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¿Aportan las semillas transgénicas a la paz?

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Fabiola Calvo
10 de septiembre de 2025 - 06:22 p. m.
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El maíz ha sido base para la alimentación y la identidad, es parte constitutiva de la cultura de nuestros pueblos ancestrales. ¿Qué ha pasado con su cultivo?

Las arepas, la mazamorra, la chicha, torticas de ángel, las palomitas, los envueltos y todo cuanto usted ha comido a base de maíz, en el presente, son el resultado de una modificación genética de las semillas nativas, o sea, una adulteración por la intervención humana con grandes consecuencias para la salud.

Melissa Gómez Gil, mujer campesina guardiana de semillas y estudiante de la Universidad Nacional de Colombia comenta:

“Los científicos tomaron determinadas características para crear organismos que fueran resistentes a las sequías, a las inundaciones, a largas olas de calor y que también fueran resistentes a las plagas y a los herbicidas. También con el propósito con el propósito de una mayor productividad con menos mano de obra".

Colombia aprobó la utilización de las semillas transgénicas primero con el algodón en 2003, luego en el maíz en 2007 y con la soja en 2010 luego. Pero fue con la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos -EEUU- que hubo una transformación en la producción de éstos, además de la canola.

“Al comparar con los principales cereales (arroz y trigo), es posible evidenciar que en Colombia el maíz es el cereal de mayor consumo; entre 2015 y 2022 el consumo de maíz representó, en promedio, el 64.3% del consumo de los principales cereales.”

Destaca el escrito la cadena de producción del maíz amarillo en Colombia por su papel en la elaboración de alimentos balanceados para animales, que son esenciales en la producción de carne de pollo, huevos y cerdo.

Sin embargo, el énfasis para esta producción se hace pensando más en la rentabilidad que en las necesidades de su consumo bien sea para humanos o animales, así las semillas transgénicas, las “Semillas de alta calidad permiten obtener altos rendimientos y producir cultivos de calidad y rentables”. (Centro de Agricultura Tropical y Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, 2019).

Sin embargo, Las semillas transgénicas tienen que usar el herbicida, la toxina BT (con efectos para las vías respiratorias) que se utiliza para el control de plagas, pero esto no ocurre necesariamente así. Lo que ha pasado es que los agricultores han tenido que usar cantidades exagerada de insecticidas para que realmente sirvan. Las comunidades usan el glufosinato de amonio, de alto peligro, porque las semillas se han hecho resistentes al otro plaguicida, el glifosato”, comentó Melissa Gómez

El glifosato está relacionado “con retrasos en el desarrollo, enfermedades intestinales, daños en hígado y riñones. Ha sido considerado cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer” mientras que el glufosinato produce estupor, somnolencia, convulsiones, coma, agitación, confusión y amnesia retrógrada.

“Es hora de regular los plaguicidas de alta peligrosidad “, es una infografía en la cual la OMS asegura que tales sustancias pueden afectar sobre todo a mujeres y niños, son tóxicas aún en pequeñas cantidades, pueden causar cáncer y otros efectos a largo plazo para la salud.

La aprobación y comercialización de cultivos transgénicos ha reducido la capacidad productiva de muchas comunidades rurales. Aunque las grandes empresas promueven la idea de autonomía por producir localmente, no obstante, tras dos décadas, las tecnologías siguen sin responder a las necesidades del país. Colombia importa el 99% del maíz amarillo y el 100% del maíz blanco desde Estados Unidos (Fenalce). ¿Hablarán de autonomía o de seguridad alimentaria?

El debate sobre las semillas transgénicas también toca fibras profundas en la construcción de paz. Melissa Gómez, de la Alianza por la Soberanía Alimentaria de América Latina, afirma:

“Tenemos que hablar del derecho a la alimentación y bienestar de la población, la paz total no se logra si las comunidades siguen siendo afectadas por el uso masivo de los plaguicidas que ahora se usan para el control de malezas y para la maduración de la cosecha como lo hemos visto para la caña, el fríjol. Se trata de garantizar la soberanía alimentaria, la autonomía sobre sus sistemas alimentarios, promoviendo la sostenibilidad, la equidad y la diversidad cultural“.

“Para llegar a la paz total se necesita la protección y la garantía del bienestar de las comunidades, hablamos de políticas agrarias que se adecuan y adaptan a las realidades que tiene las comunidades. Lo que hizo la aprobación y liberación de cultivos transgénicos y la comercialización de semillas transgénicas en el país, fue la disminución de su capacidad productiva”.

El discurso de las grandes empresas ha sido promover la idea de autonomía porque la producción se hace en Colombia, pero tras 20 años las tecnologías no sirven al país. Con la guerra arancelaria se presenta una oportunidad para la siembra del maíz. Colombia importa el 99% de maíz amarillo y 100% de maíz blanco de EEUU, según cifra de Fenalce.

Melissa Gómez Gil menciona los Acuerdos de 2016, el punto 1, sobre Reforma Integral Agraria, referido a la conservación, recuperación y rescate de semillas criollas y nativas. “Sobre ese acuerdo es que hemos exigido algunas de las acciones para su implementación”.

La guardiana de las semillas ve con buenos ojos el trabajo del ministerio de Educación con la promoción de la formación básica superior dando un enfoque de producción de alimentos con lo cual las personas puedan optar por el desarrollo social o la producción de alimentos.

Queda un rayo de esperanza en Colombia sobre las semillas transgénicas con la Sentencia T-247 de 2023 de la Corte Constitucional que conceptuó sobre la protección de las semillas nativas de maíz en territorios indígenas. El Estado debe salvaguardar sus derechos puesto que la falta de protección ha afectado su identidad cultural y la salud.

✉️ Si le interesan los temas de paz, conflicto y derechos humanos o tiene información que quiera compartirnos, puede escribirnos a: cmorales@elespectador.com; pmesa@elespectador.com o aosorio@elespectador.com.

 

Banano(52366)12 de septiembre de 2025 - 11:56 a. m.
No dijo nada que no sepamos ya. El articulo no aporta aabsolutamente nada nuevo a la discusión.
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