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Las últimas horas de la comisión de restitución de tierras que nunca regresó

Dos reclamantes de tierra, una funcionaria y un conductor salieron el 27 de mayo hacia una finca despojada por las Farc en 1999, en Mesetas (Meta). Habrían llegado al predio, donde encontraron hombres armados que impidieron la diligencia.

Sebastián Forero Rueda
17 de julio de 2021 - 02:00 a. m.
El pasado 11 de julio, en su natal Silvania, fue despedida Karen Zulay Garay, funcionaria asesinada. / Archivo personal
El pasado 11 de julio, en su natal Silvania, fue despedida Karen Zulay Garay, funcionaria asesinada. / Archivo personal

En el GPS de la camioneta en la que iba la comisión de restitución de tierras, en la mañana del pasado 27 de mayo, quedó trazada la ruta desde su partida en Mesetas, a las 6:00 a.m., hasta que llegó finalmente a la finca, pasado el mediodía. Minutos antes de que le perdieran el rastro, el conductor, sin quererlo, dejó la evidencia de lo que ocurriría en los últimos mensajes que le envió a su novia por WhatsApp.

Karen Zulay Garay llegó a Mesetas dos días antes. El martes 25 de mayo, John Steven Cogua, conductor de la empresa Servitransportes Andina, la recogió en Villavicencio para viajar hacia ese municipio del sur del Meta y emprender la que sería una comisión de seis días por veredas remotas. Debía continuar con la labor que adelantaba desde febrero de 2020, cuando empezó a trabajar en la Unidad de Restitución de Tierras: visitar los predios despojados de campesinos y notificarles que iniciaba formalmente el proceso de restitución.

A cincuenta kilómetros de allí, en Granada, las hermanas Sandra Milena y Yadmil Cortés Uribe se alistaban para volver a pisar la tierra de la que salieron corriendo hace 22 años. En noviembre de 1999, ellas, junto a su otra hermana y su madre, vendieron a la fuerza su finca La Ilusión a hombres de las antiguas Farc, que tres años antes asesinaron a su padre, Luis Eduardo Cortés, por negarse a pagarles la vacuna. Para los guerrilleros, era un informante del Ejército.

Poder servirles a campesinos como ellas le movía el alma a Karen. Si bien apenas llevaba poco más de un año en la unidad, varias veces le había dicho a su mamá que empujar para que familias campesinas pudieran recuperar el pedazo de tierra que les arrebataron le llenaba de sentido su carrera. Graduada como tecnóloga en cartografía de la Universidad de Cundinamarca, en Fusa, esa semana retenía la ansiedad de empezar al fin a estudiar ingeniería ambiental. El 31 de mayo, a su regreso de la comisión por Mesetas, empezaría su primer semestre en la Manuela Beltrán.

El primer registro del GPS ubica la camioneta en la vía que de Mesetas conduce a Uribe. A las 8:35 a.m., por las condiciones del camino destapado y el invierno que golpeaba la región, la camioneta quedó enterrada en el lodo y perdió la doble tracción. Así se lo dejó saber el conductor a su novia, a través de mensajes y fotografías en WhatsApp. Con ayuda de un labriego, pudieron desenterrarla. La camioneta siguió esa ruta y a las 11:00 a.m., según el GPS, ya habían pasado el caserío Jardín de Peñas y el cruce que lleva a La Julia. Por esa vía continuó bajando por la margen izquierda del río Duda.

Las hermanas reclamantes, en julio de 2019, se negaron a hacer ese recorrido. Sandra Milena, que en la familia asumió el liderazgo para reclamar el predio que fue de su padre, ya había sido amenazada por reclamarlo y tenía medidas de protección. Sin embargo, ir hasta allá era un requisito fundamental para que su caso, que había iniciado el 16 de junio de 2016, avanzara. Armadas de valor, accedieron a ir.

A las 12:34 p.m. llegaron a la finca y el vehículo se detuvo. La ruta del GPS coincide con la última comunicación que el conductor tuvo con su novia. “A la 1:00 p.m. él me escribió y me dijo que los habían sacado de la finca, que allá había un ambiente muy pesado, que solo manejaban calibre cincuenta [fusiles]”, dice el testimonio de la joven que hoy es pieza clave en la investigación. Doce minutos después, él le envió a su novia una fotografía de una caja para guardar munición. “Nada suaves los nenés”, le escribió. Hasta la 1:20 p.m. le siguieron llegando los mensajes y luego su celular nunca más volvió a tener señal.

Se sabe que quienes han habitado la finca desde el momento en que la familia Cortés Uribe se desplazó para Granada han sido hombres cercanos a las Farc. Primero, Hermógenes Gómez, conocido como Guillermo Gafas, quien fue el autor de la compra forzada a la viuda y sus hijas. Según la declaración que entregó Beatriz Uribe —madre de las reclamantes— cuando hizo la solicitud de restitución, Gómez le impuso el precio de $40 millones. De esos le pagó solo $10, pero la hizo firmar una carta-venta por $45 millones. A la finca no volvieron.

De acuerdo con un antiguo guerrillero del frente 40 que operó en la zona, que hoy está en proceso de reincorporación en el Meta, Gómez vivió en esa finca por un tiempo, hasta que la persecución del Ejército lo obligó a salir. Desde entonces la finca siguió en poder de las Farc y por eso, en junio de 2017, cuando ese grupo entregó el inventario de bienes conseguidos durante la guerra, la incluyó en el listado con el fin de entregarla para la reparación a las víctimas.

Pero la finca nunca la ha recuperado el Estado y hoy estaría en poder de la estructura disidente de las antiguas Farc que siguió operando en la zona, comandada por Gentil Duarte, según ha documentado la Defensoría del Pueblo. Esa disidencia se habría consolidado en la que históricamente fue la zona del Bloque Oriental. Se trata de un corredor que va desde el Páramo del Sumapaz y conecta, a través del cañón del Duda, con la Sierra de la Macarena, los parques naturales Los Picachos, Tinigua y La Macarena; y estos, a través de las cuencas de los ríos Duda, Güejar, Losada y Guayabero, con las selvas del Guaviare, Caquetá y Vaupés

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Allí hay gente de los frentes primero, séptimo y cuarenta, reorganizados bajo el Bloque Jorge Briceño, llamado como el antiguo comandante del Bloque Oriental de las Farc, el “Mono Jojoy”. El frente cuarenta, al mando de “Calarcá”, tiene el control casi absoluto de esta zona entre Mesetas y Uribe. En marzo pasado, el hombre que tiene el control de esas veredas de Mesetas, a quien conocen como Reyes Mechas, fue capturado por las autoridades. De acuerdo con información extraoficial, su reemplazo lo habría asumido un hombre mucho más joven, de quien se desconocen detalles y habría sido con hombres suyos con quien se toparon las reclamantes, la funcionaria y el conductor cuando llegaron a la finca.

La camioneta la volvieron a prender a la 1:02 p.m. Los registros muestran que el vehículo regresó por la misma vía por la que llegó a la finca, hasta que se desvió para la inspección de La Julia, adonde arribó a las 2:50 p.m. Aún no se sabe qué pasó desde esa hora hasta la medianoche, cuando se activó de nuevo la señal satelital. En ese momento, la camioneta apareció al sur, a orillas del río Guayabero. Para llegar hasta allí, tuvo que atravesar el Parque Natural Tinigua.

En ese punto permaneció todo el viernes 28 de mayo. A las 7:00 p.m. llegó al planchón que cruza el Guayabero, para pasar de Uribe hacia La Macarena. En esa vía, la camioneta estuvo parqueada hasta la mañana del sábado 29, cuando pasó al caserío San Juan de Lozada, en límites con San Vicente del Caguán (Caquetá), adonde llegó a las 10:00 a.m. Allí fue abandonada y luego encontrada por las autoridades.

No ocurrió lo mismo con sus pasajeros. Tuvieron que pasar cuarenta días para que sus cuerpos fueran encontrados en una fosa común, en una zona aledaña al predio de San Isidro, en Mesetas. Por el lugar donde los hallaron y su estado de descomposición, se presume que fueron asesinados el mismo día que los retuvieron. Pero Medicina Legal aún no ha remitido el reporte, en el que esclarece si tenían o no signos de tortura u otro tipo de violencia. La investigación quedó en manos de una fiscal de Villavicencio por el delito de homicidio.

Es la primera vez que un hecho así ocurre desde que se creó la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, hace diez años. La familia Uribe Cortés quedó cortada a la mitad. Y la familia de Karen Zulay Garay ahora lidia con el dolor de una vida sin su compañía. El 16 de julio, la joven celebraría sus 26 años, en su natal Silvania. En su honor, los pobladores de este municipio la despidieron con una caravana, vestidos de blanco, y soltaron bombas al cielo. Como si fuera un aterrador designio, la última foto que quedó fijada en su perfil de Facebook fue una imagen con la bandera de Colombia al revés, con el mensaje #SOSNOSESTANMATANDO, que publicó el 3 de mayo en apoyo al paro nacional.

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Sebastián Forero Rueda

Por Sebastián Forero Rueda

Periodista y politólogo de la Universidad Javeriana, con experiencia en cubrimiento de temas de paz, conflicto armado, derechos humanos y economía de la coca.@SebastianForerrsforero@elespectador.com

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Javier(nnzwx)18 de julio de 2021 - 12:48 a. m.
Miserables. Miserables. Son la sentina que dejó el barco demás FARC. Totalmente insensibles, son máquinas de.matar..el gobierno está en mora de acabar con este flagelo.
Tanatos(39449)17 de julio de 2021 - 05:06 p. m.
A esos hampones de las disidencias se les debe aplicar la máxima pena por homicidio, los casi 60 años sin derecho a rebajas. Asi lo quisieron.
Antonio(sa3gs)17 de julio de 2021 - 03:41 p. m.
Por favor mejor fiscal del mundo y gobierno dejen que Haití castigue los asesinos del presidente y responda por esos asesinatos en sus narices .
Tayrona(31467)17 de julio de 2021 - 03:34 p. m.
Increíble que se hayan ido sin protección del estado a semejante lugar infestado de bandidos. Qué dicen nuestras "gloriosas" Fuerzas Armadas que se acaban de graduar con honores en asesinar presidentes de otros países?. Excelente producto de exportación de la economía naranja.
Fernando(70558)17 de julio de 2021 - 03:09 p. m.
Con tanto detalle sobre expropiadores, ubicación del predio, personas que lo han ocupado y lo ocupan,nuestras "Gloriosas autoridades" militares no son capaces de enfrentarlos; solamente atacan y asesinan a indefensos muchachos "armados" con escudos y gafas.
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