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Ni estamos con la disidencia ni somos ‘sapos’ del Ejército: excombatientes en Guaviare

Los exguerrilleros del antiguo espacio territorial de Colinas denuncian que las autoridades les ofrecieron recompensas por información sobre los responsables de asesinar a excombatientes en la zona. Dicen que no quieren volver a la guerra y están enfocados en sacar adelante sus proyectos productivos.

Sebastián Forero Rueda
09 de noviembre de 2020 - 01:00 p. m.
Noé Gutiérrez Galvis, conocido en las filas de las Farc como Didier o Ardillo, integró durante tres décadas la guardia de Manuel Marulanda Vélez y hoy es uno de los líderes del espacio de reincorporación.
Noé Gutiérrez Galvis, conocido en las filas de las Farc como Didier o Ardillo, integró durante tres décadas la guardia de Manuel Marulanda Vélez y hoy es uno de los líderes del espacio de reincorporación.
Foto: Gustavo Torrijos

Cuando llegamos al antiguo espacio de reincorporación de la vereda Colinas, en San José del Guaviare, había malestar entre los exguerrilleros que lo habitan. Apenas el día anterior, 27 de octubre, funcionarios de la Gobernación del Guaviare y autoridades de la Policía y el Ejército habían llegado hasta el espacio para hacerles un ofrecimiento que los firmantes del Acuerdo rechazaron de tajo. “Nos querían convertir en sapos”, dice con rabia Noé Gutiérrez Galvis, conocido en las filas de las Farc como Didier o Ardillo.

Ese día, los funcionarios llegaron con un ‘panfleto’ que entregaron a los exguerrilleros en el que se lee: “Denuncie. La Gobernación, Policía y Ejército Nacional del departamento del Guaviare ofrecen hasta $20 millones por información que permita el esclarecimiento de los homicidios, lesiones o atentados presentados en contra de sus compañeros excombatientes FARC que se encuentran reincorporándose a la vida civil en el departamento”.

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La invitación a denunciar llegaba tres semanas después de que Plutarco Cardoso, excombatiente de la guerrilla que habitaba en este espacio de reincorporación, fuera asesinado a tiros el pasado 13 de octubre en su propia casa, ubicada en jurisdicción del espacio. Sus compañeros lamentaron ese homicidio y no se atreven a lanzar hipotesis sobre ocurrido. Insisten en que para eso está la justicia.

“Hermano, si nos salimos de allá es porque nos queremos salir del conflicto y uno ponerse de ‘sapo’ es volver otra vez y eso no queremos nosotros. No tienen por qué llevarnos a cometer errores o a cometer delitos que no tienen por qué pasar si ya nosotros dejamos las armas y dejamos de seguir existiendo en la guerra. Nosotros les dijimos: llevarnos a nosotros allá es incitar a la guerra”, reafirma el excombatiente.

Ardillo es uno de los líderes del espacio territorial. Asumió un liderazgo natural luego de 35 años en las antiguas Farc, casi todo ese tiempo al lado de Manuel Marulanda Vélez, en su guardia personal. Es él quien nos recibe, el mismo día que otros exguerrilleros de la dirigencia del espacio habían partido junto con un puñado de excombatientes hacia Bogotá, para sumarse a la Peregrinación por la Vida y la Paz en rechazo a los asesinatos de firmantes del Acuerdo, cuya cuenta ya va en 238.

La denuncia sobre el ofrecimiento de las autoridades por información se la hicieron los exguerrilleros a una misión humanitaria integrada por la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc) y la Fundación por la Defensa de los Derechos Humanos y el DIH en el Oriente y Centro de Colombia (DHOC), entre otras. La misión había llegado al espacio a presentar los resultados de su recorrido por la región del Guayabero, entre el sur del Meta y el Guaviare, donde avanzan los operativos de erradicación forzada de coca.

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De hecho, en esa región hay un buen número de excombatientes que están afiliados a las cooperativas del espacio de Colinas. Aunque pertenecen al espacio territorial, hacen su vida por fuera, buscando ganarse el jornal. En total, son 380 los exguerrilleros que tienen como base el antiguo espacio de reincorporación Jaime Pardo Leal, como lo llamaron ellos. Contando a sus familiares y miembros de la comunidad que también hace parte, son más de 700 personas las que habitan este territorio, que ya se convierte en poblado.

Precisamente ya se dio el primer paso en esa dirección. Este es uno de los dos únicos predios de antiguos espacios territoriales que el Gobierno, a través de la Agencia Nacional de Tierras, ya compró para titulárselo a los excombatientes. Aquí (el otro es el de Icononzo, Tolima) son 71 hectáreas que fueron compradas el 2 de diciembre de 2019. Pero el proceso para adjudicarlo a los exguerrilleros está detenido porque el predio tiene una demanda que presentó el propietario contra el Gobierno, según contaron los excombatientes, por problemas en el pago del arriendo. Según información de la Agencia de Reincorporación y Normalización (ARN), la ANT está actualmente consolidando información para pronunciarse frente a la demanda.

Con la certeza de que la tierra será suya, los excombatientes avanzan en sus proyectos productivos. A la fecha, hay un proyecto que ya fue aprobado y desembolsado por el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR) – donde se sientan Farc y Gobierno – de caña panelera que integran 21 excombatientes. Dicho proyecto recibió el desembolso de $467 millones en abril de 2019.

Hay otros dos proyectos que ya fueron aprobados en el CNR y están a la espera del desembolso. Uno, que integran 30 excombatientes, el de un supermercado para la vereda Nueva Colombia, en la región del Guayabero. En junio pasado el proyecto ya tuvo luz verde y tendrá una inversión de $319 millones. El otro, un proyecto de transformación de plátano hartón y yuca, que integran 55 exguerrilleros. Este fue aprobado el pasado agosto y recibirá una inversión de $648 millones. En camino también viene un proyecto de transporte público para la región y uno de turismo para la región del Chiribiquete, que, dicen, “conocen desde adentro”.

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Con esos proyectos esperan que funcionarios y autoridades del orden nacional, entre otros sectores, vengan y conozcan de primera mano su proceso de reincorporación y les quiten el estigma de tener alguna relación con la disidencia que tiene presencia en la zona, la de Gentil Duarte. De este espacio, precisamente, se fue Iván Alí en agosto de 2018 con rumbo desconocido. Pero frente a ello, son enfáticos en que la gran mayoría ha permanecido en el proceso. Llegaron 480 y allí continúan 380. Entre los 100 restantes están los 46 que se fueron con Albeiro Suárez para fundar una nueva área de reincorporación en La Julia (Uribe, Meta). A ese líder exguerrillero lo mataron el pasado 16 de octubre.

Desde este espacio también hacen un llamado a la dirigencia del partido FARC. “Estamos buscando que ellos también se metan más en el cuento de la gente que quedamos acá en los espacios territoriales. Ellos tienen que llegarle, el partido como tal tiene que asumir esa responsabilidad de velar y de empujar por nosotros. Pero nosotros estamos es solos. Trabajando solos”, concluyó Ardillo.

Sebastián Forero Rueda

Por Sebastián Forero Rueda

Periodista y politólogo de la Universidad Javeriana, con experiencia en cubrimiento de temas de paz, conflicto armado, derechos humanos y economía de la coca.@SebastianForerrsforero@elespectador.com

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