La primera disidencia de las Farc nació antes de la firma del Acuerdo Final de Paz el 24 de noviembre de 2016, en el Teatro Colón. Fue Néstor Gregorio Vera, conocido en la guerra como Iván Mordisco, quien lideraba el frente primero Armado Ríos de esa guerrilla, el primero en anunciar que se apartaba de lo que estaban negociando sus compañeros en La Habana. Dio a conocer su decisión, a través de un comunicado, el 6 de julio de ese año.
“Hemos decidido no desmovilizarnos, continuaremos la lucha por la toma del poder por el pueblo y para el pueblo; independientemente de la decisión que tomen el resto de integrantes de la organización guerrillera. Respetamos la decisión de quienes desistan de la lucha armada, dejen las armas y se reincorporen a la vida civil, no los consideramos nuestros enemigos”, decía la comunicación.
Aunque ya había rumores de que algunos integrantes de las Farc no estaban de acuerdo con lo que se negociaba en Cuba, este comunicado cayó como un balde de agua fría justo cuando el país celebraba, dos semanas atrás (23 de junio), la firma del punto 3 del Acuerdo, el del fin del conflicto, que establecía las condiciones para el cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y el cronograma para el desarme de la guerrilla.
Y fue justamente ese punto del acuerdo el que produjo mayor resistencia de este grupo de combatientes que tenía su centro de operaciones en el departamento de Guaviare. Así lo mencionó en su comunicación: “Las zonas de concentración son para guerrillas derrotadas, el Frente Primero ‘Armando Ríos’ de las Farc jamás ha considerado una derrota militar. Cualquier colombiano del común entenderá que la zona de concentración que nos están ofreciendo son cárceles a cielo abierto y de seguro nadie querría entrar en estas trampas”.
El presidente Juan Manuel Santos le respondió, desde ese mismo territorio, diciendo que esa estructura sería combatida con contundencia por las fuerzas armadas y anticipó que terminarían en una cárcel o una tumba. “Esta será la última oportunidad”, les dijo desde Guaviare.
En ese momento, el anuncio de este frente de continuar en armas no causó mayores alarmas. Se dijo que eran cerca de 60 personas las que habían decidido unirse a Mordisco. La expectativa de que se firmara el Acuerdo Final con las Farc, tal vez no permitió dimensionar lo que sucedería con ese puñado de combatientes.
Lo cierto es que la negociación en La Habana siguió adelante. Varios de los comandantes que se creía no apoyaban el proceso de paz habían ido a la isla y se integraron a las discusiones sobre el cese al fuego. Ese hecho, dijeron las dos partes, era la prueba de que no había divisiones en la guerrilla y el proceso iba por buen camino. Uno de los primeros en ir a Cuba fue Henry Castellanos, ‘Romaña’ (a finales de 2014), quien llegó con Walter Mendoza. Luego fue Miguel Botache Santillana, ‘Gentil Duarte’, el 31 de julio 2015. Uno de los últimos en ir a Cuba fue Iván Darío Velásquez, ‘El Paisa’, en abril de 2016. Todos ellos, de una u otra manera, terminarían apartándose del Acuerdo Final.
Después de la firma del punto de fin del conflicto, los líderes de las Farc, desde La Habana, impartieron instrucciones a sus comandantes de bloques para que las tropas se fueran movilizando hacia los sitios donde harían la dejación de armas. Y a ‘Gentil Duarte’ le asignaron una tarea más: ir con varias compañías de guerrilleros a “convencer o someter” a ‘Mordisco’ al Acuerdo de Paz. Eso no ocurrió.
En septiembre, lo que todavía funcionaba como el secretariado de la guerrilla convocó la que se denominó décima – y última- conferencia de las Farc en los llanos del Yarí. Allí se reunieron cerca de 300 comandantes de las diferentes estructuras de esa organización para aprobar el Acuerdo Final que iba a ser firmado, por primera vez, el 26 de septiembre en Cartagena. Todos asistieron -menos ‘Mordisco’-, hubo conatos de rebelión que no se consolidaron y el Acuerdo terminó firmándose en noviembre en Bogotá.
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Del Yarí salieron los participantes de esa última conferencia hacia los lugares donde habían dejado sus tropas. Debían informales los resultados del encuentro y mover sus unidades hacia las zonas de concentración donde dejarían las armas al año siguiente, en 2017.
Justo en esa marcha, Gentil Duarte, comandante del séptimo frente, desvió su camino, juntó unos 100 guerrilleros, armas, dinero y lingotes de oro, que estaban en caletas en la selva. Se unió a ‘Mordisco’ y empezaron la historia de la disidencia más grande de las Farc.
Lo primero que hicieron fue trazar planes para reorganizar lo que ellos llamaron “las verdaderas Farc”. Al año siguiente realizaron su primer pleno en el Vichada. Allí determinaron que recogerían las antiguas banderas que habían dado origen a esa guerrilla: el Programa Agrario de los Guerrilleros (año 1964) y la plataforma Bolivariana por la Reconstrucción y la Reconstrucción Nacional (año 2000). Desconocieron las determinaciones de la Décima conferencia y retomaron los planes de la octava.
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Mientras reorganizaban y expandían sus estructuras recuperando zonas que habían abandonado los que entraron al proceso, en los llamados Espacios Territoriales venía gestándose la otra disidencia, la de quienes firmaron el Acuerdo, hicieron dejación de armas y decidieron rearmarse.
El 31 de agosto de 2018, mientras el segundo pleno del partido político Farc (así se llamaba entonces) se reunía en Bogotá y debatía temas como la implementación del acuerdo, su agenda legislativa en el Congreso y su participación en las elecciones regionales de 2019, empezaron a circular rumores sobre la desaparición de ‘Romaña’, quien supuestamente había devuelto su esquema de seguridad y del que no se conocía su paradero.
Resultó inquietante que ni él, ni ‘Iván Márquez’ ni ‘El Paisa’ llegaran a la reunión del partido a la que debían asistir por obligación, ya que hacían parte de los 111 miembros del Consejo de los Comunes, máxima instancia de dirección. Tampoco lo hicieron ‘Fabián Ramírez’, ‘Iván Merchán’, ‘Aldínever Morantes’ (quien también había devuelto sus escoltas dos semanas atrás), ‘Iván Alí’, subordinado de ‘Gentil’, de quienes tampoco se conocía su paradero.
Sería un año después, en agosto de 2019, que se confirmaría que estos y otros curtidos excomandantes se habían rearmado, a excepción de Fabián Ramírez que reapareció y reafirmó su compromiso con el proceso. A través de un video el país supo que habían conformado la Segunda Marquetalia.
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Lo que no supimos fue que Márquez y quienes lo siguieron buscaron a Gentil Duarte e Iván Mordisco para unirse a ellos y conformar una sola disidencia. “Márquez quería ser el jefe, quería imponer el mando y organizar los frentes, no hay confianza, no hubo posibilidades de unión”, dijo Jhonier, comandante de las disidencias en el Cauca antes de ser asesinado, en entrevista a este diario.
Esas negociaciones entre la facción de Gentil y Mordisco y la de Iván Márquez para unirse no fueron fáciles. Gentil Duarte decía que su exjefe Iván Márquez fue un traidor al firmar el Acuerdo Final, al hacer dejación de armas y participar en la fundación del partido político de la rosa (como se conocía al partido Comunes). A partir de ese momento, las dos facciones se declararon la guerra.
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Hoy se disputan la herencia de los principios fundacionales de las antiguas Farc y producen graves afectaciones a las comunidades en regiones como el Cauca, Putumayo y Arauca.
El grupo liderado por Mordisco, conocido como Estado Mayor Central de las Farc Ep (EMC), se robusteció hasta tener unas 3.200 personas en armas y un número no determinado de milicianos, distribuidos en 23 frentes y cinco grandes estructuras o bloques.
El pasado 8 de febrero, el EMC firmó un protocolo de cese al fuego bilateral con el Gobierno de Gustavo Petro, que busca sentarse a negociar con esta disidencia. Se espera que en los próximos días se active un operativo para movilizar a 20 comandantes guerrilleros hacia un lugar del país donde se realizará una cumbre de la dirigencia de este grupo armado, que será clave en este nuevo intento por alcanzar la ‘paz total’ que abandera el jefe de Estado.