición del otro pájaro en la pantalla o a su entrada o salida del marco de visión. Y por último, evaluaron indicaciones claras que sugirieran que el pájaro estaba “siguiendo” al otro pájaro en la pantalla, ya sea tocando continuamente en la ubicación del otro pájaro, o siguiendo claramente sus movimientos en la pantalla. ¿Qué encontraron?

Las videollamadas de los loros

La investigación, publicada en ACM Digital Library, la mayor base de datos existente especializada en informática y tecnologías de la información, revela una serie de hallazgos valiosos. Primero, vale la pena comenzar con algunas cifras importantes: cinco de 18 loros reaccionaron cuando el otro pájaro se movía fuera de la pantalla. Todos ellos reaccionaron también cuando el otro pájaro apareció en la pantalla. Las reacciones incluyeron mirar alrededor/detrás de la pantalla o tocar el lugar de donde desapareció el pájaro, así como volver inmediatamente a tocar la campana.

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Además, cinco de los 18 pájaros parecían “seguir” a los otros pájaros de la pantalla. Todos ellos reaccionaron también a la aparición del otro pájaro en la pantalla. Además de las reacciones a los estímulos visuales, 16 de 18 aves mostraron respuestas oportunas al audio procedente del dispositivo. De estas 16 aves, cuatro reaccionaron al audio pero no mostraron ninguna reacción a la aparición o desaparición visual del otro pájaro de la pantalla. Las aves reaccionaron al oír sus propios nombres pronunciados por el cuidador al otro lado de la llamada, aunque dos de ellas no parecieron reaccionar a ningún otro sonido de las llamadas. Trece aves reaccionaron a las vocalizaciones de la otra ave.

Para evaluar si las aves hicieron uso de su recién descubierta agencia durante la Fase 2 (es decir, que podían llamar a otra ave), los investigadores adoptaron un enfoque cuantitativo para medir la agencia. Para cada ave y cada sesión, se midió cuántas veces el ave activó una llamada saliente (hasta un total de dos llamadas salientes por ave y por sesión). Durante la fase 2, cada ave tuvo la posibilidad de activar hasta dos llamadas por sesión durante un máximo de cinco minutos por llamada. De un total de 234 llamadas posibles, los pájaros realizaron 147 llamadas. Todas las aves realizaron al menos una llamada durante la fase 2.

Aparte del número de llamadas, los investigadores también analizaron la participación de las aves y su interés a través del tiempo que estuvieron participando en las llamadas. El 59,8% de las llamadas duraron el máximo de cinco minutos sin que ninguna de las dos aves se retirara, el 13,6% de las llamadas terminaron antes del máximo de cinco minutos cuando el ave que llamaba se retiró y el 4,7% de las llamadas terminaron por problemas técnicos no relacionados (tres casos de problemas con la batería y cuatro casos de problemas con la red). En total, el 21,7% de las llamadas terminaron antes de los cinco minutos máximos porque el pájaro que llamaba se desconectó.

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Al final de la Fase 2, durante las entrevistas semiestructuradas individuales de 30 minutos, se preguntó a los cuidadores sobre los beneficios percibidos por sus aves, los posibles cambios de comportamiento y el interés en seguir proporcionando llamadas de loro a sus aves. Aunque muchos participantes comentaron la pronunciada curva de aprendizaje y las dificultades con los compromisos de tiempo y la sincronización, todos ellos consideraron que la experiencia valía la pena para sus aves y para ellos mismos.

Cuando se les preguntó por los beneficios percibidos y el valor del sistema para las aves, el 100% de los participantes declararon experiencias positivas. El 71,4% de los cuidadores respondieron que creían que su pájaro había tenido una experiencia muy positiva durante las llamadas, mientras que el 28,5% restante declaró que creía que el pájaro había tenido una experiencia moderadamente positiva, dependiendo de las llamadas. Ninguno de los cuidadores declaró haber tenido una experiencia negativa.

Según la investigación, los cuidadores informaron de varios comportamientos nuevos observados que apoyaban un resultado beneficioso para las aves. Algunos de los cuidadores expresaron que los pájaros se comportaban en la pantalla como reaccionarían ante una persona o un pájaro real: “[Ella] hizo lo que hace cuando alguien entra en la habitación”, dijo uno de ellos. Algunas de las observaciones de los cuidadores sobre sus aves a partir del estudio incluyeron más confianza, comportamiento más tranquilo, nuevos comportamientos de búsqueda de alimento y nuevos comportamientos de vuelo.

Los beneficios no habrían sido solo para las aves. Los participantes humanos manifestaron haber aprendido más sobre sus aves y ser más capaces de reconocer comportamientos. Aunque algunos pájaros parecen disfrutar intrínsecamente de las llamadas en sí, para otros, el disfrute también puede venir de la atención especial que reciben durante las llamadas, especialmente en los hogares con varios pájaros. La mayor comprensión de los cuidadores hacia sus animales puede proporcionar un terreno sano para la creación de vínculos entre especies. Algunas aves se mostraron más implicadas y cómodas durante las llamadas cuando se posaban sobre sus dueños.

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En conclusión, los investigadores señalan que aunque estos resultados no aportan pruebas de una percepción visual/auditiva aguda ni una comprensión completa del contexto en el que las aves entienden el sistema, respaldan la posibilidad de utilizar la videollamada loro-loro en pantalla para el enriquecimiento social. “Con 147 llamadas corroboradas, nuestros resultados muestran que todas las aves utilizaron el sistema, que la mayoría de ellas mostraron un alto grado de implicación y que todos los cuidadores percibieron beneficios”, escriben los investigadores. Para los científicos, el uso de la tecnología permitió a las aves establecer vínculos sociales con otras aves y reconectar con su compañero humano-

Pero no todo fueron buenas noticias. El equipo de investigación detectó tres aspectos negativos potenciales de los dispositivos de llamada de aves. El primero era el riesgo de entusiasmo excesivo de los cuidadores, que había que controlar para evitar una interacción forzada con las aves.

De hecho, los cuidadores entusiastas tienden a pasar por alto las señales que indican el malestar de las aves. Un segundo riesgo potencial está relacionado con los estímulos de la pantalla que pueden asustar al ave (reacciones de sorpresa ante sonidos o cambios visuales repentinos). Todos ellos se tuvieron en cuenta en el protocolo, pero requirieron protocolos adicionales para reducir el estrés. Todas las aves que mostraron una reacción de miedo respondieron bien al protocolo y continuaron el estudio. El tercer posible inconveniente se refiere a la habituación y/o frustración por la naturaleza virtual de la experiencia.

Aunque todos los participantes manifestaron su interés en continuar con las llamadas, no está claro si éstas son sostenibles a largo plazo sin el apoyo y la estructura continuos que proporciona el equipo de investigación. También podría argumentarse que las aves habrían respondido de forma similar si se les hubiera presentado una reproducción en vídeo de la llamada de un loro en lugar de un ave viva.

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Esta cuestión podría investigarse en el futuro, dicen los investigadores. Hay varios factores a tener en cuenta en este punto. Por ejemplo, aunque para los humanos es omnipresente estar expuestos a estímulos reproducidos (audio, vídeo, etc.), para los animales es más natural considerar que todos los estímulos son vivos, presentes e interactivos.

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