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Tres días después de la declaratoria abierta de guerra entre el Frente Nororiental del ELN y las disidencias del Estado Mayor de Bloques y Frente, la persecución, secuestro y asesinato selectivo de firmantes de paz aumentan en el Catatumbo. Conversamos con quienes continúan en Tibú.
Tras el asesinato de Miguel Ángel López, dueño de la funeraria San Miguel de Tibú, de su esposa y de su bebé de seis meses, los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las Farc, facción conocida como Estado Mayor de Bloques y Frente (EMBF), se detonaron. Según la información entregada por las Fuerzas Militares, el responsable del asesinato de López y su familia es el Frente de Guerra Nororiental del ELN. “Por medio de las diferentes agencias de inteligencia presentes en la región, se pudo establecer que este hombre, quien administraba una funeraria en la zona, recibía amenazas y presiones de todos los actores armados criminales debido precisamente a su labor de recoger, preparar y enterrar a personal fallecido y asesinado, entre ellos las víctimas de uno y otro bando”, se menciona en el comunicado.
Días antes de la masacre de la familia López, varias personas fueron asesinadas por el ELN, y este mismo grupo prohibió levantar los cuerpos (señalados de pertenecer a las disidencias). Los familiares de estas personas, al parecer, se acercaron a Miguel Ángel López para pedir ayuda para darles sepultura. López, en entrevista con Jhon Jairo Jácome en agosto de 2024, afirmó haber preparado más de 500 cuerpos en Tibú, municipio en el que ni la Fiscalía General de la Nación, ni la Sijín de la Policía Nacional pueden entrar para realizar ese trabajo.
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Horas después de la muerte de López, la guerra entre el Frente de Guerra Nororiental del ELN y el Estado Mayor de Bloques y Frente (EMBF) se declaró con ataques directos en siete municipios del Catatumbo. Este hecho llevó a la persecución de líderes específicos de organizaciones sociales, el desplazamiento forzado de más de tres mil personas, la muerte de al menos 60 personas y el asesinato selectivo de 7 firmantes de paz, según datos de la Defensoría del Pueblo publicados la noche del pasado 19 de enero. Sin embargo, distintos líderes de la región mencionan que esta era una ofensiva que se venía gestando desde meses atrás.
La situación humanitaria está desbordada. “Quiero salir corriendo, estoy cansado y triste, tengo un caos total en la cabeza”, dice uno de los catatumberos entrevistados en medio de la crisis humanitaria que vive la subregión en Norte de Santander. Este medio conversó con algunos de los firmantes que continúan en la zona sobre el contexto en el que se encuentran. Su identidad es resguardada por razones de seguridad.
¿Qué es lo que está ocurriendo en las zonas veredales de Tibú, específicamente en Caño Indio?
Hay una pelea por el territorio, por los impuestos de la coca. El asunto es que ambos bandos no se están enfrentando de organización a organización armada, sino que el ELN ataca a los firmantes indefensos que, según ellos, le duele a la disidencia. Son líderes y lideresas, gente del pueblo organizada en asociaciones que no obedecen a sus mandatos. Atacan a los firmantes por el dolor que consideran puede generar la pérdida de quienes en algún tiempo fueron sus compañeros.
Según Indepaz y la Defensoría del Pueblo, hay varios firmantes de paz asesinados por el ELN, ¿qué información tienen ustedes al respecto?
Sí, hay confirmados 7 en el Catatumbo: Yurgen Martínez Delgado, Albeiro Díaz Franco, Jhan Carlos Carvajalino, Jhon Fredy Carrascal y Pedro Rodríguez Mejía. Hace poco fueron asesinados otros dos. También hay otros retenidos, confinados y desplazados.
¿Cómo se está previniendo que no haya más asesinatos contra firmantes de paz?
Por ahora estamos atentos, creemos que es más riesgoso evacuar. Estamos protegidos por el Ejército, la Policía y la comunidad aledaña que ha quedado pendiente de ver cómo se desarrollan los hechos. Con zozobra e incertidumbre, pero con la esperanza de que todo se calme.
En distintas ocasiones se ha intentado relacionar a los firmantes con las disidencias, esta vez como objetivo militar por parte del ELN, ¿cómo ven ustedes este hecho?
Lo que pasa es que en las disidencias hay muchas personas que conocieron o fueron compañeros de filas de algunos firmantes y esa relación de alguna manera trasciende, entonces el ELN mete en un solo saco a todos como colaboradores y los hace objetivos militares. Ese puede ser un motivo. Habrá otros puntuales de los cuales no hay suficiente claridad. Hay firmantes que tal vez tengan alguna simpatía por las disidencias, pero la gran mayoría hace su proceso de reincorporación normal bajo los parámetros establecidos por el gobierno nacional.
Hay quienes afirman que esta escalada del conflicto se veía venir hace meses, ¿cómo era entonces el panorama?
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Siempre hubo rumores, porque la guerra económica se agudizó, todos quieren dinero, nadie piensa en el pueblo que dicen defender. Después de la dejación por parte de las FARC, al ELN se le abrió el apetito voraz, aún mayor del que ya tenía, por acaparar el dominio del territorio. Eso es lo triste, ya no hay ideas claras, ni convicciones, ni principios; es triste todo esto. Además, está el agravante de que el ELN no es monolito; cada quien hace y dirige a su manera por regiones, entonces es más complicado.
¿Cuál tendría que ser la intervención del Estado para mejorar la vida de los catatumberos? Dado que, probablemente, en días posteriores la noticia esté en otro lugar y el Catatumbo quede de nuevo en el olvido.
El hecho de que la economía principal del Catatumbo sea la coca da para estos hechos. Eso unido al abandono total del Gobierno frente a las políticas sociales. Lo grave es que es irreversible, ya la gente se acostumbró a esta economía ilegal y se convirtió en una “cultura”. Lo único que puede salvar al Cauca, a Nariño y al Catatumbo es la legalidad de la coca. Cualquier otra medida que se tome son paliativos. Los grupos y las confrontaciones están donde se puede conseguir dinero y aquí lo consiguen con los impuestos.
Por ahora, lo ideal es que el Gobierno busque diálogos directos con la dirigencia del ELN que está en el Catatumbo y logren llegar a un acuerdo en el que respeten la vida de los civiles y de los firmantes de paz.